Kabalcanty
Un selfie es un selfie
— El pollo de la cena estaba realmente bueno; la salsa era el toque especial. No me digas que lo has hecho tú.
Los dos hombres estaban en la cocina almacenando los platos en el fregadero. Tendrían unos cuarenta años y vestían de manera informal, vaqueros y camisetas livianas con un estampado. El que habló, con una escasa perilla mal recortada, se apoyaba sobre la puerta del frigorífico mirando sonriente al otro a la espera de la respuesta.
— Mira, si te he traído a la cocina con la excusa de los platos es para decirte algo importante -dijo el otro, tornando su rostro en una mueca grave- He secuestrado a Rubián, lo tengo maniatado en la buhardilla.
El otro hombre se le acercó boquiabierto.
— ¿Esteban Rubián, el delantero centro del Real Club, el candidato al balón de oro?
Asintió el otro bajando los ojos.
— Pero eso es............. Escuché la noticia de su desaparición por el noticiario del canal 8.
— No levantes tanto la voz, ella no lo sabe; es un secreto que sólo sabes tú.
— ¿Y cómo fue? ¿Cómo?- preguntó con una ansiedad mal disimulada.
— Joder, no se quiso hacer un selfie conmigo anteayer -dijo con rabia- ¿Te imaginas? Una foto con Rubián y poderla colgar en las redes y guasapearla a todos tus amigos y conocidos.
El otro hombre le puso una mano sobre los hombros para pinzárselo con suavidad.
— Te entiendo, te entiendo. ¡Es genial!
— Se alojaba en el hotel Cuzco y me imaginaba que saldría a tomar algo después del entreno. Le esperé en el coche tres o cuatro horas hasta que le vi salir. Es muy estiloso vistiendo, sabes, y anda como si todo el mundo se tuviera que fijar en él. Era de madrugada y cuando cruzó el primer paso de cebra me lo llevé por delante.
— No jodas ¿le hiciste daño?
— Que va, unas contusiones en una pierna y un costado, na de na. Le traje aquí y le subí a la buhardilla y ahora espero que mejore un hematoma que tiene en el pómulo (eso no se lo hice yo, fue durante el entreno) para hacerme el selfie, y ahora claro también dejaré que te lo hagas tú.
— ¿Y Susana?
— Nada, esa duerme a pata suelta. Le dije por el móvil que me iba de cena con unos compañeros del trabajo, que llegaría tarde.
— Ya. Oye.......en confianza.........Me gustaría verle. ¿Podría?
— ¡Claro! -dijo con resolución- Les diremos a las chicas que vamos arriba para enseñarte los últimos posts de mi nuevo blog en la tablet.
Les dijeron eso a las dos mujeres que conversaban en el salón de la casa junto a sendos cafés con hielo y subieron escaleras arriba.
El deportista estaba tirado en el suelo, atado a un sillón de mimbre y con la boca sellada por una cinta adhesiva ancha. Comenzó a patalear con fiereza cuando vio acercarse a los dos hombres. Tenía un aspecto descolorido, el pelo largo revuelto, sudaba copiosamente y emitía sonidos guturales a través de la cinta adhesiva.
— Joder, Rubián, te has caído porque no paras quieto -le dijo el hombre que le secuestró levantando el sillón- Te pongas como te pongas hasta que no mejore tu cara y me saque el selfie contigo no te vas. Por cierto, mi amigo también quiere hacerse uno contigo, así que paciencia, macho, que no es para tanto.
El futbolista les miraba con los ojos muy abiertos, también acuosos, y sacudía la cabeza violentamente. Detrás de él, bajo una lámina enmarcada del Real Club, estaban unos mocasines de ante rojo que debían pertenecer al deportista pues estaba descalzo.
— Le das de comer y de beber, claro.
Dijo el otro hombre arrodillándose para examinar de cerca a la estrella balonpédica.
— De momento no hay manera, bueno un poco de agua que le di de beber con una pajita antes de que llegarais.
— Comerá cuando le aprieten las tripas, no falla.
Arrimaron unas banquetas rústicas de pino y se sentaron los dos frente a él.
— Me parece increíble que esté frente a Esteban Rubián, ni en mi mejor sueño.
— Es que si se hubiera hecho el selfie anteayer después del entreno no hubiéramos llegado a esto.
— Coño ¿es que qué le supone unos segundos y sacarse una foto con uno?- miraba a su amigo afianzando sus palabras con las manos- Y tú fíjate, si sacamos la foto y el post lo hacemos vírico en minutos. Ya lo estoy viendo: "La estrella del fútbol mundial Esteban Rubián con su íntimo amigo". ¡Guau!, tío, se me hace la boca agua.
— Vamos a ser la envidia de todos.
— ¡Y lo tenemos solo para nosotros dos!
—Hice bien ¿no te parece?
— ¿Bien? !Eres la hostia viva!, y me vas a dar un abrazo de hermano.
Se abrazaron y bailotearon unos segundos enganchados.
El futbolista ya no les miraba, tenía la cabeza baja como si se dedicara a contarse los dedos de los pies.
— Ahora volvamos con ellas, no quiero que sospechen.
— Sí, claro.
— Y tú -dijo acercándose al oído del futbolista- a ver si te conciencias de tu situación, Rubián. Cuando se vayan mis amigos te subo una ración de pollo al chilindrón que está de toma pan y moja. ¿Díselo tú cómo está el pollo?
— De vicio, Rubián, de vicio. -contestó el otro hombre, acariciando el pomo de la puerta de la buhardilla.
— Pero si te pones a gritar como hiciste ayer, se jode el pollo, eh.
— Es que un selfie es un selfie, Rubián, reconócelo.
El dueño de la casa echó las tres vueltas de la cerradura de la buhardilla y dejaron otra vez solo al astro del balón.