Pepy G. Clavijo
Ruta Cultural
Empezaremos nuestro paseo en la Plaza del Muelle, lugar donde se construyó la carabela Santa María, que llevaría a Colón en busca de nuevas tierras; cerca de esta plaza aparecieron restos del puente romano y un miliario, cuya réplica hoy podemos contemplar frente a la nueva rotonda.
En la Travesía de la Galera, se encuentra uno de los alfolíes que había en la zona. La Galera, es la calle Arzobispo Malvar en su primer tramo; este nombre fue debido a una cárcel de mujeres que hubo en su cercanía o también a una barca o galera que estuvo abandonada en el río en tiempos de Sancho IV.
Don Sebastián Malvar y Pinto, fue arzobispo de Santiago, era natural de Salcedo en cuya iglesia se encuentra su corazón en una urna de plomo.
El arzobispo Malvar fue confesor del rey Carlos III y gobernador episcopal de Buenos Aires. Unió por carretera Santiago con Pontesampaio, también fundó un montepío para pobres, artesanos y labradores.
En esta calle se encuentra la parte mejor conservada de la muralla que rodeaba Pontevedra, cerca de la basílica de Santa María, desde cuya fachada principal pasaremos a la calle Xan Guillerme con sus casas asoportaladas con la misma estructura que en siglos pasados.
Xan Guillerme era uno de los propietarios de los muchos peiraos pontevedreses.
A la derecha entraremos en la rúa que lleva el nombre de "Fonte da Moureira". Es una bonita sorpresa la que se lleva alguien que no estuvo antes, calle y placita con casas pintadas de blanco, macetas en las ventanas y convivencia entre las construcciones antigua y moderna.
En 1825 sólo vivían en esta calle 21 personas: en 1846 se reparó la fuente que le da nombre desde el siglo XV.
De esta fuente se surtían de agua los vecinos del entorno, cuando todavía no había agua corriente en la ciudad.
Siguiendo la calle, a la izquierda encontramos la que lleva el nombre de Benito Soto, el pirata pontevedrés que hizo presas, abordó y cañoneó barcos por todo el ancho mar para finalizar sus días, a los 24 años ahorcado en Gibraltar; se dice que en la casa número cuatro de la calle de la Barca estuvo escondido el tesoro que trajo a Pontevedra y que nació en la calle que lleva su nombre.
Cerca encontramos la plazuela Cornielis de Holanda que vivió en la ciudad, en 1541. Se sabe que solicitó un crédito para instalarse definitivamente en Pontevedra, que fue el artífice del proyecto de la fachada principal de la basílica, ideada como un retablo pétreo, formado por tres cuerpos y con profusión de imágenes.
En dicha plazuela se conserva parte de un antiguo peirao, puesto que el mar llegaba hasta allí.
La calle de Pilar Bértola debe su nombre a la gran rapsoda, a pesar de sus pocos años, una joven pontevedresa, disputada entre los empresarios de la época, por su buen hacer y a la que la Casa de Galicia y la colonia gallega de Barcelona regaló una lápida de bronce, de la que hoy se ignora su paradero, cincelada por el artista Navarro, que se colocó en el número nueve de esta calle, en la casa donde nació.
Seguimos camino hacia la calle de la Barca, llamada así desde 1416 (la Barca de la Merced) administrada por la Orden Benedictina en el siglo XII. El servicio era gratuito. Funcionó hasta el siglo XIV. Más tarde, hacia 1911, se llamó de Bernardo Mateo Sagasta. En 1931 se denominó Teresa Pérez Fiota, hasta que en 1950 recuperó su verdadero nombre, La Barca.
En 1872 se construye el primer puente, que era de madera, pero siguió el servicio de las barcas.
En la Avenida de las Corbaceiras nos encontramos con el número 76, el lugar donde nació Pedro Sarmiento de Gamboa, el más científico de los navegantes de su tiempo (siglo XVI) descubridor, colonizador, humanista y poeta, además de historiador.
Participó en el descubrimiento de las Islas Salomón, recorrió el Estrecho de Magallanes con un navío que llevaba el nombre de la patrona de Pontevedra, Virgen de la O; fue almirante de la flota de las Indias.
Encontramos también en este recorrido los antiguos almacenes de madera y fábrica de la familia Fonseca, la Casa de Baños que se le denominaba "Danubio Azul" y una sala de fiestas que más tarde fue ocupada para dependencias del ejército. Le sigue el alfolí de Carrascal.
En el Campo da Torre, en el número 29 es la casa donde se guardaban los aparejos y pertrechos para celebrar las corridas de delfines en las fiestas de la Peregrina.
El conjunto de casas antiguas en el Campo da Torre sirven de modelo a los alumnos de Arquitectura de A Coruña.
Era la calle Juan Villaverde, paso obligado de la procesión del Viático, la calle, vestigio del barrio, que sirvió de cuna al nacimiento de la Pontevedra comercial e industrial, la única construida sobre roca y a dos niveles y que debe conservarse en su estilo original.
No podemos olvidar a los hermanos Nodales, Bartolomé y Gonzalo, grandes marinos que llevaron el nombre de la ciudad por todo el mundo; el primero murió en el Atlántico en 1622 después de realizar el reconocimiento del Estrecho de Magallanes. Gonzalo levantó mapas de las costas exploradas y tampoco dejaremos de nombrar la calle de Nostramo Lourido o la plaza de toros centenaria, por la que han pasado los toreros de mayor renombre, la capilla de San Roque, primera iglesia de los dominicanos que estuvo en otro emplazamiento hasta 1901, de estilo neoclásico con aditamentos románicos (del monasterio de Covelo) y la fábrica de Pazó donde hoy se ha levantado un macroedificio con fachada a tres calles.
En San Roque de Abajo se conservan varias casas típicas marineras y el sanatorio de leprosos en Ribeira dos Peiraos, es un edificio digno de contemplar. A continuación por la margen derecha del río Gafos, se encuentran el lavadero y molinos de Juan "O Peilán", el lavadero desgraciadamente en ruinas (fácil de recuperar) y los molinos en buen estado de conservación.