Egipto: un patrimonio creciente y un turismo en decadencia
Por Marga Díaz
Egipto: una cultura irrepetible y un patrimonio inagotable. Transcurridos miles de años de uno de los más grandes imperios, las investigaciones siguen aportando nuevos descubrimientos en tumbas, pirámides y excavaciones. Los recursos proporcionados por el sector turístico son una de las bases que retroalimenta las excavaciones y el mantenimiento de museos y sitios arqueológicos. Sin embargo el turismo se resiente por la inestabilidad y por un terrorismo que está acabando por destruir uno de los pilares básicos de la economía egipcia.
Desde occidente se ha empezado a percibir el país como un destino de riesgo. Sin embargo, alejándonos de prejuicios y temores Egipto sigue siendo uno de los lugares más interesantes a nivel de recursos patrimoniales y una fuente inagotable de conocimiento de la antigüedad.
El crucero de tres o cuatro días que ofrecen la mayor parte de los viajes organizados es una buena opción que nos va a ir acercando a los distintos templos y necrópolis situados a orillas del Nilo:
Los templos de Karnak y Luxor son dos de los más representativos. Muy próximos y separados por una avenida flanqueada de esfinges, las imágenes esculturales, las columnas y los grabados jeroglíficos de estos dos templos son impresionantes y permanecen en un buen estado de conservación.
La localidad de Medinet Habu es otra parada interesante de la ruta, allí se encuentra el Templo de Ramsés III y a poca distancia las dos enormes estatuas de los Colosos de Memnon, que presidían la entrada al antiguo Templo de Amenhotep III hoy destruido.
También el templo de Edfu dedicado al dios Horus resulta más que interesante por ser uno de los mejor conservados. Con sus muros exteriores casi intactos acoge dos impresionantes salas hipóstilas, cámaras y santuarios en muy buen estado. La estatua de Horus preside la entrada a una de las salas y todas las paredes están cubiertas de inscripciones y grabados que narran la historia de Egipto y representan a sus dioses.
A orillas del Nilo se encuentra el fantástico Templo de Kom Ombo dedicado al Dios Sobek, con cabeza de cocodrilo y a Horus (Dios Halcón). Además de su original construcción doble y simétrica el templo deslumbra especialmente por su emplazamiento. Allí se juntan al anochecer los barcos crucero que realizan la travesía por el Nilo, iluminando el agua con sus luces que forman junto con la iluminación del templo una imagen preciosa.
Otro punto imprescindible de la ruta es El Valle de los Reyes y de las Reinas, que acoge cerca de un centenar de tumbas de faraones, reinas, personajes de la nobleza y hasta algunos animales. Los enterramientos bajos y camuflados entre las montañas, mucho más discretos y menos llamativos que las pirámides parece que tenían la intención de evitar los expolios y profanaciones por parte de los saqueadores de tumbas, aunque también se sabe que hubo construcciones piramidales posteriores y se cree que pudieran ser realizadas con materiales más perecederos con lo que muchas no sobrevivieron al paso del tiempo.
Allí continúa la tumba del más conocido de los faraones, Tutankamón el faraón niño, que alcanzó la fama no por sus obras ni por la importancia de su breve reinado sino precisamente por el impresionante tesoro que conservaba y que hoy está preservado en el Museo Nacional Egipcio.
El viaje por el Nilo es además una buena forma de conocer algo más del hermoso paisaje y la cultura egipcia: una excursión en barca para conocer el Templo de Philae trasladado durante la misma operación que los templos de Abu Simbel, un paseo hasta el jardín Botánico y la Isla Elefantina, o la travesía en barco por el desértico paisaje de los pueblos nubios con su peculiar forma de vida son un buen reclamo para el turismo.
Los Templos de Abu Simbel, aunque a una distancia algo considerable (unas tres horas de viaje si se va en autobús) son una excursión imprescindible para completar las visitas antes de volar hacia El Cairo. Situados en la zona de Nubia, la construcción de la enorme presa de Asuán dejaba avocados a los templos a hundirse en las aguas perdiéndose para siempre. Una costosa operación, realizada con la ayuda de la UNESCO y con el apoyo de prácticamente todos los países miembros, permitió reubicarlos a orillas del artificial lago Nasser, donde permanecen en la actualidad. El traslado fue uno de los primeros y más impactantes proyectos llevados a cabo por este Organismo reuniendo a expertos de hasta 22 países, trasladando y reconstruyendo paso por paso los inmensos templos. Así actualmente podemos contemplar el impresionante templo de Ramsés II uno de los faraones más prolíficos en cuanto a obras se refiere, junto con el de su esposa Nefertari. Excavados en la roca, con sus gigantescas estatuas flanqueando la entrada, constituyen una de las obras más colosales del antiguo Egipto. Fueron declarados dentro del conjunto de Monumentos de Nubia y Asuán, Patrimonio de la Humanidad en el año 1979.
Cogiendo un vuelo a la capital del país nos deberíamos dejar caer al menos tres o cuatro días por esta fascinante metrópoli para visitar entre otras cosas el lugar más emblemático de Egipto: La Necrópolis de Giza. Las excavaciones continúan revelando sorpresas acerca de este enigmático pueblo y los especialistas siguen rescatando importantes restos arqueológicos de las arenosas tierras egipcias: Hace tan solo unos días a principios de noviembre, los arqueólogos han descubierto una nueva cámara en la Gran Pirámide de Keops, la única maravilla del Mundo Antiguo todavía en pie. La gigantesca Esfinge, mezcla de león y cabeza humana que preside el paisaje al lado de las tres pirámides de Keops, Kefren y Micerinos aporta la nota escultural a un escenario ya de por sí grandioso.
También próxima al Cairo se puede visitar la antigua Necrópolis de Memphis y Sakkara, donde se encuentra la pirámide escalonada de Zoser, la más antigua de Egipto.
Pero las pirámides y tumbas no son ni mucho menos el único aliciente del viaje a Egipto:
La capital es una suerte de mercadillos, lugares emblemáticos y caos circulatorio que uno no debe perderse. Empezando por el Museo Egipcio que guarda cientos y cientos de tesoros, salvados del expolio que Egipto sufrió por parte de otros países y que ha nutrido durante años los diversos museos europeos. Sin embargo como el patrimonio egipcio es inagotable el Museo del Cairo no deja de ser espectacular. Sarcófagos, esculturas, papiros, y una importantísima colección de momias, acompañan a la estrella del museo: La cámara del tesoro de Tutankamón hallado en 1922 por el egiptólogo británico Howard Carter que acoge joyas, utensilios, objetos del ajuar funerario del faraón y por supuesto la máscara labrada en oro y piedras preciosas, junto con varios sarcófagos bellamente labrados que protegían el cuerpo del faraón.
Las mezquitas y templos también son visita obligada en El Cairo: las pequeñas iglesias cristianas del barrio copto y la Mezquita de Alabastro, son un hermoso ejemplo de la arquitectura religiosa árabe. Incluso el cementerio del Cairo es una visita interesante por ser uno de los más peculiares del mundo, en el que muchas de las antiguas tumbas se han convertido en improvisada vivienda para la población más desfavorecida, haciendo del cementerio una auténtica barriada, la llamada “Ciudad de los Muertos”.
La visita nocturna a la ciudad es también de lo más recomendable, y se puede completar con un paseo en barco por las aguas del Nilo o subiendo a la Torre del Cairo desde donde admirar una hermosa panorámica del Nilo y la ciudad iluminada.
Y por supuesto, de ninguna manera debemos abandonar la ciudad sin darnos un buen paseo por Jan el-Jalili: este bazar es uno de los más conocidos del mundo, repleto de tiendas puestecillos y cafés tan emblemáticos como el de Los Espejos donde acudía Naguib Mahfuz y en el que se cuenta que el premio Nobel egipcio escribió algunas de sus obras.
El caso es que Egipto a pesar de la creciente inseguridad que desde Europa se percibe, sigue siendo uno de los destinos más apasionantes del mundo. El peaje que pagan los egipcios por el terrorismo del Estado Islámico está siendo demasiado elevado y tal vez en el mundo occidental deberíamos preguntarnos, por qué Europa no se acuerda de estos países cuándo el terrorismo los golpea, y por qué en el último atentado hace tan solo una semana nuestros muros y redes sociales no se llenaron de banderas solidarias, ni los medios fueron más allá de dar la noticia en el día y en segundo plano, pero en cambio sí que lo tenemos muy presente a la hora de excluirlos de nuestros destinos vacacionales. Hoy desgraciadamente, el terrorismo está presente en todas parte del mundo y el Estado Islámico tiene capacidad para atentar en cualquier país. ¿Por qué entonces no darnos la oportunidad de conocer uno de los lugares más ricos en cultura y más hermosos del planeta?
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