Nada podía hacer presagiar, en la tarde del domingo 6 de noviembre, que pasaría a figurar marcada en el calendario de 2022 como un día negro de la historia de Pontevedra. Empezó a arder en el interior de las instalaciones de la antigua fábrica de cerámica de Pontesa en la parroquia de Ponte Sampaio, un recinto dedicado al almacenaje de cereal que acabaría ardiendo durante 21 días y se llevaría la vida de un operario.
El fallecido fue Benito González Dopazo, un vecino de Marín de 59 años que resultó herido grave durante las tareas de extinción del incendio y falleció tres días después en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña, donde ingresó con quemaduras de tercer grado en el 85% de su cuerpo.
Benito González era concejal del PSdeG-PSOE en la corporación de Marín y siempre fue un hombre muy activo a nivel social.
Fue presidente de la comunidad de montes de Santomé de Piñeiro; fundador y delegado del equipo de fútbol veterano de la parroquia; presidente del IES Chan do Monte de Marín durante diez años; y directivo de FANPA Pontevedra y de CONFAPA, la federación gallega de asociaciones de madres y padres.
El luto llenó de pesar Marín mientras todos los ojos seguían mirando con preocupación hacia la fábrica. El incendio, que la concejala de Seguridade Cidadá, calificó de "gravedad extrema", obligó a los servicios de emergencia a mantener un control constante durante tres semanas hasta darlo por extinguido.
El Grupo Nogar a través de su filial Galigrain, titular del cereal allí almacenado, tuvo que mover y trasladar alrededor de 10.000 toneladas de cereal directamente afectado por el incendio, tareas para las que utilizaron 1.000 camiones de diez toneladas. El problema, no tenían licencia de actividad.
El operativo implicó a Bomberos de Pontevedra, O Morrazo y Ribadumia e incluso motivó el uso de las cisternas de la Axencia Galega de Emerxencias,que aportaron agua siete horas al día durante estas tres semanas. Para extinguir este incendio, se utilizaron aproximadamente 3,5 millones de litros de agua, alrededor de un tercio de lo que consume todo el Concello de Pontevedra en un día.
Las tareas se vieron complicadas por la presencia de amianto en las instalaciones, de modo que la Inspección de Trabajo clausuró la nave e impedía entrar a los bomberos para apagar el fuego. Tan solo pudieron entrar, con trajes de protección específicos, agentes de la Policía Científica de la Policía Nacional para investigar lo ocurrido. La investigación todavía no está concluida.
El incendio causó consternación en la parroquia de Ponte Sampaio, muy vinculada la esta emblemática fábrica durante años por la cantidad de vecinos y vecinas que trabajaron en ella, y también en Arcade (Soutomaior) y Paredes (Vilaboa). Todos son lugares limítrofes que vivieron con miedo el incendio y luego con preocupación la presencia de humo y de fuertes olores durante semanas.
Este incendio también llevó al Concello de Pontevedra a investigar la nave de La Cross, en Alba, donde esta misma compañía acumulaba 96.000 toneladas de cereal, más del doble del que había en Pontesa. Tras la inspección, decidieron paralizar su actividad.