Carlos Regojo Solla
La niebla
Un puro aburrimiento. El tedio entra en casa por puertas y ventanas; incluso a través de las paredes, semejando esas misteriosas nieblas lechosas que argumentan alguna que otra película cuya acción transcurre en un pueblo costero cualquiera, con pintorescas barquitas que faenan en minibajura amarradas, cada una, a su muerto, con el muelle lleno de redes una tarde de verano. Es una bruma de paso que desaparece al poco tiempo dejando, tras sí, miedo e inseguridad de un retorno inesperado; una historia fácil en boca de un marinero de Combarro o de la imaginación de Milo ese personaje del escritor marinense Julio Santos, en Ons, a la disculpa del tiempo acontecido.
Nada que hacer un domingo así, tras más de un mes desarbolado, copia sobre copia.
Sales un poco para que tu leal amigo, luego de hechas sus cosas, te confirme con su mirada la desgana de seguir el paseo. Ni tan siquiera Serrat le convencería con su canción de posibilidad al cincuenta por ciento que promete algo diferente: "Hoy PUEDE…" solo eso.
Y el tiempo sigue pasando, y si observas por casualidad -como me ocurrió ayer una puerta entreabierta en El Corte Inglés de la que te sacan ese 41 de horma más ancha, que te aprieta menos, te sorprendes de ver ya las cajas apiladas con artículos navideños.
Este invierno se las trae. Viene con hambre atrasada, cantaría Aute al alba
"Si te dijera, amor mío…" o en un mañana mejor intencionado que interpreta Cafrune, enfático: "Viviré, viviré, cuando llegue el alba…"
La persistencia de la lluvia tiene por fuerza que sorprender a los más jóvenes porque les falta eso que llaman experiencia o confrontamiento por comparación .Se comenta de todo; las bombas siguen descuartizando como hicieron siempre, pero nunca ha llovido tanto
En nuestra naturaleza arrastramos un fallo garrafal. Pasado el tiempo cambiamos tanto que no nos reconocemos porque hemos mudado de piel cien mil veces y yo creo que también de alma. Deberìamos preguntarnos què coño pinta el nexo del recuerdo entre el ayer y el hoy, ¿será acaso la niebla la identificación que nos esclaviza haciendo de bisagra para dar un poco de sentido a los días?
Me da que no ando boyante de optimismo. Me gustaría ensayar algo distinto como tener la capacidad de persuasión suficiente para lograr la credibilidad de mi mismo en mis imsonnios, el autoconvencimiento de que lograrè que realmente hoy pueda ser un gran día pese a la carga pesimista que ejempifican las otras jornadas ya pasadas, y pese conocer la manufactura moral del metal entremezclado con la papilla sanguinolenta del niño internado en el hospital derribado.
Esta vez se han pasado. Bueno, se pasan siempre, Hace tiempo que la contundencia de las respuestas declinan un rosa rosae incluído en el crimen contra la humanidad, bien conocido en Treblinka, Dachau…
Van pasando las horas, pero al día no se le ven trazas.