Y de regalo orejas: 'El Fandi' e Iván Fandiño salen a hombros en un mal encierro de 'El Torreón'
Por Ramiro Espiño & Diego Torrado
Seis toros y un sobrero se lidiaron. Ninguno de ellos dio el más mínimo juego. Sin fuerzas, ni calidad, ni casta. Fue un encierro 'gaseosa'. Llamado así porque, al igual que la bebida espumosa, los morlacos salían de corrales con aceptable presencia y peso, con gas, como la gaseosa, pero en cuanto daban un par de carreras, las primeras series de capotazos o muletazos, un par de minutos abierta la botella, se acababa el gas y venían los problemas. Flojera de remos, tendencia a irse al suelo. Parecían querer embestir, pero simplemente no podían.
Y ya se sabe. A veces habiendo toros no hay toreros. Pero si no hay toros, el toreo es un arte poco menos que imposible. Por mucho que los protagonistas se empeñen. Eso sí, que nadie se llame a engaño si lee exclusivamente la ficha de la corrida y juzga por la cantidad de trofeos cortados, cuatro orejas, ni por los dos diestros que salieron a hombros. Es un espejismo, fruto igualmente de que estamos en fiestas, y ya se sabe, conocida es la proverbial generosidad del tendido pontevedrés, secundado en esta ocasión por una presidencia excesivamente rigurosa a veces, y con la mano alegre, otras, como es el caso.
Porque las dos orejas conseguidas por 'El Fandi' hay que buscarlas en el favor que goza el matador entre la afición local, pero las conseguidas por Fandiño en el que cerraba plaza son para abrir la boca y no cerrarla hasta La Peregrina del año que viene. Si la primera era regalada por el tendido, y ya parecía excesiva, la segunda, potestad de la presidencia, simplemente un disparate, salvo que se pretendiese de paso obsequiar, o no hacer el feo, a una visitante ilustre, como Isabel Preysler, que por primera vez se dejaba ver en la barrera del tendido 6, y a quien el matador le brindó la muerte del toro.
Claro que podemos perdonárselo al bueno del presidente. Que no es cuestión de amargarle el día, precisamente en una feria en la que consiguió todo un record, al hacer de cuatro lanzamientos de la llave de toriles, tres aciertos directos al sombrero del alguacil de la plaza. Posiblemente ahí haya que buscar la verdadera razón de la alegría con la que sacó a pasear su pañuelo.
De la corrida casi mejor ni hablamos. Por no salir bien, ni siquiera hubo espectáculo en las banderillas, donde 'El Fandi' suele deleitar, pero esta vez estuvo francamente desacertado, limitándose a cumplir el expediente sin alardes.
Fue un cartel, hace tiempo conocido como de 'los mediáticos', del que no queda casi ni el nombre. El único de sus integrantes que verdaderamente pertenecía a esa clase de torero, 'El Cordobés', hace ya tiempo que dejó de tener el tirón que tenía, perdiendo incluso el favor de un tendido como el pontevedrés que jaleaba cada lance y desplante que hacía. Los mismos que lo festejaban lo esperan con la escopeta cargada para pitarle el mínimo gesto. Y él, empeñado en intentar acercarse a los terrenos de la ortodoxia taurina, para quitarse el 'sambenito' que le llevó a la fama, da la impresión de haberse quedado a mitad de camino, de un camino hacia la nada. Porque la clase no le sobra, y el tremendismo de antaño ya no le llega.
Con decir que la verdadera tarde 'mediática' estuvo en los tendidos y barrera, queda dicho casi todo. La presencia de Isabel Preysler, con Carmen Martínez Bordiu, la esposa de Fernando Fernández Tapias y el propio naviero, vicepresidente del Real Madrid, atrajeron más miradas que lo que pasaba en una arena triste, desangelada en cuanto a toreo de verdad, y más huérfana aún de unos toros medianamente decentes.
De la faena de 'El Cordobés' queda dicho casi todo. Nada en su primero y nada en su segundo. Citando de lejos, a una distancia excesiva. No supo leer que sus rivales únicamente tenían cuatro pases y ello a base de meterse en su terreno. Trasteo intranscendente en el que abrió plaza, en el que ya se apreció una clara división de opiniones en el tendido como respuesta a su labor, para repetir errores en su segundo enemigo. Y eso que el sobrero que salió para sustituir al inválido que le había tocado en suerte fue el menos malo del encierro. Con él intentó volver a sus orígenes, dando tres pases con 'salto de la rana' incluidos, que lejos de provocar la ovación que buscaba consiguieron el efecto contrario, incrementando los silbidos a su labor.
'El Fandi' no tuvo el acierto de otras tardes con las banderillas
En cuanto a 'El Fandi' baste decir que no fue su tarde. Lo mejor lo hizo con la capa. Especialmente las tres largas cambiadas con las que recibió a su primero, y los quites, por chicuelinas, uno, y por navarras, otro, con los que buscó el favor del público, que ya suele tener siempre en el coso de San Roque. De ese favor nacieron las ovaciones recibidas en dos discretos tercios de banderillas, su especialidad, en los que estuvo desacertado, salvando únicamente un par al violín en cada toro. El resto incluso falló con otro par, poniendo los demás muy traseros o de forma simplemente discreta para lo que suele hacer.
Y al faltar el espectáculo de las banderillas, algo que siempre sirve para alegrar la vista y salvar la monotonía y aburrimiento de una tarde así, el matador realizó dos faenas más efectistas que efectivas, poniendo una innegable voluntad, pero sin conseguir más que algunas series sin mucha continuidad ni calado. El público lo premió, en exceso, con una oreja en cada toro, fruto más del cariño hacia el diestro y de su entrega, que de lo hecho en la arena.
Fandiño quiso, pero no pudo. Le tocaron en suerte quizás los dos peores toros de la tarde, y eso, en un encierro así, es mucho decir. Dos inválidos que se caían en cuanto el diestro echaba un poco la franela abajo. En su primero hizo un par de buenas series, y se le apagó el toro. Ni siquiera metiéndose en terreno de su enemigo logró más que dar muestras de sus ganas de agradar a base de riesgo y valor. No acertó tampoco con el acero.
Pero si malo fue su primer toro, peor el que cerraba plaza. Ya había salido el sobrero y no quedaba más remedio que lidiarlo, aún a pesar de que se caía una y otra vez. Y Fandiño lo intentó. Con unos estatuarios en los medios y un par de series, interrumpidas por caídas del toro, fue arrancando pases por tesón, pero sin hilvanar. En realidad dio más muletazos que verdaderos pases. La sorpresa vino cuando, tras la generosidad del público, que quiso premiar sus ganas, lo que ya parecía un exceso para lo visto en el ruedo, el presidente se sacó de la chistera una segunda oreja que, recordando hace unos añitos la que se le negó a José Tomás por el mismo presidente y asesores taurinos, no puede entenderse más que en el deseo de que, como se acaba el ciclo, ¡que siga la fiesta!.
FICHA DE LA CORRIDA:
'El Cordobés' fue pitado por segundo año consecutivo al abandonar la plaza
MANUEL DÍAZ 'EL CORDOBÿS': Estocada (silencio). Estocada tendida y descabello al segundo intento (pitos, tras escuchar un aviso). Fue despedido con una sonora pitada al abandonar la plaza.
DAVID FANDILA 'EL FANDI': Estocada ligeramente caída y descabello al primer intento (una oreja). Estocada y descabello al primer intento (una oreja). Sale a hombros por la puerta grande.
IVÁN FANDIÿO: Pinchazo, estocada atravesada y descabello al segundo intento (ovación, saliendo a saludar al tercio, después de escuchar un aviso). Estocada tres cuartos, trasera (dos orejas). Sale a hombros por la puerta grande.
Incidencias: Plaza de Toros de Pontevedra. Cuarta corrida que cerraba el ciclo taurino de La Peregrina. Cerca de tres cuartos de entrada en los tendidos, con unos 5.000 espectadores. Seis toros y un sobrero de la Ganadería de 'El Torreón' propiedad del ex-matador César Rincón. Faltos de casta y fuerzas, no dieron juego para la lidia. David Fandila 'El Fandi' e Iván Fandiño, cortaron 2 orejas cada uno, saliendo a hombros por la puerta grande. Entre las personalidades asistentes, en la barrera del tendido 6 estuvieron presentes Carmen Martínez Bordiu e Isabel Preysler, a quien Iván Fandiño brindó la muerte del último toro del festejo.