Una detención en Ponte Caldelas precipita la caída de un grupo criminal que robaba en Pontevedra
Por Alejandro Espiño
Trece robos con fuerza en naves y establecimientos comerciales, uno en Lugo y el resto en Pontevedra. Son los hechos que la Guardia Civil imputa a los cuatro detenidos como presuntos integrantes de un grupo criminal especializado en este tipo de robos. Una quinta persona está siendo investigada por receptar los objetos sustraídos.
Todos los detenidos en esta operación, que ha sido denominada "Speranto", tienen un amplio historial de antecedentes policiales, en algunos casos con más de cien detenciones por delitos contra el patrimonio, por los que fueron condenados hasta con doce años de prisión. Dos de ellos, además, tenían penas aún pendientes por cumplir.
Según ha informado el instituto armado, la primera de las detenciones se produjo el pasado mes de marzo en Ponte Caldelas. A partir de ahí, el resto se hizo de forma escalonada. Una fue el pasado 24 de abril en el aeropuerto de Peinador, cuando uno de los miembros de la banda pretendía abandonar el país; y el resto, el 25 de abril, en Redondela y Pazos de Borbén.
El detenido en Ponte Caldelas ya ha ingresado en prisión provisional y el resto pasarán a disposición judicial en las próximas horas en el juzgado de instrucción número 1 de Pontevedra.
A todos ellos se les imputa la comisión de robos con fuerza en naves y establecimientos comerciales de A Cañiza, Pazos de Borbén, A Lama, Ponte Caldelas, Mos y Pontevedra, y se les atribuye los delitos de pertenencia a grupo criminal, receptación y blanqueo de capitales.
En los tres registros realizados, uno de ellos en A Lama, la Guardia Civil ha recuperado equipos informáticos, teléfonos móviles, útiles y herramientas para la comisión de los robos y una importante cantidad de dinero en efectivo.
MODUS OPERANDI
La investigación comenzó a finales de 2016 tras detectar la Guardia Civil un incremento en el número de robos que se producían en naves y establecimientos comerciales de la provincia.
El modus operandi era siempre el mismo, ya que todos los robos se planifican previamente con un estudio "pormenorizado" de los locales, seleccionando aquellos que se encontraban en zonas aisladas y que, por su apariencia exterior, eran de fácil acceso y contaban con escasas medidas de seguridad.
Una vez elegido el local, los ladrones fracturaban las cerraduras de las puertas o las ventanas para acceder al interior, utilizando "sofisticadas herramientas" para forzar las cajas fuertes, donde solían encontrar importantes "botines".
Los efectos robados los guardaban en sus domicilios, repartidos por la provincia de Pontevedra, desde donde les daban salida al mercado ilícito a través de otro de los miembros del grupo, que ejercía la función de receptador.
Para todo ello, los integrantes de este grupo reforzaban su propia seguridad, entre otras cuestiones, utilizando vehículos de alquiler para sus desplazamientos, portando pasamontañas en cada uno de los robos o cambiando frecuentemente de teléfonos móviles.