Descarrilamiento de película, simulacro en la vida real
Un tren diésel de media distancia de la serie 599 de Renfe que hace el servicio A Coruña-Vigo descarrila a la entrada de la estación de Pontevedra. Uno de los tres vagones empieza a arder. Abordo viajan 55 pasajeros, de los que cuatro quedan atrapados y resultan heridos de gravedad y 10 de carácter leve. El descarrilamiento, el más grave de la historia de la estación de tren de Pontevedra, moviliza un amplio dispositivo de seguridad y también congrega en la zona a multitud de curiosos.
La secuencia de hechos aquí relatada ocurrió a partir de la medianoche de este miércoles, pero, afortunadamente, no fue un accidente ferroviario real, sino un simulacro para testar la capacidad de reacción de las fuerzas de seguridad y servicios técnicos y de emergencias en caso de un siniestro grave como el escenificado o de otros de mayor envergadura como el ocurrido el 24 de julio de 2013 al descarrilar un tren Alvia en el barrio compostelano de Angrois, con 80 muertos y 144 heridos.
El objetivo del ejercicio, de los que se realizan 40 al año en el Noroeste Peninsular, era evaluar la capacidad de respuesta ante una catástrofe ferroviaria, tanto por parte de las empresas ferroviarias Renfe y Adif como en su coordinación con todos los efectivos que se movilizan en caso de siniestros de esta envergadura, de modo que resultaba crucial ponerse en el peor escenario posible y prever cualquier posible imprevisto.
Para ello, se contó con la colaboración de figurantes procedentes, en buena parte, de grupos de teatro locales, entre ellos, el Aula Municipal de Teatro, que se hicieron pasar por viajeros y recrearon todas las posibles situaciones generas en un rescate. Entre los pasajeros había personas con movilidad reducida, mayores y un invidente y, entre los heridos, había quien gritaba "socorro, queremos salir" nada más descarrilar el tren; quien, empezado el rescate, reclamaba "que alguien nos ayude, que hay heridos" o aquellos que simulaban una cojera o fuertes dolores en distintas partes del cuerpo.
El simulacro resultó visualmente poco llamativo, en tanto el tren permaneció en pie durante las cerca de dos horas que duró y no se recreó el fuego del vagón, pero sí que llamó la atención de multitud de curiosos, que se acercaron hasta la estación de tren para seguir el desarrollo del ejercicio en vivo o lo vieron asomándose a las ventanas y balcones de sus casas.
El simulacro se había avanzado a través de la prensa, pero sí hubo personas que desconocían de su existencia y se sobresaltaron con el amplio despliegue de medios realizados en pleno centro de Pontevedra a medianoche. Ambulancias, bomberos, policías (Local, Nacional y Autonómica), Protección Civil, Cruz Roja y numerosos técnicos de Renfe y Adif se desplazaron hasta la estación y, para recrear un accidente real, se cortó la circulación en todas las carreteras de acceso.
El simulacro empezó con la simulación del descarrilamiento a la entrada de la estación -no literal- y el correspondiente aviso al 112 Galicia, que se encargó de movilizar a los medios de emergencias. 25 minutos después estaban desplegados los bomberos y sanitarios del 061 y Cruz Roja, pero los heridos ya habían empezado a recibir asistencia antes.
Personal de la estación y los pasajeros que resultaron ilesos ayudaron a desalojar los tres vagones del tren y llegar hasta el andén. Ya con la llegada de los bomberos, y tras sofocar el fuego iniciado en un vagón, se procedió a excarcelar a los cuatro viajeros que habían quedado atrapados y su traslado a centros hospitalarios. Los heridos leves recibieron asistencia en el lugar, tanto en el andén como en un lugar habilitado en la zona de estacionamiento de la estación, todo bajo coordinación del puesto de mando avanzado, situado en la propia estación.
Todos los detalles del discurrir del simulacro fueron convenientemente registrados por un grupo de observadores que en los próximos días realizarán una evaluación de los protocolos, tiempos de respuesta, coordinación y otros detalles del ejercicio técnico.