El acusado de golpear a tres mujeres en Barro en 2011 confiesa en el juicio no recordar las agresiones
Por Mónica Patxot & Anxo Lourido
Venancio V.T. no recuerda nada de lo que sucedió el 13 de enero de 2011. Así lo manifestó ante el juez durante la vista oral celebrada este martes 14 en la Audiencia de Pontevedra. Venancio salía aquel día de prisión portando una pulsera GPS de vigilancia penitenciaria en uno de sus tobillos. Celebró esa salida con su hermano con el que comió consumiendo alcohol, también había consumido un tranquilizante. Ahí finalizan los recuerdos que el acusado mantiene de aquella jornada. No recuerda haber dicho que "iba a montarla" si fallaba la pulsera.
Los testigos manifestaron que lo habían visto discutiendo y peleándose con su hermano en Perdecanai en el municipio de Barro. En ese momento coincidió que María del Carmen, una vecina de 69 años, se dirigía a buscar un burro a una de sus fincas. Ella tampoco recuerda más, solo que fue golpeada. Sus vecinas afirman que Venancio le propinó un puñetazo en la cara que la tumbó. El hermano abandonó el lugar mientras el acusado se dedicó a propinar patadas a la mujer en el suelo.
Ante la gravedad de la agresión, las vecinas salieron de sus casas y se encontraron al joven tumbado a 100 metros de la víctima que sangraba abundantemente. Según las testigos, el hombre balbuceaba en el suelo y cuando una vecina le preguntó qué le pasaba intentó levantarse con dificultad y comenzó a insultar a las vecinas, que intentaban socorrer a María del Carmen.
En ese momento, otra vecina, Isabel, salía en su coche de casa. Venancio lanzó un bloque de cemento contra el vehículo mientras le gritaba que abandonase el coche. Logró agarrarse al turismo y, a través de la ventanilla, golpeaba con un puñetazo a la conductora. A pesar del impacto, la mujer conseguía escaparse. Venancio se enfrenta entonces a las mujeres que están atendiendo a María del Carmen. Ellas se defienden con el palo de una horquilla. El hombre golpeaba entonces a otra vecina, María Jesús, propinándole un cabezazo en la cara. El hombre terminó cayendo por un pequeño terraplén y, a continuación, se dirigió hacia un patio donde se tumbó alrededor de 5 cinco minutos, cuando llegaron dos agentes de la Guardia Civil.
Venancio agarró por el cuello al primero de los agentes que se acercó a él, que viéndose incapaz de reducirlo alertó a su compañero. Entre ambos consiguieron detenerlo a pesar de que, como confesaron en el juicio, el joven estaba "fuera de sí" ofreciendo una gran resistencia hasta el punto de que, incluso reducido, seguía resistiéndose.
El hombre fue trasladado primero al centro de salud y después a Urgencias donde se le suministró dos cócteles con tranquilizantes para intentar rebajar la agitación psicomotriz que presentaba. Tanto las médico forenses como el personal facultativo que atendió a Venancio durante aquel día señalaban en la vista oral que tenía las facultades gravemente alteradas. Según las forenses, no era capaz de diferenciar "lo lícito de lo ilícito en sus actos". Incluso afirmaron que se encontraba en el grado más alto en el que se pueden tener las capacidades en una persona que no se encuentre en coma.
Debido a los golpes sufridos, María del Carmen perdió el olfato y sufrió alteraciones de sus funciones ejecutivas con problemas para activarse y realizar sus trabajos habituales. El fiscal solicita seis años de prisión por un delito de lesiones mientras que la defensa reclama la libre absolución al entender que el acusado tenía las facultades anuladas y no existen pruebas de que quisiera realizar las agresiones. Considera que esta situación se resolvería únicamente a través de la responsabilidad civil y solicitó la libertad del encausado.
El juicio fue seguido en la sala por estudiantes del Instituto de Poio, que tras la vista oral analizaron los hechos con el representante del Ministerio Fiscal, con los abogados y con los miembros del tribunal.
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