Félix Hernáez Casal
Tres disparos en el pie
Afirma un dicho muy conocido que lo peor no es perder sino la cara de tonto que se te queda. Y ayer los seguidores granates reunidos en Pasarón pudimos comprobar la veracidad de la frase de marras.
Y eso que no se perdió. Aunque la sensación final fue de derrota por la cantidad de cosas que se fueron por el sumidero con el tercer gol toledano.
Por ese desagüe se marcharon dos puntos más que necesarios para enderezar el rumbo; se fueron innumerables gotas de sudor derrochadas por los nuestros durante todo el choque y especialmente desde que nos vimos en inferioridad numérica; bajaron también por esa maldita tubería de la decepción el júbilo de una afición que segundos antes del empate alentaba y cantaba a los suyos respondiendo así a la enésima demanda de apoyo lanzada desde la entidad y desapareció, en definitiva, la primera victoria en Liga que resultaba verdaderamente necesaria para ahuyentar fantasmas y proporcionar seguridad y confianza al equipo granate.
Pero lo cierto es que se cometieron demasiados errores durante la segunda mitad que acabaron por condenar al grupo.
Tras un primer tiempo en el que el Pontevedra se aprovechó de un rigurosísimo penalti pitado a favor y controló sin demasiados problemas a un Toledo que fue incapaz de generar peligro en área contraria, los tiros en el pié disparados por nuestro propio gatillo comenzaron tras el descanso.
El Pontevedra salió anestesiado del vestuario para afrontar el segundo tiempo.
Esta temporada todavía no había pasado pero sí es cierto que en la pasada ya nos ocurrió en más de una ocasión. Lo cierto es que nada más reanudarse el partido el Toledo penetró como cuchillo en tierna mantequilla por nuestra banda izquierda defensiva para poner un balón al segundo palo y poner el empate tras un remate franco y sin oposición. Y sin solución de continuidad llegó el segundo en un lanzamiento precioso de su mejor jugador, Sergio García, pero en otra jugada en la que el rival se plantó en la frontal de nuestro área con demasiada facilidad.
Completado el primer disparo en el pié granate llegó la reacción, loable y meritoria pero ayudada por la verbena defensiva toledana que defendió de manera deficiente el córner que provocó el 2-2 y tampoco fue contundente en la jugada previa al claro penalti que transformó Añón para colocar de nuevo al Pontevedra por delante.
El equipo a pesar del 3-2 fue incapaz de cerrar el choque, de pausarlo, de dominarlo como sí lo hizo en la primera mitad (más aburrida pero mejor jugada por los nuestros) y el juego se convirtió en un ir y venir que bien pudo terminar con nuestro cuarto gol o con el empate a tres de un Toledo que veía como Sergio García sembraba el pánico en la defensa granate que no era capaz de neutralizar su peligrosidad en ningún momento.
Luego se nos escapó la escopeta por segunda vez y llegó ese segundo tiro en el pié que más que por un error vino provocado por una irresponsabilidad.
Porque así, irresponsabilidad, hay que denominar a la acción de un Prosi que amonestado desde la primera parte no puede ni debe en ningún momento realizar una entrada tan absurda como merecedora de tarjeta como la que le costó la expulsión.
Quedaban más de veinte minutos para el final y todo parecía complicarse cada vez más. Pero he aquí que en ese momento apareció ese Pontevedra de Luisito que nos encanta. Ese equipo corajudo, rebelde ante las circunstancias adversas y luchador hasta el extremo que redobló sus esfuerzos y se compactó en defensa como nunca antes en el partido.
Salió al campo haciendo su debut Berrocal por un exhausto Etxániz y precisamente este jugador pudo haber puesto la puntilla al partido al rematar una pelota en inmejorable posición pero el portero “verde” logró abortar la ocasión.
Y así transcurría el partido, con Kevin Presa agigantándose cada vez más a medida que el final se acercaba; con León sacando todo por arriba y por abajo primero de mediocentro y tras la expulsión desde el centro de la defensa; con Goldar acabando el encuentro de lateral derecho tras la lesión del preocupante titular del puesto, Miguel Angel Muñoz; con Añón vaciándose como en él es habitual y en definitiva con un equipo que contagiaba a la gente con su lucha, su entusiasmo y disimulando sus errores con sus ganas de vencer.
Pero cuando todo parecía hecho, cuando Kevin en carrera espectacular casi de área a área había arrancado los aplausos entregados de la afición, llegó la tercera ocasión en la que se nos disparó la dichosa escopeta yendo a parar la bala a nuestro ya muy dolorido pie.
La jugada citada de Kevin acaba en falta cometida por este en campo rival que saca el portero. El primer error se comete al permitir que dos jugadores toledanos acometan completamente solos la pelota en la frontal del área para peinarla hacia atrás. Uno de ellos lo hace para mandar el cuero al corazón del área. Allí estaba en su sitio como en todo el encuentro Adrián León pero he aquí que en vez de reventar la pelota al segundo anfiteatro trata de protegerla o bloquear la presencia de un delantero rival sin percatarse de que otro efectivo rival llegaba por detrás para aprovechar su inexplicable pasividad y empujar el balón al fondo de la portería de Edu.
En este punto vuelve a ser necesaria transcribir la manida frase: lo peor no es perder sino la cara de tonto que se te queda.
Y esa cara es la que se le quedó al que esto escribe al comprobar cómo un partido que estaba ganado se envía al limbo de la manera más absurda posible.
Se fueron así dos puntos de auténtico oro que además de su evidente valor clasificatorio habrían aportado al Pontevedra un balón de oxígeno en el aspecto psicológico al verse capaz de derrotar a un Toledo que en teoría está llamado a rondar los puestos de arriba y saberse de nuevo fuerte en el campo municipal de Pasarón.
Habría conseguido la victoria igualmente reconciliar al equipo con una afición que ayer se entregó en la segunda parte y respondió con su aliento al esfuerzo vertido por sus jugadores.
La cruda realidad, en cambio, dicta que un partido que debió ganarse se empató y que seguimos sin vencer en esta temporada 17/18 que tan torcida ha comenzado para nuestros intereses.
Ahora toca jugar fuera con todo lo que ello conlleva para el Pontevedra desde hace demasiado tiempo.
No saben las ganas que tengo de levantarme un Lunes por la mañana y escribir unas cuantas líneas sobre una victoria foránea del equipo granate.
¿Será el qué viene?