Pedro De Lorenzo y Macías
¡El invierno engulle al otoño!
¡Ya va agonizando el otoño! Nos dejó variedades entre lluvias y sol; fue despojando de la floresta sus hojas, sus adornos. Invitó a varias ciclogénesis a visitar nuestra encandiladora Galicia, sufriendo serios desperfectos.
Paseo por la Plaza de la Verdura, la denominada con diferentes nombres: Plaza de la Pescadería, Plaza de la Verdura, Feira Vella, Indalecio Armesto y el exalcalde Rivas Fontán la renombró Plaza de La Verdura. Esta belleza tuvo menos nombres que "los cambios de parecer".
Está desolado; unos pocos disfrutan de su duende, desafiando a Cronos. Surge en mi mente, ¿por qué se denomina Otoño e Invierno? Buceo en mis apuntes de estudiante.
La etimología de Otoño tiene muchas diversidad de opiniones; unos la vinculan al verbo ocehhti (ruso) que significa sombrear; se refiere que en esta estación la luz solar disminuye, aumentando las sombras.
Del griego procede del verbo «καρπός»: fruto, grano. Al inicio del otoño recogen sus cosechas. Del Latín el verbo carpo: recolectar.
La teoría más aceptada es que procede del participio latino auctus-a-um ( v. augeo): finaliza la plenitud del verano.
En la mitología popular aseveran que deriva del dios etrusco Vertumno, divinidad de los jardines y de las cosechas otoñales; lo consideraban el dios de las mutaciones. A este dios lo describen junto a su amada Pamona, diosa de la fruta.
Estas curiosidades nos llevan a reflexionar sobre la caída de pelo en nuestros otoños. Consideramos cuatro etapas en nuestro caminar: primavera, verano, otoño e invierno, que es la más cruel y en el finaliza nuestra existencia.
EL INVIERNO: Muchos no están encantados con esta estación, ya que es la estación más fría del año. Otros disfrutan del encanto de sus blancas nieves.
Las bajas temperaturas modifican nuestras costumbres y hace añorar una buena calefacción, mantas y cómodo sofá.
Los días son más cortos y las noches más largas. Procede del español antiguo ivierno, teniendo su origen en latín vulgar hibernum que emana de hiems: frío.
Encontramos en la mitología griega que el invierno es producido por Deméter, la diosa de la agricultura y la fertilidad. Hades, dios de las cavernas, rapta a Perséfone, hija de Deméter y Zeus; la engaña invitándola a comer semillas de granada y la encadenaría en el inframundo para siempre.
Deméter sin su hija no es feliz; descuida la tierra que queda desolada, sin plantas, sin vida. Zeus llega a un acuerdo con Hades: "que Perséfone pase seis meses con su madre y otros seis con él". Deméter se entristece, viendo a su hija en el inframundo; provoca el otoño y el invierno.
En la mitología vikinga el invierno es propiedad de la diosa gigante Skadi, que maneja el arco y defiende la independencia de las mujeres. Los japoneses representan al invierno en la dama de las nieves, Yuki-Onna; joven de cabello de azabache largo, labios morados: "murió atrapada en la nieve". Las leyendas apuntan que su espíritu ayuda a morir pacíficamente a los malheridos y a los extraviados en la nieve.
A pesar de tantas adversidades, en esta estación surge la creatividad abstracta y plástica: literatura, pintura y esculturas. No olvidemos la música. En los países nórdicos esta etapa es más dura.
Las cuatro estaciones son símbolo de las etapas del hombre. La primavera emana brote de energía, de curiosidad del saber, de experimentar todo su entorno para poder ubicarse en él.
El verano es la gran plenitud del ser humano. Lucha por su sustento, por sus ideales, por sus inquietudes de familia y social.
El otoño proporciona la reflexión de nuestros aciertos y desaciertos. Es la etapa de analizar sí nuestro caminar fue positivo o negativo.
El invierno nos prepara para dormir eternamente y que nuestro espíritu vuelva al origen de la vida.
Las únicas certezas son: naces, caminas y mueres. No debemos angustiarnos ante la muerte; es propia de la naturaleza. La muerte es posible que genere nuevas vidas.
En el Rúas es reunión de varias tertulias; muchos ya estamos en el invierno de nuestra existencia. Todos aportan sus experiencias que enriquecen a los contertulios.
¡No temamos a la muerte! Mientras despertemos cada día, caminemos con una sonrisa y esperemos nuestro final con tranquilidad.
Pedro de Lorenzo y Macías.
Fotografías: @Sofía LorenzoGómez.