"Me robaron todo lo que tenía; la palabra es fea, pero es una ladrona"
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
"Me robaron todo lo que tenía; la palabra es fea, pero es una ladrona". Habla Estrella, una vecina de Pontevedra de 92 años que este martes compareció como víctima de un delito de apropiación indebida en un juicio celebrado en la Audiencia Provincial. Ella es la perjudicada y la supuesta responsable, Elisabet, la que fue su cuidadora entre los años 2016 y 2019, que está acusada de haberse quedado con 103.730 euros sin su autorización.
El fiscal del caso, Alejandro Pazos, pide que por este delito la acusada sea condenada a una pena de cinco años de prisión y a devolver el dinero del que se apropió, y ejerce también acusación particular la familia de la víctima, sus sobrinas y cuñadas que, tras darse cuenta de que le habían vaciado las cuentas, presentaron denuncia por lo ocurrido. La acusada, sin embargo, lo niega todo. "Jamás" se quedó con dinero de su jefa, insistió.
La acusada empezó a trabajar cuidando a la ahora víctima en septiembre de 2016, cuando tenía 86 años y sufrió un atropello que le limitó la movilidad. Continuó hasta diciembre de 2019, cuando fue despedida, de modo que estuvo a su servicio tres años, en los que trabajó como interna. Según ella relató, cobraba 900 euros al mes y tenía 14 pagas.
El fiscal y la abogada de la acusación particular, Carmen Villanueva Santiago, insisten en que la acusada se aprovechó de la relación de confianza y dependencia generada para empezar a gestionar los gastos de la casa y sugerirle que retirase más dinero. Pese a que la víctima tenía unos gastos de alrededor de 1.500 euros al mes, que retiraba a principios de cada mensualidad, hubo meses que llegaron a retirarse de su cuenta 4.000.
Una cuñada de la víctima, hermana de uno de sus hermanos ya fallecido, y también una de sus sobrinas testificaron en el juicio y relataron que tuvieron conocimiento de lo que ocurría en la Navidad de 2019. Según su cuñada, "nos dijo que se estaba quedando sin dinero", de modo que fueron a revisar sus cuentas y le quedaban apenas 6.000 euros en una cuenta y poco más de 3.000 en otra. Le preguntaron a la cuidadora y les dijo que tenían "gastos" y comprobaron que ese mes había retirado 4.000 y le quedaban 400.
Analizando los movimientos, comprobaron que "había un gasto desproporcionado de la cuenta de mi cuñada" y muchas retiradas de dinero de la tarjeta pese a que la mujer "no podía ni sabía usar la tarjeta" ella sola. Una vez que estaban en Boiro, donde tenía una segunda residencia, presenciaron cómo no sabía utilizar la tarjeta de crédito y tuvo que pedirle a su hermano que lo gestionase. De hecho, tanto la sobrina como la cuñada señalaron que la mujer no se sabía la clave, sino que incluso tenía el PIN apuntado en la propia tarjeta.
La acusada negó que ella utilizase la tarjeta sin que se lo pidiese su jefa y "jamás" retiró directamente el dinero del cajero, sino que la acompañaba al banco y lo retiraba de la ventanilla. Según la acusada, uno de los hermanos de la víctima, ya fallecido, también tenía acceso a las tiendas y a la nonagenaria también la acompañaba al banco una mujer que llevaba toda la vida trabajando como limpiadora y cocinera en su casa.
Un agente de la Policía Nacional que investigó los hechos concluyó que le "parecía raro" que la víctima, por sí misma, pudiese hacer las gestiones bancarias y considera "totalmente imposible" que usase su tarjeta sin ayuda.
Este policía también hizo gestiones con los dos bancos en los que tenía cuenta la víctima y averiguó que para sacar dinero "iba ella, la perjudicada, con su cuidadora". Considera que a la víctima le ayudaba a controlar las cuentas su hermano y, al fallecer él, aprovechando una falta de control, empezó a quedarse con su dinero.
"Entendemos que la confianza que tenía la perjudicada con su cuidadora pudo propiciar que dispusiese de ese dinero", añade el agente, que cifró la cantidad de la que se apropió en 103.730 euros, si bien sabe que existen otros cálculos de los movimientos de los bancos que elevan la cifra a más de 160.000 euros.
La víctima relató que ella iba al banco y sacaba dinero que luego siempre llevaba en el bolso o, de noche, en la mesilla. En el banco, ella le pedí a su cuidadora que gestionase y le dejaba el bolso con todo su contenido y documentación para que lo hiciese. "La tarjeta la usaba para sacar dinero, iba siempre con ella, ella lo sacaba", relató, "sacaba todo lo que quería, yo tenía fe en ella para todo". Añadió que "alguna vez" le dijo que habían aumentado los gastos y había que sacar más dinero, pero que nunca dudó porque "tenía plena confianza en ella".