Carlos Regojo Solla
Tiempo retenido
Todo, lo tengo todo abandonado. Me he vuelto un desordenado integral, patológico: llevo más de quince días sin tinta en la impresora, el cajón de la mesa del ordenador tiene restos de nueces, no me afeito desde hace cuatro días… No es mi estado natural.
Curiosamente me siento a gusto en este mi nuevo ambiente personal. ¿Estaré desarrollando los prolegómenos del llamado Síndrome de Diógenes al considerarme feliz viviendo en tal miseria y abandono personales?
De un buenísimo maestro obtuve una tendencia al orden milimétrico con tan solo observarle. Confeccionaba con meticulosidad unos minúsculos rollitos de papel en los que escribía apuntes para enfrentarse a una oposición ( que aprobó); la clásica chuleta, vamos. Aquello inició en mi un sentido del orden y aprovechamiento del espacio casi patológico que se mantuvo siempre, pero ahora no veo su utilidad.
¿ Acaso estoy tirando la toalla de las buenas formas yo que siempre he sido ordenado hasta la exquisitez?
Uno de mis nietos me ha pedido hace ya tiempo que revise los los rollos que aún me quedan y contienen las películas de video de nuestras vacaciones de unos veinticinco años acá y que contienen ""cumples" y otros eventos familiares muchos de ellos filmados en una Canon analógica que guardo también; grabaciones hechas en los escenarios que hoy llaman de "Conciertos en la Naturaleza" de la Sierra de Gredos entre Barco de Avila, Puerto del Pico, Arenas de San Pedro; vertientes por donde ascender a rincones de montaña de auténtico lujo. Se nota que el tiempo va haciendo nostálgicos a mis nietos.
Son películas, algunas, que no llegaron a cubrir la hora de duración tal es la capacidad de cada rollo por lo que en una misma cinta es fácil encontrarse con dos o incluso tres temas distintos. Al fin y al cabo conviene revisarlos porque contemplan escenas de sus cumpleaños, pequeñas fiestas, rutas de montaña y días inolvidables de playa fluviales y, tal vez donde menos lo esperas aparezca una velada personal, un recuerdo íntimo, algo normal pero muy personal que no es menester se conozca. Lo mismo me pasa con las fotos de álbum clásico, de laboratorio especializado, fotos vinilicas cuya canción personal tiene el ruidillo previo en el crepitar del inicio, fotos de encuadre, de proximidad con el ojo, de carrete de coste monetario, almacenadas en álbumes o sueltas en cajas de cartón, pegadas a una hoja dura por un papel film que las conserva unidas en una piña y no como las de ahora mismo que por arte de magia están a miles en una nube y cuando las quieras ver dentro de diez, quince o veinte años comprobarás que se fueron en una tormenta de olvido.
Uno de mis hijos, el mayor de los varones, desea que le haga al menos un pequeño historial similar al que hicimos del Afroditi P, encallado hace años y hundido en la costa de Combarro, bueno, un poco más hacia playa Major. Pero quiere que lo haga con el episodio del "Picu" acontecido hace años. Se trata de un pequeño dossier a base de artículos de periódico, fotos recortes de prensa recordándome aquella odisea, pero esta vez referido a las vicisitudes acontecidas en la cara del Picu Urrielu donde Lastra y Arrabal se jugaron la vida y salieron con bien gracias a los equipos de rescate. Los dos montañeros casi la palman y mientras su hamaca invernal los protegía, con la paciencia de un santo nos dispusimos desde casa en Pontevedra a comunicarnos con ellos desde el teléfono fijo cuando todas las comunicaciones con la hamaca, que pendulaba con los escaladores dentro, estaban cerradas y no se sabía casi nada de ellos. El caso es que a base de teléfono y walquis -y si no recuerdo mal alguna emisora de radio- nosotros lográbamos una entrevista breve en directo con los dos montañeros cuyo contenido puede que sea indemostrable pero es verdadero. No quedan pruebas de aquello. Mi hijo quiere recordar todo el proceso previo de contactos desde un teléfono casero normal hasta que los escaladores aceptaron contestar a las preguntas de rigor. La entrevista quedó reflejada en Diario de Pontevedra de la época a quien facilité la información. Una breve nota que más suena a fake news pero que es una verdad.
No tengo "na" que hacer y bien podía ponerme a ello. Sin embargo, me encuentro bien en este recién estrenado desorden y abandono. Supongo que las circunstancias me hacen ahorrar energía y no me cuesta nada racionalizar la situación, dar mi aprobación y… esperar.
Tal vez en la estación mágica, cuando el Pintor desparrame los ocres.