Ramiro Espiño
Tiempos mejores para Pontevedra y su deporte
Corría el año 2007 y parece que fue hace una eternidad. El deporte pontevedrés vivía días de gloria con sus máximos representantes codeándose con lo más granado de sus respectivas disciplinas a nivel nacional. El Pontevedra seguía soñando con volver a Liga Profesional, no lo conseguía, es cierto, pero ilusionaba a su numerosa y fiel masa de seguidores. El Teucro alcanzaba de nuevo la Liga Asobal. El Leis, que había tomado el relevo del desaparecido Rías Baixas, asomaba la cabeza entre los grandes de una Liga Nacional de fútbol sala que por aquel entonces presumía de entorchados europeos y mundiales y no "contentos" con eso, nuestra veterana Sociedad Gimnástica colaba a su equipo en la élite de los elegidos ascendiendo también a la máxima categoría. Y por detrás una pléyade de equipos en todas las categorías y modalidades deportivas.
Era un sueño para los que amamos el deporte en general, que son legión en una ciudad de poco más de 80.000 habitantes. Pero como sucede en la mayoría de los sueños, lo malo es el despertar.
Antes de que llegase la crisis económica comenzó para nuestro deporte un progresivo derrumbe. Se hundió el Leis, siguiendo la estela del Rías Baixas, porque difícil se hace sostener un club en la élite con doscientos espectadores en la grada cada semana. Se hundió el Pontevedra, como consecuencia de una calamitosa gestión enlazada con la crisis del ladrillo y aderezada por la aparición en escena de determinados "fichajes" no deportivos que cobraban como si fuesen estrellas y no metían goles...Bueno, sí, alguno metieron, por toda la escuadra, a quien les contrató y a quién confió en ellos. Le siguió el Teucro, arrastrando una deuda sideral que le ha llevado a solicitar concurso de acreedores, como antes lo había hecho el Pontevedra, que hace dudar seriamente de su viabilidad futura (aunque eso será motivo de un comentario aparte) e incluso la Gimnástica, que sí tiene una gestión ejemplar, ha experimentado con dureza los avatares del duro momento económico, pasando de celebrar el ascenso de su equipo femenino a una dolorosa renuncia, precisamente (y con buen criterio) para no verse en situación similar a sus colegas.
En sólo cinco años hemos cambiado radicalmente para peor. Nuestro deporte parece un solar y si oteamos el horizonte sólo vemos negros nubarrones. ¿Significa ésto que Pontevedra ha dado la espalda al deporte?. No. En absoluto. El pueblo se echa a la calle en cualquier acontecimiento que se le ofrece y que merezca la pena, basta para muestra la Vuelta a España o el Campeonato de Europa de Triatlon. No renunciemos a eso, pero no dejemos en el olvido a los que día a día, los 365 de cada año (y los bisiestos uno más) trabajan, nos ilusionan e incluso nos hacen sufrir, pero son NUESTROS. Reivindico que en Pontevedra y alrededores hay con seguridad gestores, buenos gestores y amantes del deporte capaces de darle la vuelta a la tortilla. Entre todos tenemos que implicarlos y animarlos para que den un paso al frente.
Erhard Wunderlich
Y ya que entre otras cosas hablo en este comentario de mejores tiempos en nuestro deporte, no quiero terminar sin hacer una referencia a una estrella mundial que nos dejó de forma temprana. Los que tuvimos la fortuna de verle jugar sabemos que cambió para muchos la forma de entender el balonmano. Dicen de él que sus lanzamientos superaban los 100 kilómetros por hora. No lo sé, sólo que nuestro Pabellón Municipal de los Deportes se llenó hasta la bandera para ver en acción al por entonces considerado y con justicia, mejor jugador de balonmano del mundo.
El entonces presidente del Barcelona, José Luis Núñez, se presentó en el verano de 1983 ante los periodistas catalanes junto a un gigante alemán llamado Erhard Wunderlich, un gigantón de más de dos metros y cien kilos de peso. Esa presentación fue un acontecimiento para el balonmano mundial. Wunderlich abría una nueva era para ese deporte. "El primer millonario del balonmano" titulaban los medios alemanes la noticia sobre su fichaje procedente del legendario Gummersbach. Aquí le vimos en su única temporada en España y muchos recordarán como el bueno de "Pucho" Pérez, con apenas 1,60 metros, intentaba por orden de Julio Latas, por entonces entrenador del Teucro, una defensa mixta de "David contra Goliat", con la salvedad de que, a diferencia de la historia bíblica, ganó el "Goliat" alemán.
Erhard Wunderlich falleció la pasada semana, con sólo 55 años, víctima de un cáncer de piel. El mundo del balonmano lo lamenta. Yo quiero recordarlo con nostalgia, nostalgia por él y nostalgia por tiempos mejores de nuestro deporte que hoy por hoy se antoja una quimera pensar que puedan volver a ser realidad.