Victoriano Otero y Alejandro Izuzquiza reciben este año las Cebolas de Ouro
Por Redacción
Más de medio siglo de dedicación al servicio público es solo uno de los méritos que convierten a Victoriano Andrés Otero Iglesias en uno de los galardonados con la Cebola de Ouro en esta nueva edición de la fiesta que tendrá lugar el próximo domingo 4 de septiembre. Compartirá escenario y galardón con Alejandro Izuzquiza Sánchez, quien llegó a Sanxenxo el verano de 1986 para convertirse en un incondicional de la villa turística y un defensor a ultranza de las bonanzas turísticas, y gastronómicas, de este pueblo.
La de Victoriano Otero es una vida de dedicación a la administración pública. Comenzó a trabajar en el Concello cuando tenía tan solo 16 años (a pesar de que la mayoría de edad en aquel entonces eran los 21) como ordenanza pero fue escalando hasta ser secretario accidental. "No fue un asalto, me arroparon mis propios compañeros". Con la humildad que caracterizó su trayectoria laboral, Victoriano Otero recuerda el día de su jubilación, en 2012, con un acto al que acudió toda la plantilla de trabajadores municipales y no faltaron los discursos halagadores.
Sin embargo a Victoriano Otero no le gusta presumir de logros. Sonríe, eso sí, al asegurar que tal vez sea de los pocos trabajadores que nunca cogió una baja. "La enfermedad me respetó, nada más". Y también se muestra satisfecho de haber sido una persona de confianza, "y siempre leal", para los doce alcaldes con los que trabajó en sus 54 años de vida laboral.
Victoriano Otero es una pieza clave en la historia reciente de Sanxenxo. Él no oculta que fue el artífice de la primera campaña que potenciaba la imagen turística de Sanxenxo; de poner en marcha el expediente y aportar la documentación que recuperó el escudo e instauró la actual bandera de Sanxenxo o que fue el "cocinero" de la Feira da Cebola. Sin embargo no es necesario más que repasar su currículum para comprobar que recibió cinco Votos de Gracia, distinciones otorgadas por el Pleno de la Corporación o por la Comisión de Gobierno, en reconocimiento a diferentes trabajos. No son las únicas distinciones que cuenta en su haber, ya que recibió también el Premio Aviador Piñeiro al Mérito Histórico otorgado por la Asociación de Vecinos de Adina en 2013.
"Me resulta grato comprobar que entendieron que he sido un funcionario al servicio de los ciudadanos, nada más"
Cuatro años después de su despedida del Concello de Sanxenxo, Victoriano Otero sigue cultivando su pasión por la historia y su vocación de servicio público. "Me jubilé, me despedí y al día siguiente empecé una nueva etapa". En el ático de su vivienda habilitó lo que él llama su "santuario", un espacio reservado para libros, documentos, archivos y carpetas. Y desde allí mantiene activo su intelecto, inmerso en más de un proyecto. "Ahora mismo estoy trabajando en un estudio sobre la construcción del Nuevo Templo de Sanxenxo. Yo no me impongo fechas. Manejo mucha documentación y lo que me importa es el resultado final".
"Recibo este premio con sorpresa, porque fui cocinero antes que fraile, ya que formaba parte del Tribunal cuando se crearon las bases para la elección de estos premios". Y tampoco duda en reconocer que "me sorprende especialmente por la composición del gobierno actual; me resulta grato comprobar que entendieron que he sido un funcionario al servicio de los ciudadanos, nada más", explica.
ALEJANDRO IZUZQUIZA
El segundo galardonado en esta edición de la Feira da Cebola es Alejandro Izuzquiza Ibáñez de Aldecoa, natural de Madrid, padre de cinco hijos y director de operaciones del Consorcio de Compensación de Seguros, dependiente del Ministerio de Economía, una entidad que se encarga de indemnizar en caso de catástrofe naturales, de atentados terroristas y a las víctimas de accidentes de circulación producidos por vehículos que circulan sin seguro o no identificados.
Su ciudad natal y sus relaciones laborales son el escenario que Alejandro Izuzquiza utiliza durante once meses al año para convertirse en embajador de Sanxenxo y destacar las bonanzas de esta tierra, a la que llegó hace tres décadas por indicación de su mujer y a la que se ha mantenido fiel durante 30 veranos ya.
"El primer día que llegué, aparqué el coche y nos fuimos a tomar unos vinos y unas tapas a Sanxenxo, y luego andando hasta Portonovo. Mis amigos en Madrid estaban preocupados por si me adaptaría a este pueblito gallego que no conocía. Así que lo primero que hice fue buscar una cabina telefónica y llamarles, ese primer día, para decirles que estuviesen tranquilos, que de aquí no me movería nadie". Y así fue. Alejandro Azuzquiza y su esposa fueron transmitiendo su pasión por Sanxenxo a sus hijos y hoy, todos eligen esta villa para pasar sus vacaciones.
"Nunca pensé que ser un enamorado de Sanxenxo me convirtiese en merecedor de esta distinción"
"De Sanxenxo destacaría la amabilidad y simpatía de sus gentes; la alegría y la luz del paisaje y la comida, los albariños y el tinto de Barrantes. Aquí hay una cultura única". Añade a mayores la singularidad de combinar dos mundos distintos. "Desde mi casa, en el centro de Sanxenxo, si camino ocho minutos estoy ya en una zona interior. Me gusta caminar por la tarde hacia Aldariz, Nantes, etc. Y si camino dos minutos en dirección contraria estoy en la zona portuaria. A mi entender, ese es el gran encanto de Sanxenxo", apunta.
Alejandro Azuzquiza ha recibido la Medalla al Mérito del Seguro como inspector de Seguros del Estado y la Medalla al Mérito Militar por la sensibilidad con la que trató las indemnizaciones a miembros del ejército español en misiones de paz. "Pero tengo que reconocer que la Cebola de Ouro me emociona especialmente, por inesperada y porque nunca pensé que ser un enamorado de Sanxenxo me convirtiese en merecedor de esta distinción".