Marisa Lozano Fuego
Vuelva usted pasado * o tal vez, nunca
Constato que Larra , Mariano José de, sigue vivo. Sí, no nos engañemos, su espíritu sigue entre nosotros, el Fígaro del “Pobrecito Hablador” ectoplasma facsímil, el Duende, El Bachiller.
Breve vida, larga y brillante trayectoria, como la de un lepidóptero costumbrista, una brillante mariposa que desde el siglo XVIII retrata una España teñida de burocracia, costumbrismo y tedio.
Si estuviera vivo, hablaríamos. Le diría que en muchas cosas puede darle la razón.
Casarse tarde mal y pronto sigue sin estar muy bien visto en ciertos círculos sociales. Ciertos “Castellanos viejos” siguen esperando un cruce de miradas o un golpe de aire bajo tus faldas (miradas lascivas, whisky en mano, libido toturguil creciéndose como la masa de una levadura). Pero en lo que más estamos de acuerdo, Mariano, una tesis que compartimos, es que debemos regresar mañana.
Vuelva usted mañana, nos dicen en la ventanilla número cinco, su papeleo no ha concluido.
Nos falta el análisis del óxido férrico, a la extracción de factor ET (con La cual comprobaremos que usted no es un extraterrestre; ese color verduzco de su rostro oprimido por la mascarilla nos hace sospechar). Vuelva usted mañana, esta gestión no estará lista hasta que los laboratorios/la dirección/La presidencia/ el Inspector Gadget no haya supervisado la gestión.
Resignados, decidimos ir a dormir, con la dulce alegría del postergamiento. Volveremos mañana. Total, el paro / la solicitud de empleo/el resultado de la analítica/la revisión del coche/el permiso de residencia/ puede esperar un poco más.
Total, no importa si se pasa el plazo, al funcionario, funcionaria no le importa. No es culpa suya. Es de otro. De Pepito. Y pepito, a su vez, delega en Citranita, la cual está muy ocupada desfaciendo entuertos con un palillo fashion entre sus perfectos y blancos dientes.
Volvemos mañana. El mostrador es el mismo y el rostro, otro.
Igual de amable, pero un poco más dubitativo. Sospechoso (esta tía ya ha estado aquí, debe pretender algo oscuro). Efectivamente, Mariano, lo pretendo. Tenía la perversa ilusión de poder demostrar que todo lo que pone en ese currículum vitae es cierto, básicamente porque me ha puesto tropecientos amables filtros y han cuestionado mis titulaciones. Aquí las traigo, miren (saco de maletón, no maletín, títulos apolillados por el paso del tiempo).
Los muestro. Son observados sospechosamente como si se tratasen de la piel muerta. Cierto es, Mariano, que algunos llevan manchitas de lágrimas. Tal vez Rh de mi sangre. Estudiar a veces es doloroso.
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MMMM ..Ah, sí….(me pregunto si la señorita se ha comprado unas bolas chinas y está probando por primera vez su efecto). Es posible. Me fijo en el crucifijo del cuello. Yo también tengo uno. Bien, es conciliable. Dios dijo, haced el amor y no la guerra. O tal vez fuera Lennon. Sigo esperando.
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¿Síiiiiiiiii? Mirada inocente, ilusionada… recuerdo los tiempos de mi faldita azul marino plisada y las funciones en ese antiguo cole. Disfrazada de vieja verde. O duende verde. Una de las dos cosas. Sí…verídico. Recuerdo también las jornadas de veinte minutos corriendo al frío, con las piernas embutidas en pololos, y las piernas sin depilar, al frío sol de Diciembre, en el patio, para aprobar gimnasia. Recuerdo el ayuno del día del Domund.
Y recuerdo, eso sí, con cariño a la profe que nos decía “TÚ PUEDES, TU ERES CAPAZ”. Recuerdo rezar con fervor para tener una hermanita y hacer redacciones sobre la Navidad y el Día de la Madre.
Pero claro, eso la señorita funcionaria no lo recuerda. Le digo que soy antigua alumna. “Muy antigua serás”, dicen sus ojos, Mariano.
Es cierto, tengo manchas en la piel. Con 39 no se tiene el mismo aspecto que con 11 añitos. Ella debiera saberlo. Ah, no, que de aquella ni estaba. Lógico, mi argumento no vale.
-Miraaaaa…es que si, y tal, cogemos tu currículum, pero es que… (Se pone a buscar en su mente alguna respuesta educada, no la encuentra al parecer). Es que no, y tal, no se puede. Igual mejor, vuelve mañana (o no vuelvas, hija de Satanás). Shit, debía acordarme de pintar mis labios de blanco. El rojo infierno no parece muy católico.
-¿Sucede algo con mis títulos? Puede cotejarlos.
-Nooo…mirada dubitativa…es que mira, están correctos, y el cv también mu bonito, pero es que no sé quién te ha dicho que vengas aquí. ESTO ES UN COLEGIO.
Asimilo la información. Dulce y pausadamente. Respiro antes de responder. Decididamente sí, me compraré unas bolas chinas. Creo que eran como canicas, todas las niñas las tenían. Parva yo, que prefería leer el Quijote.
-Síiii…es que mire, soy PROFESORA, y había pensado que tal vez, en un futuro, podrían contratar ustedes (o algún otro centro) personal docente.
Entre líneas, por mis y por todos, as mis compañeros, as. Hale.
Me mira, escandalizada y sacrílega…
-¡ DO….!
Se Santigua. No digas palabrotas, hija. Me observa con la conmiseración propia de una orate o una pordiosera del Infierno.
Ya, ya..docente. Veras, somos un centro muy exclusivo. Dudo que encajaras aquí…
Amable, dulce, contrita, rapaz. Observo mis caderas. Ya no peso 140 kilos. Creo que en una silla de esas adaptadas, quepo y todo. Obvio, en el sillón directivo no. Tampoco es mi aspiración. Yo solo entiendo de Filosofía, Latín, Lengua, Gallego, Historia, Ingles, y demás chuminadas.
Imagino que aquí dan Física Cuántica por lo menos.
Pero no te desanimeeees mujer!! Sonrisa autentica como las monedas de cuatro duros.
Un gorila acude presto al rescate a proteger a su pupila. Me observa con ojos de hambre. Me planteo ofrecerle un platano.No me parece una brillante idea. Podría ofenderse.
Hago un último intento de conciliación animal. Pregunto si puedo visitar la capilla. En momentos así, me pongo mística.
NO!!! Responden a dúo .Creo entender que la traducción explicita es algo así como nena, a la puta calle.
Recuerdo a La Virgen y San José tocando puerta tras puerta en Belén. Me siento mártir de la causa.
Un tacón se me rompe junto con la esperanza cuando me dirijo a otro centro educativo donde mi curriculum será rechazado.
Mariano, volveremos .Pasado o al otro o al otro, estoy segura de que en esta santa ciudad, o en este país ateo de esperanzas, alguien en alguna parte tendrá sitio para las personas que buscan un lugar seguro donde ejercer su vocación y burlar la dichosa burocracia.
Perdónales, que no saben lo que hacen.
Mas tal vez debieran saberlo. La tasa de paro aumenta y la educación, como la sanidad, es uno de los sectores que pueden rescatarnos de la barbarie en un futuro. Si es que existe, Mariano.
Volveremos, tal vez pasado.Para que otros pueden volver.