Apelan al autoconsumo en un juicio por trapicheo: "Por desgracia, soy adicto y lo necesito para los nervios"
Por Natalia Puga
El Juzgado de lo Penal número 2 de Pontevedra sentó este viernes en el banquillo de los acusados a seis personas que en el año 2015 fueron detenidas o investigados por la Policía Local en el marco de los operativos contra el trapicheo de drogas en el entorno de la plaza de A Ferrería. Se trata de José Manuel C.L, Alberto G.B., Maricarmen R.O., Juan Antonio T.M., Julio C.F. y Elias G.L. y todos negaron la acusación y apelaron al autoconsumo para justificar que llevaban encima distintas cantidades de trankimazin, cannabis o metadona.
La Fiscalía considera que en los meses de febrero y marzo de 2015, en los que fueron objeto de un seguimiento por parte de la Policía Local, se dedicaron a la venta de sustancias estupefacientes a terceras personas en las inmediaciones de A Ferrería y pide que sean condenados a penas que van del año y medio a los tres años de prisión por un delito de tráfico de drogas y que, entre los seis, suman 14 años y media y una multa de 1.035 euros.
El acusado que se enfrenta a la pena de mayor tamaño, tres años de prisión y 25 euros de multa, es José Manuel C.L, el único que se encuentra en prisión. Este viernes declaró por videoconferencia en el juicio celebrado en A Parda y negó totalmente que se dedicase a la venta de las sustancias que le atribuyen. "Yo no puedo vender uina cosa que me hace falta a mí", aseguró, tras negar que "yo no vendo trankimazín ni vendo nada" porque "por desgracia, soy adicto a ellas y las necesito para los nervios".
Al igual que sus compañeros, apeló al autoconsumo para justificar que la Policía le localizase en poder de sustancias y aseguró que es politoxicómano, compraba hachís para consumo propio y tenía recetado trankimazín y metadona. Además, se mostró muy crítico con la actuación de la Justicia, pues aseguró que "es la quinta vez que me juzgan por tráfico y solo me han cogido una vez con chocolate, que, además, era para mí".
El acusado Alberto G.B., para quien piden dos años y medio y 150 euros tras acreditar que durante al menos tres días suministró distintas cantidades de droga y pastillas en A Ferrería, se mostró indignado incluso con la posibilidad de que le consideren autor del delito. "Yo le puedo dar una pastilla a mi hermano porque se encuentra mal o poque le duele la cabeza. Puedo incluso regalársela a alguien, pero nunca venderla", aseguró.
Este procesado reconoce consumir una pastilla de trankimazin y 50 miligramos de metadona al día y que en el momento de los hechos que se juzgan frecuentaba A Ferrería, pero no en la actualidad, pues ahora tiene un contrato laboral. De aquella época explicó que cada día iba hasta la zona entre las 11.00 y las 12.00 horas porque "como no tengo nada que hacer, voy allí, me tomo una cerveza, me fumo un cigarro y me fumo un porro, aunque sé que no se debe...".
A Maricarmen R.O. la sorprendieron con 40 pastillas de trankimazin encima y también apeló al autoconsumo, explicando siempre llevaba con ella todas las que tenía recetadas porque ya le había pasado en el pasado que tenía una pareja, dejaba la medicación en su casa y, luego, se enfadaban y se quedaba sin nada. Argumento similar esgrimió Elias G.L. para justificar que llevaba 29 pastillas encima cuando le detuvieron. En su caso, vive con su madre y tiene sobrinos, de modo que le pareció peligroso dejar el bote y que lo cogiesen los niños.
Juan Antonio T.M., que se enfrenta a la pena inferior, un año y medio de prisión, reconoció que conoce al resto de acusados y a algunos de los que la Policía y la Fiscalía señala como compradores, pero no la actividad que se juzgan, sino "por desgracia desde hace mucho tiempo por este mundillo, de la heroína y cocaína", pero que nunca vendió droga y desconoce si lo hicieron ellos, pues "no me ocupo de la vida de los demás, bastante tengo con la mía". El último procesado, Julio C.F. tan sólo reconoció también autoconsumo e incluso insistió en que "soy consumidor y ahora también lo estoy dejando".
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