Condenan a tres años de prisión al hombre que se hizo pasar por empresario para estafar a su amante
Por Oskar Viéitez
La Sección Cuarta del Audiencia de Pontevedra ha condenado a tres años de prisión como autor penalmente responsable de un delito de estafa a Manuel Vázquez Cores, absolviéndole del delito de usurpación del estado civil por el que también estaba acusado.
Además se le condena a una multa de ocho meses a razón de diez euros de cuota diaria. En concepto de responsabilidad civil, el acusado deberá indemnizar a la perjudicada, Mónica M.M., en la cantidad de 58.040 euros, importe de la cantidad defraudada.
Esta sentencia no es firme y contra ella pueden interponer recurso de casación ante esta sala.
El fallo de los magistrados pontevedreses declara como "hechos probados" que Mónica y el acusado, Manuel Vázquez Cores, mayor de edad y con antecedentes penales no computables a efectos de reincidencia, entraron en contacto a través de la red social Badoo en el mes de marzo de 2010.
En dicho chat, Mónica utilizaba el nombre de "Susana" y el acusado, que usaba el nombre de "Javier" o, posteriormente, "Amigo". Poco a poco, Mónica y el acusado fueron intimando hasta que iniciaron una relación sentimental que se prolongó hasta finales del mes de julio de 2011. A lo largo de dicha relación siguieron utilizando la referida red social así como Messenger.
Desde un primer momento y sin que conste la intención del acusado de mantener la relación sentimental con Mónica de forma estable y duradera, aunque así se lo hizo creer, Manuel Vázquez Cores "concibió el propósito de obtener un beneficio económico a costa de Mónica", para lo cual, se creó una identidad falsa, proporcionándole un nombre que no era el suyo, y "fingió ante Mónica una solvencia patrimonial y empresarial que nada tenían que ver con la realidad".
Además, y una vez pasaron los primeros meses de la relación, comenzó a decirle que tenía algunas dificultades económicas derivadas de los problemas judiciales que tenía con su ex esposa, debiendo hacer frente a una fianza de 70.000 euros.
Es a partir de ese momento en que, el acusado, siguiendo con el ardid, se hace pasar por su hijo Alejandro y contacta con Mónica, refiriéndole la situación de "angustia y depresión cada vez mayor en la que se ve inmerso como consecuencia de sus dificultades económicas", comenzando a solicitar a Mónica diferentes cantidades de dinero que ésta le fue entregando en la creencia de que estaba ayudando económicamente a quien consideraba su pareja sentimental a solventar los problemas económicos por los que atravesaba y de que todas las cantidades prestadas le serían devueltas por el acusado una vez recuperase el importe de la fianza.
A través de esta mecánica el acusado consiguió que Mónica le entregase un total de 58.040 euros que ésta obtuvo de sus propios recursos y de solicitar préstamos a sus familiares y a entidades financieras.
La perjudicada no ha recuperado la cantidad entregada al acusado.