Una vecina de Praceres denuncia que el mal arreglo del camino vecinal le impide circular con su silla de ruedas
Por Mónica Patxot & María José Pita
Con arena y trozos de asfalto. Tras años de reclamaciones, así fue la última actuación del Concello de Pontevedra sobre el camino que lleva hasta la casa de Encarna Soto Soto, una mujer de 52 años, vecina de Praceres y con discapacidad intelectual, a la que le resulta imposible transitarlo con su silla de ruedas motorizada.
"Xa ves como se lle enterran as rodas no pichi", señala su madre, Encarna Soto Farto. El problema se encuentra en que "a miña filla ponse moi nerviosa cando ve que non avanza, e logo que cando ten que vir unha ambulancia non poden levala nunha camilla con rodas, a última vez tiveron que levantala no aire, á paiola".
Las visitas de la ambulancia en los últimos años fueron numerosas, marcadas por los ingresos hospitalarios de Encarna hija por diversas patologías. La más grave, una operación en los tendones de las dos piernas, que también derivó en que ya no pudiese usar las escaleras que discurren por el otro lado de la casa y que desembocan en la parte baja de la calle principal, en una zona con menos pendiente y más segura.
DÉCADAS DE LUCHA
Desde que tenía 5 años, Encarna Soto Farto lleva a su hija al centro Juan XXIII de Pontevedra. Allí fue escolarizada, accedió a terapias y en la actualidad trabaja en el taller de la Asociación en el que se elaboran piezas para las persianas de la marca Bandalux, trabajo por el que percibe una remuneración.
En los primeros tiempos la madre nos cuenta que "ela aínda podía andar con dificultade e baixábamos polas escaleiras, eu levaba a silla agarrada e moitas veces atopábame á miña filla toda molladiña porque sentaba no chan a esperarme, logo íamos a coller o autobús, que daquela non tiña plataforma nin nada, marchabamos a Pontevedra e alí xa a recollía outro autobús do Juan XXIII, entón eu volvía e ía a mariscar, e cando era a hora de saída, collía outra vez o autobús a Pontevedra, recollía a Encarna e logo outro autobús ata Placeres, así todos os días".
Con el autobús empezó la lucha de esta madre para conseguir que instalaran una plataforma. En los primeros tiempos, con los anticuados trolebuses era imposible, pero al modernizarse la flota surgió otro contratiempo. "Canseime de reclamar e ao final dixéronme que tiña que pagar eu a plataforma e foron 350 euros".
A esta cantidad hay que sumar los muchos gastos derivados de la discapacidad de su hija. En este sentido, Encarna quiere dejar bien claro que "eu non pido que me den un sobre de diñeiro, porque eu de portas para adentro non quero que me fagan nada, porque as necesidades da miña filla págoas eu, téñolle a habitación adaptada, empezando polo baño e todo o que necesite, eu só pido de portas para afora, a quen corresponda".
Entre estos gastos que menciona se encuentra la silla de ruedas motorizada que su hija necesitó una vez que le operaron las dos piernas "porque xa ves que a costa pola que sube e baixa a miña filla e tamén os coches é moi empinada, que ata tiveron que desbastala, e eu tirando da silla manual non podía, non sabes a de veces que me teño caído encima dela", recuerda Encarna madre.
"A silla todoterreno que ten agora costou 7.000 euros e funa pagando toda como se fose unha letra dun coche", apunta Encarna al tiempo que admite con resignación que "a Seguridade Social só te axuda coas sillas manuais, con estas outras non".
LAS TRABAS DEL CONCELLO DE PONTEVEDRA
Cuando le preguntamos a Encarna Soto Farto cuántos años lleva reclamando que le arreglen el acceso a su casa, del que se beneficiarían todas las viviendas vecinas en la rúa do Outeiro, ya pierde la cuenta.
"O único que fixo algo foi o concelleiro Valcárcel, que soubo do meu problema cando aínda podíamos usar as escaleiras e veu falar comigo. Prometeume que me ía poñer as barandillas e como deixou de selo só lle deu tempo a poñer unha", afirma Encarna muy agradecida con el que había sido concejal del PSOE José Manuel Valcárcel. Pero desde que hace más de diez años abandonase el cargo, nada se avanzó en las demandas de esta familia.
Hubo un intento, cuando la concejala Teresa Casal visitó la Asociación Juan XXIII y supo de la historia a través de Encarna hija y se ofreció a hablar con su madre. Pero, pese a las muchas visitas y citaciones en el Concello, "farteime de ir" se lamenta, la última respuesta que obtuvieron fue que no era su competencia y que iba a contactar con la persona responsable de la parroquia de Praceres. De esto hace más de diez años y no hubo noticias.
SIN APENAS ARREGLOS EN 80 AÑOS
"Este camiño é do ano 41 e dende entón non fixeron nada, só parches, pichi e a arenilla blanca que ves". Haciendo cuentas, el vial que comunica todas las casas de la rúa do Outeiro, y éstas a su vez con la principal de la rúa do Santo, se construyó antes de que Encarna madre naciese. Nos dice que no quiere que publiquemos su edad pero cuando nos la confiesa nos sosrprende que no la aparente, sobre todo teniendo en cuenta las fatigas que viene arrastrando.
"Se eu che contara, hai 32 anos quedei viuda, despois de 11 loitando co meu marido, moi bo home, bo mariñeiro, bo pai, que era contramaestre en barcos de peixe, cun cáncer de pulmón, e logo quedei con cinco fillas para sacar adiante eu soa, andaba mariscando e despois tiven que deixalo e empleeime en Pontevedra para poder coincidir co horario do autobús da miña filla", cuenta de carrerilla Encarna y "podería dicirche máis pero aquí a importante é a miña filla e a ver se lle arranxan o camiño".
"Por sorte, agora o transporte de Juan XXIII chega ata aquí arriba, ás 7:30 da mañá preparo á miña filla e xa a recollen nun coche adaptado, pero ela ten que chegar ata alí con tranquilidade, non con tantos baches e nerviosa", finaliza Encarna madre.
A la hija le preguntamos qué le diría al alcalde si lo tuviese delante y contesta que "de todo menos guapo". Y a continuación nos pregunta si ya acabamos con las fotografías porque quiere bajar a pasar el resto de la tarde en el parque de Praceres. Y entonces comprobamos las dificultades para revolverse con la silla de ruedas motorizada sobre el camino parcheado. Hasta que alcanza a conducirse por otra vía más estrecha entre unas viviendas vecinas. A partir de allí, baja sola y libre por la empinadísima cuesta del Santo, y ahí entendemos que un tramo de camino mal arreglado junto a su casa no puede frenar los avances en la lucha de madre e hija para que Encarna sea independiente y feliz.