Alexander Vórtice
La literatura del Dr. Noya
Hace 20 años llegue a creer que se me daba bien escribir y reescribir versos, relatos cortos, novelas… pero ahora puedo constatar que no.
Pasados los años, uno cae en la cuenta de que no es lo suficientemente bueno cuando se fija en los autores que sí lo han sido o lo son. Esto, a su vez, produjo en mí una obsesiva condición de curiosidad hacía las grandes leyendas de la literatura. Me encontré -página a página- con Edgar Allan Poe, Baudelaire, Blake, Castelao, Bukowski, Panero, Antón Chéjov... y al quedarme embobado y admirado por su calidad literaria, enseguida me empeñé en indagar en sus biografías los entresijos personales que pudieran haberles llevado o empujado a escribir sus tan magnas obras.
Cuando mi padre enfermó de demencia y Parkinson acabamos en la consulta del médico neurólogo Manuel Noya García, en Santiago de Compostela. Acudimos allí por recomendación de varias personas a las que les había ayudado en sus dolencias. Tras pocos minutos escuchando sus valoraciones médicas, percibí que estaba ante un profesional al que se le notaba que su oficio era también una pasión; asimismo percibí que sabía escuchar, algo que algunos médicos de hoy en día han olvidado a la hora de atender a un paciente (no son pocos los que se fijan más en el ordenador que en la persona que tienen delante, como si la tecnología pudiera palpar un abdomen desde la lejanía).
Luego, a causa de la condición obsesiva anteriormente citada, busqué el currículum de dicho doctor y no tuve la menor duda de que nos encontrábamos ante una eminencia médica, algo que cualquiera de ustedes puede verificar fácilmente si tienen a bien buscar en Internet su amplio bagaje profesional. Sin embargo, mi sorpresa fue aún mayor cuando también pude evidenciar que el Dr. Noya ha adquirido como afición de años la escritura de ficción, más allá de sus publicaciones relacionadas con el campo meramente médico. Algunos de sus libros publicados en los últimos años son "Viaje imaginario al Asia Central", "Felices traumas infantiles", "Inventario de cuentos incorrectos" o "La renuncia". Finalmente, concluí adquirir hace menos de un mes este último manuscrito.
"La renuncia" (Editorial Círculo Rojo, año 2023) se nos presenta como una emocional novela corta escrita a "dos voces". En ella, el autor hace un balance de vida, descubriendo y narrando sin tapujos el amor vivido, el desamor padecido, el paso de la vida que semejaba haber comenzado ayer, aunque ya hayan pasado décadas, carpe diem…
En esta novela breve pero intensísima, escrita a modo de diario transcendental, el protagonista se confiesa con los lectores sin tapujos, acaso gracias al paso de los lustros vividos y la sabiduría que nos concede la experiencia. El autor se aproxima a sí mismo, se analiza, cual acto de contrición para, enseguida, dar paso a esa "segunda voz" que expondrá otro tipo de contextos vitales, de emociones.
Reconozco que a fecha de hoy llevo dos lecturas de "La Renuncia", ya que es uno de esos libros donde el escritor, con un fino y cualificado estilo literario, aporta enunciados y reflexiones recónditas, dignas de ser leídas, releídas y masticadas con lentitud -si es que uno es capaz de masticar los sentimientos o los conflictos personales con los que se ha ido topando a lo largo de su existencia-.
Al inicio del libro, el autor deja caer una frase que, a nivel personal, removió en gran manera mi alma, mi estado de ánimo actual: "Me lamento de falta de olvido", nos espeta el doctor/escritor cual filósofo de principios del siglo. XIX.
Y sé que esto es verdad, puesto que no hay mayor tortura para un ser consciente y medianamente sensible que tener buena memoria.