José Benito García Iglesias
Los médicos de pobres (tercera parte y última)
"El Dr. Poza, fue una persona con una gran rectitud de conciencia, generoso con su dinero y con su tiempo para el prójimo, verdadero planteamiento del concepto religioso, en un hombre que no lo era". Con estas palabras recordaba el Dr. Días Lema a su amigo D. Celestino Poza Pastrana.
Su nacimiento se produjo el 2 de septiembre de 1903, en Pontevedra, hijo del entrañable médico D. Celestino Poza Cobas.
Después de cursar sus estudios en el Instituto de nuestra ciudad comenzó la carrera de Medicina en Santiago de Compostela, pero en 2º curso se traslada a Madrid en donde ingresa como interno en la Residencia de Estudiantes, en la "Colina de los Chopos", de donde saldrá la generación más brillante de la intelectualidad española.
En esos años tuvo como compañeros y amigos a personalidades como García Lorca (con quien se encontrará en noviembre de 1932 en la visita que el poeta granadino realizó a nuestra ciudad), Salvador Dalí, Gabriel Celaya, Severo Ochoa, Grande Cobián, Luis Buñuel, Américo Castro y Moreno Villa, entre otros.
Con brillantes notas se licencia el 7 de julio de 1928 y continúa en Madrid, en el Servicio del Dr. Cardenal, realizando la especialidad de cirugía. En ese mismo año aparece como uno de los firmantes del manifiesto que los republicanos gallegos dirigen en Madrid a la Junta Nacional de Alianza Republicana, comprometiéndose a estructurar en Galicia el Partido Republicano.
Profesionalmente, en 1931, cuando se encuentra preparando la tesis doctoral obtiene, por oposición, plaza de medico auxiliar de cirugía del Hospital Provincial. En mayo de 1932 la Corporación Provincial le encarga del gabinete de electroterapia del Hospital y, en agosto de 1934, es nombrado cirujano del Hospital. La Corporación Provincial, teniendo en cuenta sus aptitudes, le nombra, en 1936, Delegado Técnico del Hospital (cargo equivalente a director), nombramiento al que renuncia.
Cuando pensaba en volver a Madrid a leer su Tesis llegó julio de 1936, y, el día 17 de ese mes, muere su hija pequeña Margarita. Debido a la sublevación militar el 18 de agosto es separado del cargo de cirujano del Hospital por el mando militar, y al mismo tiempo que su hermano Luis, sin ningún tipo de expediente previo, es seguidamente detenido. El 17 de febrero de 1937 fue sometido a consejo de guerra en la causa "Celestino Poza Cobas y 19 más", siendo condenado a pena de muerte. Durante su etapa en prisión peregrinó por diversas cárceles de la provincia hasta recalar en el lazareto de San Simón; en este terrible vía crucis acompañó a su padre, D. Celestino Poza, también victima de las circunstancias. De todos fue conocida la labor que ambos desarrollaron en el penal, organizaron la atención sanitaria de forma tal que los miembros de la guarnición y funcionarios acudían a consultarse con ellos.
Cuando al lazareto llego la triste noticia de los fusilamientos de La Caeira, entre los que figuraban su hermano "Luisin" (médico del Hospital) y su cuñado Adrio (abogado), la Dirección del Penal autorizó que recibieran el pésame de todos en su habitación.
Interviene en el Consejo de Guerra a su padre, condenado a pena de muerte, celebrado el 17 de febrero de 1937, ofreciendo su vida por la suya. Finalmente su padre es condenado a reclusión permanente con accesorias de interdicción civil e inhabilitación absoluta. Siendo puesto en libertad en 1941.
Él, por su parte, saldrá de San Simón absuelto el 24 de noviembre de 1937, viéndose obligado a sobrevivir en difíciles circunstancias pues, además del tiempo que permaneció en prisión, los bienes de la familia Poza fueron incautados y el sanatorio saqueado. Lo poco que quedó útil les fue devuelto en 1943. Volverá a ser detenido en 1947, acusado de pertenecer a una denominada "Unión de Intelectuales Libres".
En estos años ejerce la medicina de manera filantrópica, preocupado por los más pobres y necesitados a los que no cobra. Las gentes del barrio de A Moureira le llamaban "apóstol de los pobres", gentes que tenían para él una gran "predilección" y para las que siempre fue Don Tino, lo que lleva implícito el cariño y el respeto que se le tenía y que se hizo presente al darle su nombre a una de las calles de A Moureira.
Su consulta y sus visitas domiciliarias eran "observadas", aún así llegó a arriesgar su propia seguridad atendiendo a huidos y escondidos de la justicia. Años de dedicación muy específica al Barrio de A Moureira. Cuantas circunstancias difíciles solucionaba D. Tino. Etapa de riesgo personal, argucias increíbles; pero siempre una labor humanitaria, afectiva, efectiva y totalmente desinteresada.
Por fin, en octubre de 1951, es repuesto en su plaza de cirujano del Hospital, siendo recibido con una cariñosa acogida por todos, encabezados por el Director Dr. Marescot. Seguidamente es nombrado cirujano del Instituto Social de la Marina, cirujano de la Seguridad Social y reanudó su consulta. Paradojas de la vida, será propuesto por la Diputación para la Medalla de la Beneficencia, se dará su nombre a la sala en la que trabaja y mismamente recibirá la medalla al Mérito Militar.
Aparte de su profesión, la pintura era una de sus grandes dedicaciones. Estaba preparando una exposición antológica de su obra en una importante galería de Barcelona, cuando un trágico accidente segó su vida y la de su segunda esposa, Isolina Méndez Rodríguez. Fue en la tarde del domingo 25 de abril de 1971. Un ómnibus de la empresa La Unión, a la altura de Combarro, debido a un fallo mecánico invadió el carril contrario y envistió el Seat 1.500 del médico y su esposa arrojándolo a la cuneta. Fueron auxiliados por los vecinos y por el personal del autobús, urgentemente los trasladaron a diferentes sanatorios de la ciudad pero nada se pudo hacer por sus vidas.
El 26 de abril, la Pontevedra consternada despidió a un ''hombre bueno'', alguien relacionado intensamente con la calle que despertaba el cariño de todos. Su entierro reunió a miles de personas venidas de distintos puntos de la provincia. El entierro de la pareja, en el cementerio civil de Pontevedra, fue una gran manifestación de dolor.
Sin abjurar nunca de su republicanismo tuvo en su funeral los máximos honores de las autoridades, empezando por el alcalde de la ciudad, Antonio Puig Gaite. Con el regidor, sus familiares desconsolados y sus amigos más queridos como Manuel Castro Rial, Antonio Días Lema, Gonzalo Adrio Barreiro, Manuel Cuña Novás e Isidro Caballería, despidieron a una de las personas más significativas de la vida pontevedresa.