Félix Hernáez Casal
Escalera hacia el cielo
El centro desde la izquierda no era malo pero tampoco constituía un regalo. El balón servido por Eizmendi recorrió las nubes de Villaviciosa en dirección al corazón del área contraria y cuando todavía el esférico conversaba con los diferentes cumulonimbos y cirros asturianos se topó de forma inesperada con la cabeza de Mario Barco saliendo despedido hacia el fondo de la portería del Lealtad para decidir un partido incierto.
De cómo llegó Barco a rematar esa pelota nos dimos cuenta en la repetición de la jugada a través de la cual pudimos apreciar en toda su extensión la tremenda altura conseguida por el '9' en su salto prodigioso.
Además de ese portentoso ascenso hasta el cielo, el gol necesitó otro ingrediente para cocinarse en su totalidad. Además de con esa fuerza en las piernas el riojano condimentó la acción con una potencia extraordinaria en su cuello que le permitió dirigir el balón de manera majestuosa y colocarlo lejos del alcance del portero asturiano.
Había sido un golazo espectacular e importantísimo logrado cuando todo parecía encaminado para que el equipo acumulase su octava salida sin marcar de las catorce efectuadas hasta el momento. Significó el octavo gol conseguido fuera de Pasarón y el cuarto marcado por un Mario Barco que ha resultado decisivo en las tres victorias foráneas logradas por los granates y al que creo hemos echado mucho más de menos lejos de casa que al calor del hogar pontevedrés.
Este domingo, se volvió a disputar una primera parte insulsa y siguiendo con los símiles gastronómicos, sosa hasta el extremo. Firmes, eso sí, en defensa sin conceder nada o casi nada a nuestro rival pero incapaces de generar peligro en ataque a excepción de un lanzamiento de Añón en las postrimerías de esa primera parte que se marchó fuera por bastante.
Tras el descanso se mejoró algo la presencia ofensiva. Abel se situó algo más atrás y consiguió hilvanar varios pases consecutivos con algo de sentido para darle un poco de intención a las escaramuzas ofensivas del colectivo. Pero ese picante imprescindible para darle sabor a la comida volvió a ponerlo Mario Barco que apareció por el campo alrededor del minuto 50.
Ya pudo marcar antes el de Calahorra si hubiera llegado un segundo antes a un gran balón enviado desde la izquierda y Álex Fernández también tuvo una gran opción tras jugada de mérito creada por Abel y Kevin.
También hubo susto en forma de gran ocasión asturiana pero el partido agonizaba sin que los nuestros fueran capaces de lograr ese tanto que tan importante resultaría para el futuro. Hasta que en ese minuto 87 Barco decidió ascender por una escalera invisible para cortejar a alguna nube atractiva. En ese camino hacia el cielo se encontró con la pelota y la incrustó literalmente con esa mina de oro que tiene por cabeza en las redes del arco del Lealtad.
Con la serie de resultados cosechados como visitantes en esta Liga vencer supone un espaldarazo trascendental a las opciones granates de agarrar la cuarta plaza. En casa estamos bien. Nos sentimos fuertes y rezumamos confianza que se traduce en muchos puntos en la clasificación. Pero para aguantar el tipo, para afirmarnos como es debido en la última plaza que clasifica para el play-off necesitamos comida fuera.
En los últimos minutos del partido de ayer Barco bajó de los cielos una buena fabada en forma de golazo que el equipo devoró como la ocasión merecía. Son tres puntos de oro que mantienen a raya a la Ponferradina y que nos llenan de ilusión para afrontar esta semana que terminará con partido importante ante el Valladolid B. De ganar colocaríamos nada menos que nueve puntos entre nosotros y el peligroso filial pucelano.
Como decía Luis Aragonés todo se decide en los últimos diez partidos y ese tramo decisivo de la temporada empieza el domingo. Ojalá las gradas aparezcan ese día más pobladas de seguidores granates y Pasarón juegue ese importante papel que sabe protagonizar cuando es necesario.
Estamos cerca de lograr algo importante y todos debemos aportar nuestro granito de arena para que esta gran temporada acabe con el premio de una clasificación para una fase de ascenso a Segunda División que no disputamos desde el año 2010 y a cuyo término empezó la pesadilla gigantesca de la que el Pontevedra CF ha tardado más tiempo del previsto en despertar.