Vetusta Morla y su 'orquesta celtibérica' para reconectar "con la amistad, el amor y la música"
Hay pocas bandas que puedan presumir de que sus directos son aún mejores que sus discos. Y Vetusta Morla es una de ellas. Lo han demostrado de nuevo en Portas, en la que ha sido su única cita con el público gallego en esta gira de presentación de su último disco, Cable a tierra.
"Es un gustazo estar aquí otra vez", afirmó Pucho, el vocalista del sexteto madrileño, que aseguró estar feliz por poder actuar en un recinto, la Azucreira de Portas, "que se nos resistió el año pasado" por la cancelación de su participación en el festival PortAmérica.
Fueron más de dos horas de un concierto en que interpretaron de manera impecable hasta 26 temas con los que Vetusta Morla, a pesar de tener un estilo bien reconocible, sorprendió a un público entregado desde que sonaron los primeros acordes sobre el escenario.
Y es que esta gira no es como las anteriores. Con Cable a tierra, la banda madrileña ha modulado su sonoridad rock y sus influencias electrónicas, fusionándola con la música de raíz, con la canción popular y con instrumentos tradicionales de ambas orillas del Atlántico.
Así, reconvertida en una "orquesta celtibérica" como ellos mismos destacaron, a Vetusta Morla les acompañaron artistas procedentes de dos referentes del folk ibérico, las gallegas Aliboria y los palentinos El Naán, para crear un universo único en torno a este nuevo disco.
Con tres de los temas de su último álbum, Puñalada trapera -este interpretado tras las inmensas pantallas que coronaban el escenario-, La virgen de la humanidad y No seré yo, arrancaba este esperado concierto, en el que pronto sonaron los grandes clásicos de la banda.
Dos de ellos, El hombre del saco y, sobre todo, Golpe maestro, terminaron por desperezar al público, aún sorprendidos por la imponente propuesta de Vetusta Morla, un impresionante despliegue de luz, sonido e imagen al alcance de muy pocos en el panorama nacional.
Tras hacer mención a esos "tiempos inestables llenos de infortunios" que, tras la pandemia, "aún percuten en nuestras cabezas", Pucho celebró que hayan podido volver los "conciertos como los de antaño", destacando que "somos muy afortunados de estar aquí".
El nuevo disco, explicó el cantante de la banda madrileña, "nos ha ayudado a conectar con muchas cosas, descubriendo cosas que teníamos muy cerca y a las que no prestábamos la atención debida", que ha resumido en "amistad, amor y música".
La crisis sanitaria, ha añadido, nos ha llevado a redescubrir a "vecinos, tiendas de barrio e incluso a familias", reconectando con nuestros orígenes y, en el ámbito musical, "con una riqueza ancestral que tendemos a olvidar", algo que se refleja en su nuevo trabajo.
A eso ayudaron las preciosas voces de Aliboria, que intercalaron fragmentos de varios de sus temas como Camiño do Alén o Muiñeira de Ons, o las partes recitadas por El Naán, creando momentos bellísimos marcando el ritmo reunidos alrededor de una mesa de madera.
Entre ellos, Vetusta Morla fue intercalando temas como Corazón de lava, El imperio del sol o Maldita dulzura, que Pucho cantó a dúo con una de las integrantes de Aliboria, que sonaron antes de la aclamada Finisterre que, en Galicia, tuvo una sonoridad aún más especial.
Con los primeros acordes de Copenhague, llegó el delirio de los fans de la banda y los móviles se multiplicaron en el escenario, tras la cual llegaron Boca en La Tierra y La vieja escuela, que incluyó un recuerdo a Vangelis y Andy Fletcher, fundador de Depeche Mode, recién fallecidos.
La recta final del concierto comenzó con 23 de junio, con la que la banda invitó a bailar agarrado ahora que ya no hay que mantener distancias, a la que siguieron sin descanso Al final de la escapada, Consejo de sabios, La diana, Lo que te hace grande o Palmeras en La Mancha.
Palabra es lo único que tengo y Te lo digo a ti sonaron antes de que el público estallara de júbilo con tres de los grandes himnos de Vetusta Morla, los eternos Sálvese quien pueda, Valiente y Saharabbey Road, temas tras los que regresaron temporalmente a sus camerinos.
De vuelta en el escenario, antes del tradicional bis, Pucho quiso tener un recuerdo para todo el personal técnico que acompaña a la banda en esta gira porque la pandemia "pasó como un ciclón" por este sector y ahora, dos años después, "cuesta un montón volver".
Con Si te quiebras, el ritmo del concierto bajó varios decibelios. Pero solo hasta que la apoteosis final con Cuarteles de invierno y Los días raros, convertida en una especie de 'aquelarre' para espantar los espíritus de estos "tiempos inciertos" que nos ha tocado vivir.
Todo ello coronado con una improvisada 'Rianxeira' con la que el público quiso agradecer la entrega de la banda en un concierto para el recuerdo. "Infinitas gracias por esto. Qué bonito", fue lo que acertó a decir un emocionado Pucho.
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