Ramiro Espiño
72 años después
No, no teman. No voy a hacer historia. No quisiera aburrir con un relato ya repetido hasta la saciedad y por ello de conocimiento mayoritario. Además, ¿qué se puede aportar que no haya sido dicho antes? Pero sí creo que conviene recordar que hoy, precisamente hoy, hace 72 años, nacía el Pontevedra C.F., aunque sólo sea para hacer reflexión sobre las grandes diferencias que separan ambas fechas, pero especialmente sobre las grandes diferencias que separan a los protagonistas de aquel histórico "Pacto de las Palmeras" de bastantes de los que actualmente ocupan, que no ejercen, cargos de dirección en el club, ahora (por desgracia) sociedad anónima.
Porque aquel Pontevedra nacía de la unión, del amor a un deporte, a una ciudad y a unos colores. De la integración. Pero sobre todo de la ILUSIÿN de todos los que lo crearon y creyeron en él.
Y 72 años después, este Pontevedra actual está sometido al despotismo de unos pocos, que condicionan con sus actos y maniobras en la sombra, el futuro de una entidad histórica y querida por la mayoría de los pontevedreses, hasta el punto de poner en serio riesgo ese futuro que podría y debería ser cuando menos esperanzador.
Por eso, desde el conocimiento adquirido en más de 50 años siguiendo (y queriendo) a este club. Desde los ya más de 30 años dedicados a informar sobre los avatares del Pontevedra, tantas veces sacudido por tempestades que le situaban a punto de estrellarse contra las rocas y hundirse de forma irremediable, pero consiguiendo siempre sobrevivir y salir a flote, a veces de forma milagrosa, creo que llegó la hora de decir bien alto: ¡BASTA YA!
Nunca, repito, NUNCA, en sus 72 años de historia el Pontevedra estuvo tan a la deriva como en la actualidad.
Nunca, ni en los peores momentos, el Pontevedra llegó tan bajo, deportiva, social e institucionalmente, pero especialmente en cuanto a los que debieran representarlo (y, ¡ojo!, en este último sentido conviene matizar, por lo que pondré nombre y apellidos, que hay tanto en juego que no es cuestión de andarse con medias tintas).
Quizás pocos recuerden ya que no hace tanto el Pontevedra pasó por momentos muy delicados, que le situaron al borde de la desaparición. Quizás sean pocos los que recuerden que la entidad alcanzó una deuda de más de 700 millones de pesetas, a finales del siglo pasado, que eran muchas pesetas. Que acabada una temporada había que conseguir más de 30 millones de pesetas (a principios de los 90) para evitar el descenso y la desaparición, que incluso hubo en período en que los mismos jugadores se hicieron cargo del club.
Todo eso se superó. Con la quita y espera propiciada por Gerardo Lorenzo, que hizo descender esa deuda a algo menos de 200 millones. Con una campaña organizada a través de Radio Pontevedra, de la mano de Antonio Reguera, el recordado Tito García y un servidor, apoyados por un buen grupo de amigos, para conseguir en apenas un par de meses más de 40 millones (que también eran muchos millones). Con la entrega de los jugadores de entonces, que no dudaron en vender bocadillos o servir copas en locales para recaudar fondos. Con el valor de Pedro Antonio Rivas, echándose al monte y presentando su candidatura a la presidencia sin más respaldo que su pontevedresismo.
¿Saben lo que nos unía a todos? El amor por el Pontevedra. Y lo sigue haciendo. Por eso, en este 72 aniversario de la fundación del club, vuelvo a decir: ¡BASTA YA!
Esta entidad no puede seguir así. Es viable, perfectamente viable tras el proceso concursal. Pero hay que hacer frente a los compromisos y para eso hay que gestionar, deportiva y económicamente. Y para poder hacer eso, antes hay que purificar el ambiente. No se puede tolerar que el club esté en manos de quien ni le quiere, ni le importa un carajo. De quien antepone sus caprichos personales, sus rencores, a sus obligaciones.
No se puede tolerar que un consejo de administración integrado por siete miembros, tenga sólo tres dispuestos a estar en el día a día (Fernández, Millán y Durán), uno que quiere al Pontevedra, pero a quien la distancia no le permite más (Tilve) y otros tres de los que me ocupo ahora. Porque esta situación lleva al desgobierno, y porque además, el resultado de la gestión que han realizado, especialmente en los dos últimos años, sólo se puede calificar de nefasta.
Para no extenderme demasiado, que tiempo habrá para entrar en matices si fuese necesario en comentarios posteriores, decir que el funcionamiento del consejo no debe seguir así ni una semana más. No son de recibo, y me atrevo a asegurar que incluso podría incurrir en responsabilidades legales, las reiteradas inasistencias de algunos consejeros que condicionan la celebración de reuniones o incluso llegan a hacerlas inviables por falta de quorum. Escuchar los equilibrios que a veces tienen que hacer en sus declaraciones públicas el presidente, o ayer mismo Milo, para no emplear la expresión "reunión del consejo" cambiándola por el eufemismo "reunión de trabajo de los consejeros", causaría hilaridad, si no fuese porque en realidad resulta patético.
Si un contrato laboral puede extinguirse por faltas de asistencia al trabajo, ya hay empresas en las que se regula que un número de faltas de asistencia de un consejero a las reuniones del consejo de administración son motivo de cese. Los consejeros tienen el derecho y a su vez el DEBER de asistir a las reuniones. Si no lo hacen, impidiendo el normal funcionamiento de la sociedad, sólo cabe una salida. Exigir su renuncia de forma inmediata.
Y voy al detalle:
Lupe Murillo. Pudo ser una opción aplaudida por todos. Ahora mismo es parte del problema, por no decir "El problema". No se sabe si va o si viene. Si está o se la espera. Su indefinición la descalifica, porque la situación del Pontevedra no admite más demoras en ponerle el oportuno remedio. Además, sus múltiples ocupaciones la llevan a no disponer del tiempo que ahora mismo necesita el club para una adecuada gestión. Asiste a las reuniones, pero después de pactar una fecha libre en su habitualmente apretadísima agenda.
José Manuel Dopico. ¿Y ese quién es? Ni él sabía nada del Pontevedra, ni el Pontevedra de él. ¡Qué pena que no siguiese siendo así actualmente! Le ponen de secretario, dimite, pero se queda para no asistir. Es como las cucharas, que ni pincha ni corta. Su "cariño" al Pontevedra lo demuestra al presentar su dimisión por carta, en lugar de personalmente, obligando al club a incurrir en gastos notariales. Llegó para "levantar la mano" al dictado y sigue simplemente para estorbar, porque así se lo dice su mentor.
Mauricio Rodríguez. Es el ideólogo en la sombra. Asiste a los consejos por "Whatsapp", simplemente porque su capricho personal le hace no querer sentarse en la misma mesa que José Antonio Millán. Sigue maniobrando en la sombra, presumiendo de una gestión económica y filtrando unos beneficios contables, cuando su primer año fue un desastre económico y deportivo, y el segundo (aún no publicado) se dice que aportará más de 200.000 euros de perdida real (diferencia simple entre ingresos y gastos reales, excluyendo resultados contables positivos derivados del proceso concursal). Tuvo todo el apoyo posible y más para ser un buen presidente, pero pronto demostró que, si es de ilusos pedirle peras al olmo, menos aún podemos esperarlas de un alcornoque.
Una de sus últimas y brillantes ideas, según se comenta, consistiría en proponer que a la nueva Asociación de Peñas se les cobrase un canon por la utilización del local que se les cede en Pasarón, o que en caso contrario él demandaría también otro local para uso de su propia empresa. Eso por no hablar (de momento), de determinados certificados firmados por él mismo, que han servido de base documental para hacerse con su actual paquete accionarial. Un iluminado, vamos.
Por eso y mucho más, termino pidiendo a los propietarios de paquetes importantes de acciones que tomen cartas en el asunto de una vez y aparten de la sociedad a las lacras que impiden su recuperación. Sé que muchos de esos accionistas lo son por circunstancias, no por voluntad propia, al tener que transformar en acciones las deudas que el club había contraído con ellos. Pero ya que lo son, que ejerzan, que defiendan al club y a sus propios intereses poniendo al frente a personas que de verdad quieran trabajar por y para el Pontevedra.
Porque este club es más que viable, con una buena administración, con una gestión responsable, y devolviendo la ILUSIÿN a su masa social. La deuda tras el concurso de acreedores ha quedado reducida a cantidades sensiblemente inferiores a las que tenía cuando se hizo la "quita y espera" de Gerardo Lorenzo. Ahora toca trabajar, pero sobre todo UNIR esfuerzos y voluntades, cosa que ninguno de estos personajes conseguirá, primero porque no saben, y después porque no quieren.
Como muchos aficionados me han pedido que dé mi opinión, aquí la tienen. Y como también es el tema del momento, amplío y me posiciono, que lo mío nunca fueron las medias tintas. Creo que José Manuel Fernández, con la debida ayuda y con un consejo amplio, integrado por granates de corazón y sentimiento, puede ser un buen presidente. Como creo que Manu Fernández puede ser una opción válida como entrenador. Lo que me gustaría es que algunos dejasen de mezclar "churras con merinas" y le viesen o juzgasen simplemente como técnico, no como hijo del presidente.
Dicho esto, 72 años después. ¡Feliz cumpleaños!, y que cumpla muchos más nuestro Pontevedriña, pero limpio de lacras e intereses oscuros.