Manuel Pérez Lourido
Engaños y mentiras
Nadie en su sano juicio puede validar el esperpento dominical del 1-O como referendum, salvo que tengas algo que justificar, como haber soliviantado tu patria chica y exacerbado los sentimientos soberanistas apuntando a un enemigo, el Estado, que unas veces tiene el rostro de Rajoy, otras el de unos jueces "lacayos" y otras el de todos aquellos que no están contigo, que son agrupados bajo la denominación de fascistas. Lo que más me molesta de toda esta monserga de utilizar a la gente para tus propósitos políticos es el reduccionismo brutal con el que la hacen comulgar. Me recuerda el chiste del dictador comunista que se dirige a su pueblo con un grito: "¡¡¡Revolución o muerte!!!. Y el pueblo responde: "no, no: revolución, revolución".
La política es un territorio donde lo primero que se extirpa, como si fuesen las tripas de un pescado, son las palabras "verdad" y "mentira" y lo que vemos en el plato son solamente medias verdades y medias mentiras. Y es una incógnita por qué se le tiene que dar más credibilidad a lo votado este domingo que a lo votado el 9-N del 2014.
La intransigencia de determinados políticos con respecto de las pretensiones de un pueblo o de una parte considerable del mismo solo puede explicarse en términos de rentabilidad política. El mismo Rajoy que en 2006 reclamaba ante Zapatero un referendum en Catalunya, ahora se cierra en banda. O está loco o en cada momento hace lo que más le conviene. Ni más ni menos. Y como él todos. Salvo radicales defensores de la integridad secesionista, como los jipis de la CUP, que se enrocan en su discurso sin prostituirlo y se constituyen en una comunidad minoritaria pero con el alma intacta. No hay que olvidar que la convocatoria del domingo, malparida por precipitada, fue una imposición de la CUP a Junts pel si puesto que fueron aquellos los que les marcaron los tiempos.
Ahora la cosa está flotando entre la deriva del procés, todos remando hacia una declaración unilateral de independencia y la pachorra de Rajoy, que busca prórroga y penaltis.
En este partido (y más partido que puede llegar a estar todo) va ganado el bloque independentista: han sabido pulsar las teclas que activaron los sentimientos nacionalistas y luego han presentado la violencia del domingo como si fuese la primera vez que en Catalunya la fuerza pública ejerce como tal (cuando los mossos tienen fama de ser muy eficaces en esas lides). Y no deja de ser lamentable.
En Madrid la estrategia es puramente defensiva y el artículo 515 está en el banquillo para asustar. Rajoy despeja al patadón y aleja la pelota hasta el día 10, en el Congreso. Este dolor de cabeza no se ha terminado aún, que más quisiéramos.