Mariano Rajoy reparte abrazos en Marín y afirma: "La crisis era de caballo, pero ahora estoy animado"
Por Mónica Patxot & Anxo Lourido
Mariano Rajoy llegó a Marín puntual. Bajó de su vehículo ante la Escuela Naval, donde le aguardaban diferentes representantes del Partido Popular y después cruzó la Plaza de España y caminó, entre una marea de fotógrafos y operadores de cámara, para adentrarse en el Bar La Farola porque, según comento la candidata a la alcaldía de Marín, María Ramallo, hace años se acercaba por el local cuando vivía el dueño.
Allí saludó a la familia y realizó unas declaraciones ante los medios que no estaban previstas durante la visita. El presidente del Gobierno rechazó que tuviera miedo a la subida que en las encuestas está experimentando Ciudadanos de Albert Rivera: "A mí no me da miedo nadie, lo importante es lo que diga la gente. La democracia es un sistema de reglas muy claro y los españoles votan lo que quieren y hacen bien en votar lo que le parezca mejor para su país. Miedo a la democracia no se lo he tenido nunca, he perdido algunas elecciones, otras las he ganado y estoy animado".
Entretanto, fuera de La Farola, los miembros de seguridad, responsables de prensa y algunos curiosos vecinos de Marín ocupaban la acera. Carlos Floriano, vicesecretario de organización y de campaña del PP, daba un par de caladas rapidas a un cigarro y charlaba sonriente a la espera de que Rajoy saliera del establecimiento.
El líder popular insistía en mostrar su ánimo ante esta campaña al estar en contacto con la gente de la calle, que "es lo que le gusta" apuntaba minutos después María Ramallo. "Los tiempos han sido duros, difíciles, la crisis era de caballo. Teníamos una herencia tremenda. Creo que la gente va a reaccionar bien con nosotros, lo creo sinceramente", aseguraba Rajoy antes de abandonar el local de sus conocidos.
Teníamos una herencia tremenda. Creo que la gente va a reaccionar bien con nosotros, lo creo sinceramente
Y así fue, el máximo dirigente español apenas encontró críticas durante su recorrido por la alameda de Marín, que realizó parapetado por la ministra de Fomento, Ana Pastor; por el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo; por el vicepresidente Alfonso Rueda, por el presidente provincia, Rafael Louzán y por la propia candidata marinense, María Ramallo. A cada paso, muchos de los numerosos vecinos que se encontraban en el recinto se acercaban para saludarle y, sobre todo en el caso de los más jóvenes, para solicitarle un selfie. Mariano Rajoy accedía siempre gustoso y sonriente, rodeado por sus escoltas y por sus compañeros de partido. Hasta recibió un chorizo criollo de pulpo, un regalo de un representante de la empresa Cabomar que afirmaba: "es un producto original de Marín".
El bullicio no impedía escuchar al responsable de prensa de la campaña que, a gritos, pedía que se cortase la actuación de Sara y Sofía, dos jóvenes con buena voz que actuaban en el medio de la alameda. Era necesario que el presidente con su cohorte atravesaran esa zona. Se paró la actuación y el político continuó con la estampa habitual durante toda campaña electoral que se precie. Recibía abrazos, acariciaba a niños, a bebés, y posaba con la mejor sonrisa ante las cámaras de las decenas de móviles que se agitaban a su alrededor. "Pídele un selfie, pídele un selfie" incitaba una adolescente a otra joven.
Mariano Rajoy y los principales dirigentes populares que le acompañaban decidieron finalmente sentarse en una terraza con María Ramallo y su equipo para tomar "unas coca-colas", rodeados de curiosos. Los responsables de seguridad impidieron, a partir del momento en que el presidente se sentaba, que los diferentes representantes de prensa continuasen sacando fotos sin reparar en que los móviles de los curiosos sí seguían retratando el singular momento.
Tras quince minutos de refresco, los políticos continuaron su paseo entre la multitud y entre los versos de la canción que le dedicaron unas simpáticas señoras. Después, a paso ligero, los políticos abandonaron la Alameda. Al momento llegaban a la Avenida de Ourense. Allí les esperaban siete coches oscuros y oficiales, en el primero se subió Rajoy. La agitada jornada de campaña electoral de este viernes continúa y quedan dos nuevos destinos; primero Vigo y después, Pontevedra.