Nuria Cruz, doble trasplantada: "Tengo cuatro riñones, el último me lo donó mi amiga Mercedes"
Por Mónica Patxot & María José Pita
El próximo 20 de junio Nuria Cruz celebra su "cumplirriñón", como a ella le gusta llamarlo. Fue en esa fecha de 2023 cuando recibía un riñón donado por su gran amiga Mercedes. Un trasplante renal de donante vivo que le ha liberado de cuatro horas de diálisis tres días a la semana, con todas las secuelas que origina, y que le permite seguir conviviendo con su enfermedad SHUa (acrónimo de Síndrome Hemolítico Urémico atípico), que en estos momentos se encuentra estabilizada.
"Como dice mi médico: os trasplantamos para vivir, no para sobrevivir, y Mercedes me ha dado la vida", asegura emocionada Nuria.
Esta ferrolana del 73, residente en Pontevedra desde hace años "por amor" y actual presidenta de la Asociación para la Lucha contra las Enfermedades de Riñón (ALCER Pontevedra), explica que fue con 32 años, sin tener antecedentes ni síntomas previos, cuando le diagnosticaron la enfermedad a partir de un cuadro de cansancio.
"Pensaba que estaba incubando una gripe, yo entonces era peluquera y estábamos en diciembre, pensé: ojalá pueda estar con gripe tres días en cama y coger fuerzas para la campaña de Navidad, que es la de más trabajo. Y, nada, en vez de tres días fueron 18 años", señala.
Es muy gráfica para aclarar lo que supone el SHUa, "una enfermedad rara genética que hace que tu metabolismo se acelere, como quien dice, y entonces, cuando hay una cosa mala, tu organismo va a defenderse de eso, pero en vez de mandar una tropa, de repente manda una, dos, cinco, diez… y entonces se acaba lo malo y empieza a llevarse todo lo demás. Se empiezan a formar coágulos en la sangre, destruye plaquetas, glóbulos blancos, glóbulos rojos… es como que tu sangre se convierte en agua, y entonces empiezan a fallar los órganos, el primero de ellos, el riñón, porque es el que filtra todo, e incluso se han dado casos de muerte por un mal diagnóstico".
Cuando Nuria debutó en la enfermedad no había tratamiento y pronto entró en diálisis. Tras diez años y medio "enchufada" a la máquina en largas sesiones llegó el primer trasplante, en este caso, de una persona fallecida. "Pero este riñón duró solo 5 años y tuve que volver a diálisis", matiza.
Tras un año y medio de regreso a las sesiones de diálisis, su médico le informa de que "necesitas trasplantarte de nuevo" y que lo mejor es que sea de un donante vivo, "por haber tenido una diálisis tan larga y el trasplante anterior, se evitan mejor las complicaciones con un órgano de donante vivo".
Con el susto en el cuerpo, se lo comenta a su grupo de amigas ferrolanas, con las que comparte 35 años de amistad. Todas la apoyaron, aunque la más decidida fue Mercedes que, sin pensárselo, preguntó: "¿Y qué tenemos que hacer?". "Nos llamamos las Mosqueteras: ¡Una para todas y todas para una!, para mí son mi familia, pero ahora Merce es como mi hermana", añade Nuria.
Para saber si los riñones de Mercedes eran compatibles y su salud la hacía apta para la donación tuvieron que pasar ambas varias pruebas: analíticas, electrocardiograma y ecografías "para ver los riñones, porque al donante le dejan su mejor riñón". A continuación, "tienes que pasar por psicólogo, tribunal médico y juez", detalla Nuria.
"Nosotros pedimos que se centralicen todas las pruebas, y así se lo hemos trasladado al conselleiro de Sanidad"
En este punto se detiene para insistir en una reivindicación que está en la agenda de ALCER. "Nosotros pedimos que se centralicen todas las pruebas, y así se lo hemos trasladado al conselleiro de Sanidad. Para cada prueba tienes que pedir un volante en tu centro de salud e ir al mostrador de citas. Por ejemplo, el psicólogo es lo que más retraso lleva, como no haya un hueco, pueden pasar seis meses hasta tener la cita".
En su caso tuvieron suerte, gracias a la implicación de los sanitarios ferrolanos, localidad en la que Mercedes reside y trabaja en un supermercado, y que había "huecos libres en las citas, que si no sería imposible". En dos meses concluían el proceso previo al trasplante.
A continuación, el 13 de junio de 2023 estaban ambas amigas citadas en A Coruña para realizar más pruebas conjuntas.
"El día anterior, estaba yo en la sala de diálisis y me llamaron: ‘Nuria, venís mañana, ¿no? ¿Y tenéis toda la mañana?. Sí, ella pidió el día en el trabajo y yo no tengo diálisis, le contesté. Y me dice: ‘Es que necesitamos que estéis toda la mañana para realizaros muchas pruebas porque el trasplante va a ser el día 20, lo hemos decidido’. Resulta que o hacían el trasplante en esa fecha o, si no, tendría que ser después del verano, decidieron adelantarlo porque mi médico se cogía vacaciones en septiembre y habría que esperar a octubre", expone Nuria, que quiere también destacar, además de la profesionalidad, la calidad humana de todos las personas que trabajan en el servicio de trasplantes.
"Son profesionales de diez. Fíjate que a Mercedes le extirparon el riñón por la espalda por laparoscopia, y como en la extracción final tienen que cortar y abrir más zona, al finalizar le hicieron una sutura de cirugía estética, mucho más laboriosa, porque el médico dijo que se lo merecía", anota Nuria. Y es que ese era el miedo que ella tenía, porque sabía que la recuperación del donante, al tener que cortar músculos muy delicados de la espalda, es más complicada.
El CHUAC se sitúa entre los diez hospitales más trasplantadores de España. Nuria relata cómo fue el proceso una vez cerrada la fecha de la operación: "Los trasplantes de donante vivo en Coruña los hacen siempre los martes a partir de las tres de la tarde. Se ingresa el domingo por la tarde y el lunes se hacen las últimas pruebas para ver que todo está bien, que no tienes fiebre, por ejemplo, porque si no saben de dónde viene no puedes entrar en quirófano. Si todo está correcto, el martes, primero baja el donante a quirófano, abren, empiezan con la operación y, un poco antes de extraer el riñón, meten al quirófano contiguo al receptor, en este caso a mí. Entonces ya te duermen, te abren, te empiezan a preparar y, en el quirófano de al lado, sacan el riñón e inmediatamente pasan a mi quirófano y ya me lo colocan en su sitio".
"Los riñones naturales generalmente no se quitan, no están enfermos, solo dejan de funcionar"
Finalizado este segundo trasplante, a muchos sorprende saber que Nuria tiene en su cuerpo cuatro riñones. "Los riñones naturales generalmente no se quitan, no están enfermos, solo dejan de funcionar, es como cuando se para el motor de un coche pero tú lo ves y está perfecto. Cuando te trasplantan, te ponen el nuevo riñón en la zona delantera, a la menor distancia de la vejiga y la uretra y mejor acceso a la conexión con el aparato urinario. Sí quitarían el órgano en caso de poliquistosis o un cáncer", aclara.
¿Cómo es la vida de Nuria un año después? La pontevedresa de adopción reconoce que desde entonces "todos los días son una fiesta".
Acude a recibir el tratamiento de su enfermedad crónica cada dos meses al Hospital Provincial, y lo dice con emoción: "esta enfermedad afecta sobre todo a niños, no te imaginas lo importante que es que haya estos nuevos tratamientos; antes tenían que pinchar a bebés de seis meses, chiquitines de tres años, seis o dieciséis… cada quince días, sacarlos de su entorno y pinchar esos bracitos; y los mayores tampoco pueden estar pidiendo en el trabajo la mañana cada quince días. Esta nueva medicación es un adelanto y, hay que decirlo, gracias a la investigación, a nuestra sanidad pública y los grandísimos profesionales que tenemos".
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