Hiperpaternidad. Dícese, según los expertos, de la conducta que adoptan ciertos padres y madres que optan por sobreproteger a sus hijos. Este control les impide ser autónomos y provoca que estos sean más frágiles, generando con el tiempo adolescentes y adultos con más miedos e inseguridades.
La periodista Eva Millet, autora del libro Hiperpaternidad, define este fenómeno como padres que ven a sus hijos como seres intocables, a los que hay que defender cueste lo que cueste y solucionarle todos sus problemas.
Esto, coincide la pedagoga Ana Couto, implica que "tendemos a que los niños tienen que ser perfectos", una exigencia que los padres depositan sobre sus hijos y, a la vez, "que la sociedad deposita sobre sus padres". La consecuencia de asumir la responsabilidad del menor es que "el niño no aprende", generando problemas de autoestima y autonomía personal.
La psicóloga Jone Ojeda, responsable del programa municipal Namorando, añade que esa presión social hace que los padres "entren en una competición absurda" porque cada niño "tiene su ritmo, sus tiempos y sus necesidades" y respetarlo "es lo que va a hacer que evolucione como realmente tiene que hacerlo".
En una línea similar, Silvia Puga, maestra en el colegio de Ponte Sampaio, entiende que como padres "nos autoexigimos mucho" y a la gran mayoría "nos cuesta decir no" a los hijos, algo que "se nota en los centros educativos". Defiende que a los niños "hay que darles libertad para que puedan escoger" y que los padres "deben relajarse" y no asumir toda la responsabilidad.
A quien no le gusta nada el término hiperpaternidad es a Alba González, miembro de Fanpa Pontevedra. Esta madre de dos hijos asegura que es la sociedad la que, a veces, "te empuja a esa sobreprotección" y la autonomía de los niños "no siempre es premiada" desde los centros educativos. Aún así coincide en que los niños "tienen que aprender a frustrarse".
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