Pontevedra quiere seguir dando de beber a quien pasa
Por Alejandro Espiño
‘Pontevedra dá de beber a quen pasa’. Eso es así, al menos, desde finales del siglo XIX. Es la época en la que llegaron a la ciudad, de la mano de Alejandro Rodríguez Sesmeros, las cuatro fuentes de hierro fundido que decoran varias plazas del centro histórico. Todas ellas presentaban, debido a su uso y al paso del tiempo, diversos problemas estéticos y de funcionamiento, por lo que el Concello ha ordenado su restauración.
Las cuatro fuentes, tres de las cuales fueron realizadas en la fundición viguesa de Sanjurjo Badía, se encuentran situadas en las plazas de Curros Enríquez y la Verdura, detrás del santuario de la Peregrina y en la avenida de Santa María. Esta última fue la que visitó este viernes el concejal de Patrimonio Histórico, Luis Bará, junto a representantes de la empresa que está realizando estos trabajos, Toxos Outos, valorados en 12.600 euros.
Mercedes Cifuentes, directora de esta restauración, explicó que "abrimos todas as fontes e reparamos o sistema de auga que estaba bastante deteriorado". Además de estos trabajos de fontanería, se están realizando actuaciones para hacerlas "funcionais e utilizables", sustituyendo piezas que estaban rotas o que habían desaparecido por actos vandálicos o robos varios y se ha limpiado todos los desagües.
En ellas, habrá un evidente cambio estético. Los pulsadores de agua dejarán de ser lenguas como hasta ahora, una "innovación recente", señaló Bará, cuyo mecanismo generaba numerosos problemas. Se han sustituido por grifos con pulsadores y manómetros que reducirán la presión de agua y evitarán salpicaduras al accionarlos. Se aplicará también un tratamiento antióxido al hierro de las fuentes que estaba "bastante machacado".
Otra modificación que ha llamado la atención de los pontevedreses es el color de las fuentes, que abandonarán el verde que lucían hasta ahora. Luis Bará explicó que, tras consultar la información histórica que se conserva sobre estas fuentes, se optó por un aspecto similar al original, próximo al color del bronce antiguo.
Todas ellas, recordó el edil nacionalista, son fuentes de "gran valor histórico" porque representan la incorporación de Pontevedra a la modernidad que comenzaba a impregnar la vida a finales del siglo XIX. Llegaron junto con la incorporación de la ciudad al sistema de traída de aguas y fueron, desde el primer momento, muy bien aceptadas por la ciudadanía de la época. La original costó 3.030 pesetas de la época y sus tres réplicas, 1.795 pesetas.
Lo que sigue sin desvelarse es el enigma que rodea a una supuesta quinta fuente. Las facturas que se conservan en el Archivo Municipal reflejan que Pontevedra pagó por cinco piezas, pero solo se instalaron cuatro. Nadie parece saber qué pasó con la que falta.