Clara Fuertes: "A muchas figuras masculinas exiliadas se les ha tratado fenomenal. A María Casares se la apartó"
Por Alejandro Espiño
Ser hija de un político republicano la condenó a un exilio al que tuvo que adaptarse siendo aún una niña. Enamorarse de un hombre casado, el escritor Albert Camus, la enfrentó a los prejuicios sociales de la época. Pero María Casares fue, ante todo, una gran actriz. Brilló con luz propia.
"Fue una mujer fascinante", asegura Clara Fuertes (Aranda de Duero, 1975), a quien le sorprende que siendo tan querida en su país de acogida, Francia, haya sido "completamente olvidada" en España. Parte de esa deuda la salda esta escritora con la novela Todas las horas del día.
Con ella ha viajado a Galicia, siguiendo los orígenes de la propia Casares, la protagonista de un libro que repasa la biografía de una artista para la que el teatro "lo era todo", según su autora, que, en el año del centenario de la actriz pide "seguir hablando de ella".
¿Por qué crees que a María Casares la conocemos tan poco aquí en España?
Han influido varios factores. Primero, evidentemente, nuestra dictadura. Eso la silenció aquí por el apellido que tenía. Luego por una dejadez democrática en la Transición y después por ser mujer. Está clarísimo que muchas otras figuras masculinas de la poesía, la escritura o el arte sí tuvieron acogimiento aquí y se les ha tratado fenomenal. Sin embargo, a María se la apartó.
¿Fue una espina que siempre tuvo clavada?
Ella sabía que no podría volver hasta que no terminara la dictadura. A España siempre la tenía en su pensamiento. El volver y sentirse reconocida como lo que era, una gran actriz. Pero cuando regresó, tras la muerte de dictador, no se sintió acogida. O quizá sintió que la tierra le era ajena. Al final, ella misma se retiró a esa Galicia francesa que creó en el pueblo de Alloue y ya no volvió.
"A España siempre la tenía en su pensamiento. Pero cuando regresó, tras la muerte de dictador, no se sintió acogida. O quizá sintió que la tierra le era ajena"
¿Qué tenía su figura que te atrajo tanto?
Era un personaje que me resultaba fascinante en todos los sentidos. Me pareció que representaba todo lo que busco yo en una mujer cuando elijo narrar sus historias. Me gusta dar visibilidad a estas mujeres a través de la palabra y contar hechos verídicos, pero desde la ficción, porque me permite jugar más con los personajes.
¿Y cómo ha sido convivir con su historia durante tanto tiempo?
Ha sido como meterme en su piel y sentirla. He revivido toda su trayectoria vital y, sobre todo, personal. Tenía un talento innato para la interpretación. Era una mujer muy luchadora y con una vida muy difícil. Pero también era una mujer muy soñadora, muy enamorada de esas personas que realmente amó. Y, a pesar de ello, era una mujer muy solitaria.
Se vio obligada a exiliar a Francia con apenas 14 años. Tuvo que madurar muy pronto, ¿eso forjó su carácter desde niña?
Ella siempre decía que su primer exilio había sido a Madrid, que la habían sacado de su tierra gallega, a la que amó profundamente. Eso fue una de las razones por las que no volvió. La tenía tan idealizada que no quería decepcionarse y la preservó, como preservó su acento. Tras el exilio comenzó con una lengua nueva, con su madre. Las dos solas. Fue muy duro para ellas.
Y el teatro se cruzó en su camino...
Encontrarse con el teatro fue algo maravilloso y en ello se volcó por completo. Perfeccionó su arte y su francés. Practicaba delante del espejo y ensayaba sus obras hasta la extenuación. Salir con seguridad era su objetivo. Siempre decía que tenía que entrar en el escenario controlando la obra de tal manera que no le pudieran poner ni un pero.
Quedarse huérfana tan pronto también la marcó, ¿no?
De madre a los 24 y de padre a los 28, sí. Yo creo que precisamente por eso se volcó tanto en Albert Camus, su gran amor. Él representaba su familia. Era como un padre, la persona que le acogió. Y como ella decía, diez minutos con él le compensaban su soledad toda la semana. Eso se refleja en esas cartas sobre las que yo he trabajado para crear esa novela tan personal.
Si amó de verdad a alguien, ¿fue a Albert Camus?
Totalmente. Incluso cuando se casó con su marido ella lo decía. Que su gran amor fue Camus. Se enamoró de él nada más verle. Lo compartían todo. Su relación con André Schlesser, Dadé como ella le llamaba, fue muy distinta. Era más un compañero de vida. Pero le quiso mucho. Llegó a confesar que no se había dado cuenta de lo mucho que le quería hasta que murió.
Aunque, volviendo al teatro, esa fue su verdadera pasión. ¿María habría sido la misma sin él?
"El teatro era su necesidad, su patria. Era como su familia, el único amor fiel que tuvo hasta el final. Estuvo actuando hasta el último momento"
El teatro se convirtió en su forma de vida. Lo entregaba todo y le permitía convertirse en esas mujeres que no podía ser. El teatro era su necesidad, su patria. Era como su familia, el único amor fiel que tuvo hasta el final. Estuvo actuando hasta el último momento. Es algo increíble dedicar toda tu vida a una pasión y de esa manera, con tanta intensidad. El teatro lo era todo para ella. Y el público le correspondió. También la crítica. Y la vida, al menos en el teatro.
Y luchando además, dentro de un férreo compromiso ético y social, para que el pueblo llano pudiera disfrutar también del teatro
Era un pensamiento que compartía con Camus. Hicieron posible que el teatro que tanto querían y que tanto les unía pudiera ser accesible a todo el mundo. Tenían esa visión social. Ella fue la musa del festival de teatro de Avignon que fue creado con esa idea. Su propia muerte al donar su casa al ayuntamiento para que se convirtiera en la casa del actor fue también otra forma de entregar todo lo que tenía al teatro. Fue muy generosa con los espectadores.
Y siendo como fue una gran actriz de teatro, ¿por qué no le sedujo tanto el cine?
Hizo mucho cine también pero acabó centrándose en el teatro porque se sentía más cómoda. Ella decía que el cine era menos vivo. A ella le gustaba la sensación del teatro, actuar de forma seguida y darlo todo. Para ella, era muy diferente el teatro del cine y acabó dedicándose por completo al teatro. Tiene una biografía completísima.
Hablamos de Camus como su gran amor, pero la relación con su marido, André Schlesser, ya en una etapa más madura, ¿qué le aportó?
Yo creo que le aportó la calma que necesitaba, el estar un poco más tranquila. La muerte de Camus fue inesperada y le produjo una desazón enorme en todos los sentidos, una crisis existencial que, sin embargo, la siguió acercando todavía más al teatro. Volcó ahí toda su tristeza, siguió actuando con rabia y con mucha más decisión.
André le trajo la calma y fue gracias a él que encontró ese lugar en el centro de Francia, esa Galicia en la que encontró un hogar muy diferente a París, a esa vida glamurosa y cosmopolita. Estaban casi aislados. André le aportó también una vida familiar, ella no tenía hijos. Era una forma de vivir esa familia que ella sentía que no había tenido.
A lo largo de este repaso por la vida de María Casares has hablado varias veces de la soledad que sentía, ¿era de verdad una mujer que se sentía sola?
Es una de las cosas que más me llamó la atención. Al principio te metes en el personaje y ves lo que han querido mostrar. Esa mujer tan diva, tan fuerte, tan salvaje. Pero cuando te vas metiendo en ella, te das cuenta de que era una mujer tremendamente solitaria, con mucha necesidad de amor y de cariño. Siempre intentaba estar rodeada de gente que le diera un poco de calor.
Era además una mujer muy tímida. Contrasta cómo puedes ser un gigante en el escenario y ser tan tímida. Ella se sobreponía a su timidez y cuando salía al escenario se crecía. Se olvidaba de que había ahí muchísima gente. Se centraba en su arte de interpretar. Pero sí, esa soledad la marcó mucho y la convirtió en una una mujer más reflexiva y filosófica.
Y ahora que celebramos en Galicia el centenario de su nacimiento, ¿qué pensaría de todos estos homenajes?
Me sorprende que en Galicia tampoco es que se la haya conocido demasiado. Ahora, sé que estáis haciendo un esfuerzo maravilloso con este centenario y ha salido mucha documentación. Creo que estaría feliz, sobre todo de ver que la que fue su casa ahora es un museo. Hay que seguir hablando de ella, que es un personaje fascinante. Tiene que estar contenta. Lo deseo.