Una joven abuela pontevedresa lucha contra el sistema para conseguir la acogida de su único nieto
Por Manu Otero & Mónica Patxot
"Es mi lucha y me he propuesto ganarla. Es mi prioridad y voy a dar guerra hasta que lo consiga". Es la promesa de Ángeles, una joven abuela pontevedresa que no parará hasta conseguir la acogida de su nieto, un bebé que acaba de cumplir su primer año de vida alejado de su familia porque los servicios de Menores de la Xunta han decidido entregarlo provisionalmente a una familia de acogida de Lugo en lugar de a sus parientes más directos.
Todo comenzó en la primavera del año 2022 cuando la hija de Ángeles decide mudarse a Lugo con su novio, el padre del pequeño, por motivos laborales. En la ciudad amurallada nació el bebé que desde sus primeras semanas de vida no recibió todas las atenciones que precisaba por parte de sus progenitores.
Finalizado el verano y después de varias visitas de la abuela a Lugo y del recién nacido a Pontevedra, Ángeles se entera por parte de su hija de que los Servicios Sociales han concertado una cita urgente con los padres del recién nacido. "Me van a quitar al niño", le dijo a Ángeles su hija asustada tras recibir la citación. La abuela ya era consciente de las dificultades de la pareja para cuidar del menor, por ello se pone en contacto con el servicio municipal de Lugo para infomarse de lo que estaba sucediendo.
Un mensaje tranquilizador fue lo que recibió por parte de la trabajadora social del Concello. Las alarmas habían saltado porque el pediatra, al comprobar que el pequeño había perdido peso, dio parte a los Servicios Sociales, que activaron el protocolo para este tipo de casos.
Fue a partir de ese momento cuando Ángeles entabló un contacto continuado con el departamendo de Servizos Sociales de Lugo que la informaba puntualmente de cómo se encontraba su nieto. La situación estaba estabilizada, con su hija y el bebé acudiendo regularmente a las citas para el seguimiento del caso. Sin embargo, todo cambió cuando el matrimonio volvió a faltar a su cita con el pediatra. "Van a ir al domicilio", le dijo la asistente social a Ángeles. Y lo que se encontraron allí encendió todavía más las alarmas. En pleno mes de octubre, encontraron al bebé vestido únicamente con un pañal, en un hogar sucio y desordenado y sin recibir la atención que necesitaba. En el momento de la visita solo el padre se encontraba en casa porque la madre estaba trabajando.
Los Servicios Sociales informaron al departamento de Menores y procedieron de inmediato a retirarle la custodia del pequeño a sus padres.
Un proceso, hasta ese momento, sobre el que Ángeles no tiene ninguna queja. Sin embargo, la situación cambia radicalmente con los nuevos gestores del caso, dependientes de la Consellería de Política Social. Al enterarse de lo ocurrido, la abuela se pone en contacto con este departamento y solicita una cita urgente para reclamar la acogida del menor. Acude al día siguiente a Lugo con toda la documentación para agilizar el trámite pero su sorpresa es que desde el primer momento por parte de la administración solo encuentra trabas.
Después de tener que rehacer todo el papeleo, se entera de que el bebé ha sido trasladado a un centro de menores. "Está prohibido por ley que un bebé de esa edad esté en ese tipo de centros", asegura Ángeles después de informarse. De hecho, el menor permaneció pocos días en dicho centro y fue entregado a una familia de acogida provisional, con la que actualmente todavía convive el menor, sin recibir ningún tipo de aviso previo.
Otro motivo que alimenta la irritación de Ángeles es que la solicitud de acogida que presentó el primer día no iba a ser estudiada hasta finalizar el plazo de presentación de solicitudes, que es de tres meses, es decir, desde octubre a enero. Durante todo ese tiempo, el contacto con el menor por parte de su familia biológica, tanto con su madre como con su abuela materna y su abuelo paterno, puede contarse con los dedos de las manos.
Un día a la semana, los sábados, durante una hora es lo que recoge el régimen de visitas que la administración ha impedido cambiar hasta el momento. La madre del menor, que ahora vuelve a vivir en la ciudad del Lérez con un trabajo estable en el que solo libra los domingos, trató de modificar el día de las visitas obteniendo siempre un no por respuesta.
Además, protesta Ángeles que a lo largo de todo este tiempo fueron numerosos los episodios en los que no pudieron visitar al bebé por varios motivos. El más grave para ellos es que en Navidad la familia de acogida lo subió a un avión para pasar las fiestas en Navarra. Para ello tuvieron que tramitarle el DNI, trámite que completaron sin la obligatoria firma de los padres. En carnaval, en Semana Santa y en otras muchas fechas se repitió lo mismo sin que el organismo responsable establezca días de compensación. "No estamos hablando del derecho de su madre o de la abuela, es que el menor tiene derecho a pasar tiempo con su familia", exige Ángeles.
Y por si fuera poco, en el mes de febrero, la Xunta tramitó la tutela del menor alegando estar en situación de desamparo, algo que la abuela no comparte, puesto que el menor se encontraba en situación de guarda provisional y con una familia de acogida. "Otra irregularidad más", recalca la abuela.
El trato del servicio de Menores con la madre del bebé tampoco es el adecuado. "Deben establecer un plan de trabajo con ella. Mi hija no está bien, necesita atención psicológica, pero ellos no se preocupan. El director general se niega a recibirme porque he denunciado lo que está ocurriendo", sostiene la pontevedresa que ya ha llevado el caso al Juzgado y a la Valedora do Pobo sin obtener, por ahora, el resultado esperado.
Ángeles no pierde la esperanza en conseguir una victoria, pero sabe que la lucha será larga. "Mi nieto ya anda", ilustra para hacer ver a quien la escucha todo lo que se está perdiendo por la falta agilidad y empatía de un sistema saturado.
"Se han saltado todos los plazos y la ley", continúa para reconocer que no sabe cuándo se resolverá un caso que está convencida que ganará. Por el momento, son dos familias las que solicitaron la acogida del menor: la propia Ángeles, abuela materna; y una prima del abuelo paterno.
Ni Ángeles ni su hija pierden la esperanza, pero esta larga pelea ya ha hecho mella en el ánimo de ambas. "Mi hija está tocadísima, no está bien", reconoce con dolor. El mismo que ella oculta bajo la capa de heroína de una abuela coraje que saca del amor infinito hacia su primer nieto la fuerza para luchar sin tregua por verlo crecer.