Ramiro Espiño
García Liñares o Louzán: El fútbol gallego decide su futuro
Se acabó una campaña que oficialmente nunca ha comenzado. Llegó la hora de la verdad, de las votaciones, de que 150 representantes de los distintos estamentos (clubs, jugadores, entrenadores, árbitros) decidan quién ha de regir los destinos del fútbol gallego durante los próximos cuatro años.
En un rincón el actual presidente, José García Liñares, poseedor del cinturón, duro fajador (utilizando términos boxísticos). Forjado en las tierras del norte, pero olvidando con demasiada frecuencia al resto del país.
En el rincón contrario, Rafael Louzán, aspirante, fino estilista (también aplicando la terminología pugilística). Madurado en pleno corazón de la fértil tierra de O Salnés, aunque con amplia proyección exterior y ganas de dar un vuelco a una situación extraña.
Porque extraño es casi todo lo que ha pasado en estos últimos cuatro años. García Líñares accedió a la presidencia de la Federación Gallega de Fútbol aprovechando las aguas turbias y lodos que dejó el largo "reinado" de los Meana. Como una ventana de aire fresco que pretendía dar un vuelco al poder establecido y bien posicionado con Madrid.
Tuvo que vencer a Meana y al propio Ángel María Villar. Y lo hizo porque el fútbol gallego estaba hasta el gorro de un poder absolutista que buscaba el beneficio propio y no el interés general. Se aprovechó del hastío de la mayoría para lograr la poltrona. Pero llegó a ella y los cambios prometidos fueron quedando en el olvido.
Enrocado en su dominio del norte, se olvidó de que el resto del fútbol gallego también existe. Y ahí comenzó a gestarse la posibilidad de una candidatura de oposición, fraguada en un Rafael Louzán al que fueron a buscar los hombres del fútbol, con Gustavo Falqué, presidente del Coruxo, como cabeza visible y más significada.
Y en Louzán vio el resto del fútbol gallego una posibilidad de cambio para mejor. Como hace cuatro años la vio en el propio García Liñares, aunque luego defraudara una tras otra las expectativas.
Atrincherado en su bastión de A Coruña, García Liñares vio tarde el peligro y cuando lo hizo se encontró con que Pontevedra, Vigo, Ourense y Santiago apuestan mayoritariamente por el cambio que representa Louzán, con Lugo en una posición indefinida e incluso un pequeño sector de A Coruña que dice que sí, que le apoya, pero que ya veremos, que al fin y al cabo el voto es secreto.
Repasando lo ocurrido durante esa campaña que nunca ha existido oficialmente, debo decir que a mi modo de ver García Liñares ha defraudado y mucho. Primero en las formas, acusando sin pruebas a la candidatura de su oponente. Luego en el fondo, obviando los gravísimos problemas que tiene el fútbol gallego (empezando por una Mutualidad de la que es presidente y que a punto ha estado de dejar en un par de ocasiones sin cobertura sanitaria a los deportistas).
Eso por no contar la falta de peso específico que desde que ha accedido a la presidencia tiene el fútbol gallego en la Española, donde nuestra federación ha pasado a ser como la cuchara, que ni pincha ni corta.
La sensación es que García Liñares ha pretendido ser el candidato de la oposición, en lugar de un aspirante a la reelección que contaba con todo el "aparato" federativo a su disposición. Si uno echa la vista atrás cuatro años, vemos que repite los mismos postulados de entonces, olvidando que en esta ocasión es él quien ocupa la poltrona.
Pero cuando uno ya no puede evitar el asombro es al leer algunos de los supuestos méritos de sus cuatro años de mandato. En una entrevista a La Voz de Galicia, García Liñares menciona que "Es tremendo lo conseguido...la sede de la delegación de Pontevedra...el campo de Coia...que traje a jugar gratis a España". Pues si todo esto es lo que ha hecho en cuatro años por el fútbol del sur de Galicia, la respuesta la tiene en la falta de apoyos que, salvo sorpresas, cosechará.
En el colmo de la desfachatez se atribuye hechos con los que más relación tiene precisamente su adversario, ¿o debemos recordarle que la sede federativa en Pontevedra está en Pasarón, que el nuevo campo de Coia, propiedad de la Federación Española de Fútbol fue renovado con un proyecto ejecutado mediante convenio entre la misma Federación y la Deputación de Pontevedra, que aportó unos 900.000 euros del importe total? Por no citar que la presencia en Pontevedra y Vigo de la Selección Española tiene más que ver con los compromisos entre Villar y Louzán que con lo que García Liñares haya hecho, que es abolutamente nada en este sentido.
O sea, que el futbol gallego (salvo quizás el de A Coruña), tiene poco que agradecerle a García Liñares, que intenta hacerse fuerte en su posición dominante en el norte. Y si otro de sus mejores argumentos son que quizás Louzán, en caso de victoria, opte por terminar trasladando la sede federativa a Santiago, pues qué quieren que les diga, que a los únicos que molestaría sería precisamente a los de A Coruña, los demás muy posiblemente aplaudirían una decisión lógica que permitiría acercar al administración a la mayoría de los administrados, que llevan toda la vida cruzando Galicia entera para hacer cualquier gestión en la que debería ser la casa de todos.
Mientras, Louzán ha sido absolutamente exquisito. Sin entrar al trapo de su adversario en ningún momento. Evitando la confrontación directa y manteniendo una postura personal elegante cada vez que se le ha preguntado sobre el tema, absteniéndose a responder a las acusaciones de su rival y dejando que sean las urnas las que emitan su veredicto. Su apuesta es formar un equipo, gran parte del cual ya ha presentado en las reuniones mantenidas con todos los estamente futbolísticos, integrado por gente de fútbol, pero también por magníficos gestores económicos, profesionales de reconocido prestigio, capaces de dar un vuelco positivo a una Federación alejada de sus verdaderos objetivos, que son servir al fútbol.
Es lo que procede. Quien no lo entienda así tiene un serio problema de credibilidad, o un importante complejo, quizás provocado por el miedo a verse alejado de una poltrona que decía no ambicionar pero a la que se ha acostumbrado pronto.
Con todo ello, uno y otro creen tener atados los apoyos necesarios (más de 76 asambleistas) para salir elegidos. Está claro que uno de los dos se equivoca. El fútbol gallego hablará esta noche en Santiago. ¿García Liñares o Rafael Louzán? De la respuesta dependerá que Galicia vuelva a tener el peso específico que le corresponde en el fútbol español y sea capaz de reclamar o generar los medios necesarios para una modernización urgente de sus estructuras.