Las aguas ya bajaban revueltas por Pasarón a finales del 2020 y el inicio del 2021 solo sirvió para confirmar que el ambicioso proyecto puesto en manos del entrenador Jesús Ramos para llevar al Pontevedra a 1ª RFEF o directamente al ascenso estaba encallado en las rocas.
El equipo despidió el año con una dolorosa goleada en O Vao y ni las buenas sensaciones ofrecidas en las eliminatorias de Copa del Rey contra el Cartagena y el Cádiz sirvieron para enderezar el rumbo de una nave que naufragó el primer fin de semana de enero después de una nueva debacle en Pasarón contra el Zamora que se llevó por delante al técnico y provocó la dimisión del director deportivo Roberto Feáns.
Con las luces de alarma sonando y vías de agua por los dos costados, la junta directiva dio el timón a un consagrado patrón. Artífice del regreso a Segunda B y de la clasificación para una fase de ascenso a Segunda, Luisito estaba de vuelta.
Pero Luisito no bastó. Aunque el equipo mejoró, la falta de acierto de cara al gol fue un lastre insuperable y después de caer en Riazor, en un match ball para ambos conjuntos, los granates volvieron a desplomarse sobre todo anímicamente.
Metidos de lleno en el grupo que tenía que luchar por evitar el descenso a 3ª RFEF, los granates solo fueron capaces de sumar dos victorias. Y llegó la última jornada de liga, un partido a vida o muerte en Pasarón contra el Oviedo B. El error sería imperdonable, pero con orgullo y fútbol el Pontevedra logró una merecida victoria que salvaba los muebles.
La tensión acumulada a lo largo de una liga tan rara como injusta se resolvió en forma de lágrimasy agradecimiento de todo el vestuario a una afición que, a pesar de su decepción, siguió al lado del equipo durante toda la temporada.
Tocaba reconstruir el proyecto. De nuevo a cuatro peldaños de la Primera División, el consejo de administración buscó un nuevo capitán y encontró a Toni Otero, que desembarcó en Pasarón para hacerse cargo de la dirección deportiva y reestructurar todo el organigrama futbolístico del club.
Después de semanas de búsqueda de entrenador, con encendidos debates internos sobre la figura idónea en la que unos defendían a Luisito y otros preferían caras nuevas, acabó llegando procedente del Langreo un inexperto Ángel Rodríguez. Con una carrera incipiente, el principal aval del leonés era haber sido segundo entrenador de Paco Herrera.
Serio y exigente, los inicios del técnico fueron muy duros. El equipo dejó escapar varias victorias en los minutos finales de los partidos y después de cinco jornadas sin ganar estuvo con pie y medio fuera del club. Los granates perdían 0-2 en casa contra el Arenteiro, pero tras el paso por vestuarios el Pontevedra cambió el chip y salvó un empate.
A partir de ese día el equipo no dejó de crecer, ni de creer. Enlazó una racha de cuatro victorias consecutivas que solo el Unión Adarve pudo truncar. Tras el tropiezo contra el líder y el rocoso Navalcarnero, el Pontevedra recuperó la velocidad de crucero para firmar otras cinco victorias consecutivias, la última en el Helmántico, con las que llegó al final de un año en el que los granates vuelven a tener licencia para soñar.
Y uno de los principales responsables de este renacer granate es un veterano. Charles, que bajó de Primera para liderar al conjunto granate, por fin encontró su lugar en Pasarón.Despide el año como pichichi absoluto de la 2ª RFEF y con el honor de haberse convertido en el máximo goleador histórico del Pontevedra.