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Rafael FJ Rios
Violencia política
Decía Hannah Arendt que nadie puede permanecer ignorante del enorme papel que la violencia ha desempeñado siempre en los asuntos humanos. Y dentro de la sima y abismo en la que anida la violencia política puede reservarse para la sociedad de hoy aquella precisión de que lo violento en un momento dado es aquello que determinados colectivos definan como violencia. Antesala de la realidad totalitaria. La violencia política hay que conectarla con nociones como Poder, Autoridad, Legitimidad… ya que surge dentro de las relaciones de poder dentro de una sociedad, alterando o violando las reglas que rigen en la esfera política. Si en España la violencia política es manifiesta e indiscutible en la conciencia de todos los ciudadanos, ha de ser observable y cuantificable a la mínima pregunta que se les haga atendiendo al sentido común y el lenguaje habitual. ¿Hay violencia política en España? ¿quién la comete y cómo se produce? La violencia política no es un fin en sí mismo: es un medio, un plan de un grupo contra otros grupos, se produce en contextos concretos con el fin de producir y obtener fines determinados. Arendt ha remarcado el carácter instrumental de la violencia política: precisa de una guía, una justificación. Es consecuencia de un proceso intencionalmente dirigido y guiado en busca de un fin político-social inmediato. ¿Hay en España un grupo o grupos que buscan por medio de la violencia política conseguir determinados fines no democráticos?
Indudablemente. La violencia política es patrimonial de la izquierda de forma muy mayoritaria. Desde los asesinatos de Presidentes del Gobierno como Canalejas, Dato o Cánovas a los atentados contra Alfonso XIII, los magnicidios cubren nuestra Historia: la tenebrosa eta pletórica de odio y terror llenó la segunda mitad del s. XX y la primera década del XXI para desembocar en un régimen de control totalitario de la sociedad vascongada por el nacionalismo. Esta historia de los identitarios como exclusiva historia de violencia que dura hasta hoy sin que se haya hecho Justicia. El nacionalismo identitario ha dado un golpe de Estado que queda sin castigo. Es decir, sin Justicia. La izquierda jamás la proclamará: aplaude, mientras el psoe ve la luz. Vende la igualdad de los españoles ante la Ley por el Poder, y la ciudadanía los observa, atónitos. Para enmascarar el fango de su mujer, de su hermano, de la trama Koldo, de Tito Berni, el psoe instala ventiladores y desde ahí ataca con lo que tiene a mano: busca enemigos internos y encuentra enemigos externos: franquismo, fascismo, Milei, Israel. Con cualquier cosa enredan a sus votantes, menos con la Verdad: el discurso victimista de la violencia política es siniestro. No busca denunciar un clima de violencia, sino crearlo de forma impune contra el adversario político, estigmatizando a la víctima como si fuese el agresor. (Gracias, Irene González).
La matraca que supura desde las alturas del Poder señala a ciudadanos "generadores de odio", identifican "discursos de odio", aplican sentencias de "enemigos de la democracia" y vomitan discriminación política denostando a ciudadanos como "ultraderecha", "extrema derecha" y demás mamonadas. Calificar a un ciudadano de esta manera y de forma machacona tiene unas terribles y siniestras consecuencias que en no pocos casos supone su muerte civil que-es-lo-que-realmente-se-busca. Esta violencia verbal es violencia política puesto que se cuelga una diana en la espalda del ciudadano, ciudadano libre de creer y decir lo que le dé la gana. Esta violencia política desde el Poder se expande hacia los sumideros en forma de discurso de odio -éste sí, perfectamente identificable y que debe ir a Tribunales, libres- para los ignorantes y descerebrados, traspaso de competencias que no oculta ni por asomo la responsabilidad de la verborrea totalitaria. Totalitaria, soviéticamente totalitaria en cuanto el terror se manifiesta en ser acusado sin ápice de verdad. Caso de violencia política de manual que se desarrolla ante nuestros ojos con sólo dar a las teclas de las distintas portavocías mediopensionistas del bando. Copian la misma bazofia política de la II República con la CEDA y otros partidos de derecha y centro derecha. Con el resultado nefasto para la convivencia que casi todos sabemos. Este es el camino que alfombra la logorrea de los viles.
( ¿Qué le parece al Poder y a sus acólitos que, en lugar de que los ciudadanos insultados sigan callándose, sigan manteniendo las formas con educación, nunca tomando la opción de comportamientos violentos, qué les parecería que, en su lugar, cada vez que señalen, sentencien y vomiten discriminación política en forma de epítetos de totalitarios de poca monta, reciban su merecido? Así se igualarían las fuerzas: a cada insulto su respuesta. Para compensar. Es lo que se merecen. Y vamos entrando en el escenario político que nos llevó a la guerra civil. )
El antiguo psoe arrastrado fuera de la Constitución para obtener Poder junto a la izquierda comunista y al nacionalismo comunista e identitario, que desde hace un tiempo parece moverse hacia sociedades no democráticas, arreando el ganado hacia su abrevadero a la vez que va destruyendo a su paso las sociedades abiertas tomando por asalto la Constitución, la independencia de las Instituciones y el Poder Judicial. En lugar de elevarnos a la excelencia europea moviéndonos entre los mejores del continente nos han unido mediática y físicamente con los peores regímenes de Hispanoamérica, regímenes que -¡oh sorpresa! utilizan la violencia política como forma de dominación de forma magistral: conocemos mucho más a Maduro, López Obrador, Petro, Kirchner y tutti quanti, que a los primeros ministros europeos que llevan años sin pisar España. Constatado que el horizonte político de la izquierda y el nacionalismo no es la democracia, no es el respeto a la ciudadanía en su libertad, lengua, propiedad y Nación, cuestión de enorme y profunda importancia de la que toda la ciudadanía debería ser muy consciente.