UGTIN, la vieja escuela sindical que desapareció a la sombra de una palmera
Por Mónica Patxot & Anxo Lourido
Eran los años finales de la década de los 70 y los sindicatos estrenaban como espacio de trabajo el edificio de la calle Pasantería donde estaba instalada la delegación del Ministerio de Trabajo. En la antigua casa del conserje, tras las sedes del inmueble se instaló una escuela infantil al amparo de uno de los sindicatos mayoritarios. Se la conocía como UGTIN.
Aquella escuela funcionó durante los primeros años de la democracia. Con suelo de corcho, contaba con comedor, cuyo horno todavía se encuentra, ahora muy oxidado, entre las reliquias que se pueden ver en los pasillos del edificio sindical, y con un patio de recreo con una zona cubierta que permitía a los escolares disfrutar del recreo en los días de lluvia. En ese patio se plantó una palmera, un oasis que destacaba entre el gris de la piedra de la calle Figueroa a la que se accede bajando unas escaleras situadas en un lateral de este recinto.
Una vez que los niños desaparecieron cuando la escuela cesó su actividad a principios de los noventa, el patio se convirtió en un espacio sin uso. Bajo la cubierta se amparaba un futbolín destartalado y, en los últimos tiempos, una parrilla que era aprovechada con motivo de la celebración de la Feira Franca. UGT, central encargada de la gestión de este espacio regulado por el Peprica, solicitó la demolición de esa estructura de cemento del centro escolar que corría el peligro de desplomarse y que ofrecía una imagen de abandono. Tras diversas gestiones, Patrimonio autorizó el derribo de la construcción obligando a conservar la palmera. Ahora el patio, con el tamaño apróximado de un campo de fútbol-sala se encuentra liberado de columnas, de aleros y de cemento. Ramón Vidal, secretario comarcal de UGT, proyecta plantar césped en toda la superficie.
Además de la palmera, la parte trasera del edificio ocupado por los sindicatos se encuentra cubierta por una hiedra que trepa hasta la cuarta planta y tampoco puede ser retirada, según indica Vidal, porque no se lo permite el Concello. Él entiende que es un error. La planta leñosa se convierte en una jungla de bichería y de humedad que afecta al inmueble, que continúa siendo propiedad del Ministerio de Trabajo.
UN SALÓN DE ACTOS DECADENTE
A través del ventanal que limita el patio se puede ver el interior del salón de actos que emplean las centrales para las asambleas. A pesar de haber sido adecentado para la visita de Íñigo Errejón, de Podemos, en su visita a Pontevedra, el secretario de Política de la agrupación de Pablo Iglesias debió de asustarse por la imagen decadente de este espacio. La pintura se desconcha, viejos archivadores permanecen sin uso en los corredores laterales y en la entrada del salón se encuentra un carro de supermercado abandonado allí tras alguna protesta callejera.
Ramón Vidal cree que la mejor solución para el salón de actos sería dejar al descubierto la piedra de las paredes, retirar la mesa de madera maciza del escenario y lograr la cesión de asientos en mejores condiciones, como los del paraninfo de la antigua sede de la Xunta de Galicia en Benito Corbal, apunta mientras recorre un pasillo de los bajos del sindicato en donde se acumulan archivos humedecidos y documentos ilegibles, además de algún tablero de parchís que se utilizaba en la antigua escuela.
"De todo isto quen podía tervos falado moito era Agustín Dobarro" comenta Ramón Vidal con pena recordando a uno de los más característicos sindicalistas de FIA-UGT durante las últimas décadas. Dobarro fallecía a los 73 años a finales de marzo, de una complicación respiratoria, coincidiendo con el inicio de la retirada de los últimos restos de aquella escuela conocida como UGTIN.