Rajoy retoma su agenda tras pasar todas las fiestas en Pontevedra y Sanxenxo
Por Natalia Puga
Este martes 8 de enero Mariano Rajoy participará, desde la estación de Sants, en Barcelona, en el viaje inaugural de la línea de alta velocidad Barcelona-Girona-Figueres, que será presidido por Su Alteza Real el Príncipe de Asturias. Será el acto con el que el presidente del Gobierno retome su agenda habitual después de unas vacaciones de Navidad que, este año, transcurrieron prácticamente en su totalidad entre Pontevedra y Sanxenxo, con apenas actividad institucional.
Rajoy llegaba a Sanxenxo en la noche del 22 de diciembre, tras un viaje sorpresa y relámpago a las tropas españolas (de la Brilat, para más señas) que están desplegadas en Afganistán. Empezaban unas vacaciones de Navidad que casi coincidían al completo con las de sus hijos Mariano y Juan, de descanso escolar entre el 21 de enero y este martes 8 en que su padre se irá a Barcelona.
El presidente del Gobierno tuvo Sanxenxo como base de operaciones y, a diferencia de lo que aconteció en sus vacaciones de verano, se instaló en el piso de verano que tiene en pleno paseo de Silgar. En agosto había elegido el chalet de su hermano por el ajetreo estival a pie de playa, pero en invierno, y con la localidad vacía de turistas, pudo instalarse con todo su dispositivo de seguridad en su propio apartamento.
Se instauró el presidente en la rutina de amenacer frente a la playa, dar largos paseos mañaneros por Silgar y pasar buena parte de su día en su domicilio, disfrutando con su mujer, Elvira Fernández, y sus hijos de un tiempo libre del que no es habitual que disponga desde que se ha mudado a la Moncloa como líder del Ejectutivo.
La cena de Nochebuena y la comida de Navidad las pasó en Pontevedra, con su padre, su suegra y la familia más cercana, pero el resto del tiempo lo gastó en Sanxenxo. Allí se dejó ver por la taberna del Náutico, sus hijos se apuntaron a clases de vela y él paseó con su mujer y sus descendientes por establecimientos hoteleros de los que es habitual en la zona del puerto deportivo e incluso se dejó fotografiar con algunos sanxenxinos y visitantes.
En la mañana del 24 hizo un parón en esta rutina para enviar un mensaje navideño por videoconferencia a las tropas españolas desplegadas en el exterior. Lo hizo desde la base de la Brilat en Figueirido mientras afectados por las preferentes se concentraban a las puertas de la base General Morillo, pero él no se cruzó con los manifestantes, les evitó utilizando otra puerta de salida.
Tras pasar Navidad, su mujer y sus hijos se quedaron en Sanxenxo y él hizo una escapada de Madrid, para preparar con sus asesores el Consejo de Ministros del viernes 28 de diciembre y comparecer ante los medios ese mismo día. Inmediatamente después se volvió a Pontevedra. Y ya no se movió de Galicia hasta que a mediodía del sábado 5 de enero hacía las maletas y regresaba con su familia a Madrid.
El domingo 6 participó en la celebración de la Pascua Militar, pero pasó el resto del día y este lunes con su familia antes de retomar este martes su agenda en Barcelona. Su última estancia en Sanxenxo y Pontevedra transcurrió con la misma rutina que en Navidad, pasó Nochevieja en la capital y se dejó ver en una cafetería con su padre y su hermano y volvió al refugio arousano.
El viernes tuvo que interrumpirlo. A las 10.00 horas inauguró la exposición permanente del Sexto Edificio del Museo de Pontevedra y a las 12.30 imponía al ex presidente de la Xunta Gerardo Fernández Albor la Gran Cruz de Isabel la Católica en un acto en Santiago.
En ambos eventos le esperaban los manifestantes fuera, se quejaban por el paro, por la situación económica del país, por múltiples problemas por los que algunos pensaron que el presidente no debía haberse tomado unas vacaciones tan largas en las Rías Baixas, sino quedarse en su despacho de la Moncloa, pero él no tampoco hizo alarde de encontrarse de asueto, sus apariciones públicas estas navidades fueron con su familia, tranquilas y en actos institucionales que hizo coincidir en su agenda para no desplazarse de Galicia.
El penúltimo día de su estancia pontevedresa incluso contradijo las recomendaciones de su escolta y se paró a charlar con dos afectados por las preferentes en un bar de Sanxenxo.
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