Manuel Pérez Lourido
Melancolía en vena
Estoy hecho una mierda. A ver, no hablo para quienes me conocen. Para ellos diría: estoy especialmente mal. Les explicaré por qué: acabo de escuchar "Massachusetts" por la calle. Sigo explicando: "Massachusetts" es una canción de los Bee Gees y yo la iba escuchando en un mp3. O sea, que yo iba por la calle en plan autista y musical a tope, cuando me sale en la lista de canciones el tema en cuestión. Por andar pintando la mona cuando selecciono los temas.
En este primer párrafo está planteado el drama, como mandan los cánones. Ahora paso a desarrollar la trama. Resulta que fue empezar a sonar la canción y venírseme una melancolía encima que casi me tengo que agarrar a una farola. No es la primera vez que me agarro a una farola callejera ¿(hay otras?), pero hace mucho tiempo que no lo hacía. Y era por otros motivos, que ahora no vienen a cuento.
El asunto es que me empezó a comer la saudade por dentro, desde la planta de los pies hacia arriba, que no sabía qué hacer. A media canción quería lanzarme sobre el primer transeúnte para llorar en su hombro y responderle "no sé" cuando me preguntase qué me pasaba. "Putos Bee Gees" pensé mientras asimilaba mi estado de deseperación. Me sentía como poseído por Rosalía de Castro. O por Rosalía de Castro, Bécquer y Larra juntos. Y no, no se me ocurrió ni por un segundo apagar el maligno dispositivo del que brotaba la música. Ni arrancarme los auriculares de la orejas. No, los aspavientos iban por dentro, que era donde me dolía, donde me estaba desangrando. Tenía que aguantar: aquello era un mensaje de la vida y había que apechugar con él. Lo que no te mata te hace más fuerte. Viva Paulo Coelho. Mi desesperación alcanzaba cotas inimaginables. Pensé que si fuese fabricante de antidepresivos, sobornaría a todas las emisoras del mundo para que emitiesen "Massachusetts" varias veces al día. Luego pensé que a lo mejor a la gente normal no le haría efecto. Cuando me pasan cosas de estas, siempre pienso que no soy normal y que eso lo explica todo. La canción terminó, por fin, y me fui apaciguando. Estas cosas lo que tienen es que suelen ser pasajeras. Vienen a por ti de sopetón y al principio te quedas un poco desorientado, pero todo es cuestión de conservar la calma y de tener una buena farola al lado. Aguantar el chaparrón y ya está, es que no hay otra, creo. No me hagan mucho caso. Circulen, circulen.