María Jamardo: "Ni el patriotismo es de 'derechas' ni el activismo patrimonio en exclusiva de la 'izquierda'"
Por Redacción
La pontevedresa María Jamardo es una defensora a ultranza de la libertad de pensamiento y la crítica constructiva. Así lo argumenta en sus múltiples colaboraciones en distintos medios de comunicación donde se muestra convencida de que "los malos, nunca ganan". A partir de ahora también PontevedraViva contará con la firma de esta especialista en imagen y protocolo del ámbito corporativo, que en su día solo dudó en dar el salto a la política.
¿Cree que ha quedado “etiquetada” tras su paso por Sociedad Civil y Democracia?
Nunca me han gustado las etiquetas, encorsetan y se pierden matices que son verdaderamente importantes.
Si la pregunta es si haberme posicionado ha supuesto algún coste, la respuesta es un sí rotundo. Dar un paso al frente para desmarcarte de lo políticamente correcto y liderar un proyecto nuevo a nivel nacional supone pagar el precio del silencio mediático en algunos casos y desde luego, perder el anonimato. Pero también me ha brindado la oportunidad de defender mis ideas y el honor de representar las inquietudes de todos los que las comparten. Si la pregunta es si me arrepiento, la respuesta es un NO en mayúsculas. No se puede pasar por la vida de puntillas. Hay que decir las verdades alto, claro, con pasión y convicción, aunque escuezan.
¿Con qué se queda de esa experiencia?
Me siento tremendamente afortunada por haber tenido la oportunidad de vivirla. Como ciudadana, preocupada por lo que pasa y consciente de que la política a la que asistimos se aleja cada vez más de la sociedad civil, creo que ha sido un máster avanzado e impagable que me ha permitido evolucionar y ver las cosas desde una perspectiva amplia y con conocimiento de causa.
Lo mejor de todo, sin duda, las personas que he conocido (entre las que cuento ya con grandes amigos en contra de la creencia extendida de que en política no los hay) y que siguen decididas a dar la batalla, sin resignarse, por hacer lo correcto a cambio de nada… o de mucho, dejar a los que vengan un país mejor, más libre, menos intervenido, cohesionado.
Estoy firmemente convencida de que insistir en modelos agotados ya no es una opción. Cada vez somos más los que nos desmarcamos de un sistema que no funciona y en el que lo social ha dejado de ser patrimonio de la sociedad y fruto del esfuerzo individual, para convertirse en una excusa que financie el parasitismo y la mediocridad de unos cuantos. El fracaso no es equivocarte intentándolo, el error es no hacer nada para intentar cambiar lo que no funciona.
¿Mantiene intacta su pasión por sus ideas? ¿Volvería a la política activa?
Las ideas son el resultado de la reflexión y la experiencia, es imposible renunciar a ellas. Hacerlo sería como negarme a mí misma. Sinceramente, creo que no hay nada más importante en la vida que ser fiel a tus principios, por difícil que sea. En mi caso es una cuestión de coherencia personal y respeto a mis hijos. Quiero que el día de mañana reconozcan a su madre como alguien que no elude responsabilidades y defiende siempre aquello en lo que cree. Me gustaría que fuesen hombres valientes y comprometidos, y creo que la mejor forma de enseñárselo es con el ejemplo.
Aunque actualmente no represente a unas siglas, sigo y seguiré tremendamente activa. La política forma parte de la sociedad y la sociedad debe volver a formar parte de la política, por eso lucho cada día. No encuentro en el espectro ninguna formación con la que identificarme y por eso he decidido tomarme un tiempo. No es cuestión de estar por estar, sino de creer en un proyecto y trabajar por él, cuando surja la ocasión y si considero que mi aportación puede ser útil no tendré ningún inconveniente. Pero debería ser un partido que se entienda como mera herramienta de participación política y no como una empresa en sí misma.
Por el momento estoy concentrada en ayudar a consolidar El Club de los Viernes, un act thank del que soy miembro fundador y que es una plataforma magnífica, apartidista y profundamente comprometida con las libertades civiles, la propiedad privada y el estado limitado.
¿Existe la crítica constructiva?
¿Se imagina que todos pensásemos igual? Sería tremendamente aburrido. El reto está en que el debate tenga nivel y estimule el pensamiento crítico como base del progreso. No son buenos tiempos para ello, pero hay que intentarlo.
Tener la posibilidad de opinar de una forma libre e independiente en los medios de comunicación en los que colaboro con artículos e intervenciones semanales y que me brindan su espacio es un privilegio. Agradezco a todos ellos que tengan en cuenta mi criterio y de manera muy especial a cuantos me leen, escuchan e interactúan conmigo en redes. Hay quienes porque coinciden y otros que son diametralmente opuestos, pero debo decir que jamás me he sentido molesta ni ofendida por ningún comentario. Los que no son procedentes en forma no los contesto, pero no porque no tenga argumentos sobre el fondo, sino porque me parece que cuando una se pronuncia desde el respeto tiene el mismo derecho a exigirlo recíprocamente.
Aunque pueda parecer un oxímoron, las críticas no sólo pueden, sino que deben ser siempre constructivas y así lo procuro siempre con las mías.
¿Cómo ve España?
España tiene una enfermedad crónica, pero no terminal, de tanta tensión permanente. Nos falta superar muchos traumas, cosa que algunos no están interesados en permitir porque les supondría perder un rédito electoral y económico muy beneficioso hasta la fecha.
En Cataluña se ha producido una ruptura social, consentida por los sucesivos gobiernos centrales, que es tremendamente grave. No es posible la independencia. Es una estupidez económica, jurídica y social en un mundo cada vez más globalizado. Pero arreglarlo llevará un tiempo e implicará posicionarse y tomar decisiones políticas. Que no se piensen los separatistas que lo tienen hecho, ni fácil. La mayoría estamos dispuestos a defender la unidad de nuestro país y su dignidad, cueste lo que cueste.
Empezar a cambiar España implica necesariamente cambiar la percepción de que nadie más que los políticos pueden opinar sobre ella o plantear -de una vez por todas- un proyecto común, sólido y solvente. Por eso me aburren tanto los tópicos: personalmente defiendo que ni el patriotismo es de “derechas” ni el activismo patrimonio en exclusiva de la “izquierda”.