Los pontevedreses apuran el día extra de Carnaval en un multitudinario adiós a Ravachol
Por Diego Torrado & Natalia Puga
El Carnaval 2014 ha llegado a su fin. Tras seite días de velatorio y un multitudinario entierro, Ravachol se convirtió en cenizas este domingo y, con él, la fiesta de la que es el rey indiscutible cada año. Apagadas las llamas y recogidos los restos, los pontevedreseses ya solo pueden pensar el disfraz del próximo año.
Han concluido los días de evasión, de diversión y de imaginación y, como se comentaba este domingo en la plaza de A Ferrería, mientras las plumas de Ravachol se desintegraban, ahora llega el momento en que el multamóvil o 'ollomóbil' al que rindió homenaje en esta edición el loro más famoso se impondrá en la realidad cotidiana a la sorna con la que llegó el Lunes de Carnaval a la botica de Don Perfecto Feijoo.
El temporal de la semana pasada obligó a aplazar el desfile de Carnaval y, con él, el entierro de Ravachol. El tiempo dio a los pontevedreses un día más de festejos. El loro se enterró el domingo en lugar del sábado y esa jornada extra de Carnaval fue bien aprovechada por los pontevedreses, que durante todo el día explotaron sus disfraces.
La cita se desarrolló sin sorpresas. A las 18.00 horas comenzó el velatorio en la sala mortuoria instalada en la plaza de A Verdura, a donde se cumplió con la norma de acudir de luto riguroso. Entre lloros, a las 20.00 horas salió el cortejo fúnebre acompañado de su séquito y las comparsas 'Val do Lérez', 'Amoriños de Bora', 'Os Paparrulos', 'A Esmorga', 'Solfamidas', 'Las Flores del Carnaval', 'Vamos a Todo' y 'Os da Caña'.
Luego de recorrer las calles San Román, Ferrría, paseo Antonio Odriozola, Soportales, Manuel Quiroga, Princesa, Isabel II, calle Real, Sarmiento y Pasantaría, en la plaza de A Ferraría tuvo lugar la velada infausta y, luego de la celebración del aniversario, se procedió a la incineración del fallecido.
Ese día extra de fiesta no sirvió, sin embargo, para ensalzar el entierro del símbolo del Carnaval. El entierro de Ravachol fue multitudinario, pero menos que en anteriores ediciones. Pese al buen tiempo de todo el fin de semana, y al ambiente que reinó en la ciudad durante todo el domingo, los desconsolados que acudieron al velatorio se fueron más temprano a sus casas, se recogieron sin esperar a que las plumas fuesen solo cenizas. Termina el Carnaval y, pasada la noche, llega la rutina de un lunes que no permitió estirar más el día.