Alba Piñeiro
Estimar lo gratuito
Recientemente recibimos la noticia de que las bibliotecas públicas pagarán un canon relativo a los derechos de autor en función de los préstamos que realicen. Hasta ahora se pagaba a los autores por cada libro comprado y no cada vez que su libro se prestase. Tras incluso haber recibido sanciones por la Unión Europea, se aplicará esa medida a partir de enero del 2016.
¿Quién lo pagará? En principio, el canon en concepto de derechos de autor lo pagará quien ostente la titularidad de la biblioteca. Los usuarios no, seguirán ejerciendo su derecho al préstamo gratuitamente. Eso sí, es muy probable que se recorte el presupuesto destinado a la adquisición de fondos bibliotecarios. Por lo tanto el usuario no paga en sentido estricto por el préstamo, pero respecto a épocas anteriores verá reducida sus opciones de lectura.
Resulta razonable que los autores pidan que se les remunere por la lectura de sus obras. Lo que ya no lo es tanto es que los derechos de los autores reduzcan el derecho de los ciudadanos al acceso a la cultura. No debería ser así. Tendremos que esperar a ver cómo se aplicará la medida y si realmente las previsiones de los más pesimistas se cumplen, o si por el contrario, con una buena gestión y administración de los recursos destinados a las bibliotecas, los asiduos a ellas no notarán los efectos de la nueva medida.
Por otro lado, revisemos. La gratuidad de los préstamos en una biblioteca pública en cierto modo garantiza un acceso gratuito a la cultura, no obstante ¿es significativo el número de personas que va a la biblioteca a leer un libro o a tomarlo prestado? El hecho de que existan voces que aplaquen a los agoreros diciendo que el resultado global de los costes generados por los préstamos no será alarmante ni mucho menos, viene a indicar en parte que los servicios prestados por estas instituciones públicas son menos valorados de lo que cabría esperar. Por supuesto no solo se va a ellas a leer o a llevar libros, también podemos llevar cds de música o dvds de películas, leer la prensa, estudiar, consultar bibliografía específica, consultar información en los ordenadores, asistir a cursos, Internet está muy bien, sin embargo, como dice el escritor Neil Gaiman "Google te puede dar 100.000 respuestas, pero un bibliotecario te puede dar la respuesta correcta".
Lo que no se usa o se utiliza poco acaba por abandonarse y en esa dejadez, ciertas funciones o beneficios se van perdiendo. Valoremos las bibliotecas y los servicios que ofrecen, aunque no sean un club selecto y ser socio de ella te exija tener un carné, pero no dinero. O si no, cuando nos demos cuenta diremos "qué tiempos aquellos".