Cristina Ogando
Viajeros de segunda
Llevo seis años utilizando los trenes que Renfe ofrece en Galicia casi por obligación. Siendo pontevedresa y teniendo que ir a la capital a estudiar una carrera, este medio de transporte se me ha presentado como el más práctico. Curiosamente, en pocas ocasiones.
Creo que esta empresa nunca fue consciente del todo de la gran responsabilidad que tiene. Es el medio público que más utilizan los estudiantes universitarios para ir y volver de sus hogares, lo que implica una gran movilidad juvenil y que más de una vez se da contra una pared cuando se encuentra con que Renfe no tiene suficientes trenes, cuando Renfe vende (cuando le interesa) más billetes de los permitidos y se ven obligados a sentarse en el frío e incómodo pasillo por más de una hora de viaje (en ocasiones puede llegar a las dos y media y subiendo). Estos estudiantes se ven con problemas por parte de la compañía prácticamente a diario. Un día las canceladoras no van y tienes que hacer una cola de mil demonios hasta alcanzar al funcionario que te dice con una sonrisita "no podemos vender billetes 5 minutos antes de la salida del tren" cuando te has pasado los últimos diez esperando a ser atendido. Otro día, llegas con tiempo y puedes ir directamente a por tu billete, sin esperar, pero cuidado si eres mujer, porque serás objeto de risitas, bromas de mal gusto y comentarios machistas y fuera de tono por parte de los trabajadores que están allí plácidamente sentados leyendo el periódico. Por si no fuera poco, ese mismo día, entre bromita y bromita, te darán el billete mal y al reclamarlo te soltarán un maravilloso "Pero no te enfades, mujer".
¿Continúo? Porque, ¿saben?, tengo tiempo. Ahora mismo debería estar subida en el tren Pontevedra- Santiago de Compostela de las nueve de la mañana. Un tren de esos super rápidos que se implantaron desde hace tres años, que son una delicia extremadamente cara y que me he encontrado completo cuando he llegado. Ese tren llegará a su destino en cuarenta minutos. Mientras, yo seguiré aquí sentada cogiendo frio hasta las diez y veinte, hora del siguiente tren y que tardará MÁS de una hora en llegar a la capital. Apasionante ¿no creen? Porque, por supuesto, no tengo nada más que hacer que esperar dos horas para ir a donde quiero.
¿En qué mundo cabe que en una comunidad con una movilidad diaria tan grande no haya suficientes trenes y con más regularidad? Me gustaría saber qué gana Renfe, o más bien Adif, con esto. Solo clientes descontentos que tienen que tragarse sus palabras porque necesitan llegar a su destino. Y es que esta empresa es peor que cualquier otra. Juega con las necesidades de las personas, las vuelve impotentes y llenas de rabia contenida, cuya única vía de escape es escribir en la única cafetería de la estación, donde el café es imbebible y que por el precio parece estar servido en taza de oro.
Seguramente pensarán que lo mio es un caso aislado, una simple universitaria que intenta desquitarse porque la han dejado en tierra cuando tenía que estar en otro sitio. Cuanto se equivocan. Como yo hay cientos de otros estudiantes que viven lo mismo todas las semanas, todos los días.
Jóvenes con prisas por coger el último sitio de los trenes de los viernes y los domingos. Grupos de chicos y chicas tirados por el suelo de las distintas estaciones porque no les dejaron subir al tren, chicas asqueadas por cómo las trataron los funcionarios de taquilla e inquietas por cómo las miran. Grupitos de amigos sentados a lo largo de los pasillos de los trenes, apretujados y con miedo a moverse un centímetro porque la empresa decidió vender más de lo debido, aguantando la angustia y la claustrofobia del lugar porque el tren lleva retraso de una hora, y que por encima, es el tren lento.
Estoy harta, cansada y más que enfadada de los abusos de Renfe Galicia y su lamentable gestión de este servicio público. Parece que se creen que por irse a otra ciudad es un trayecto largo, cuando es lo mismo que ir de San Sebastián de los Reyes al Centro de Madrid. ¡Es absurdo!. Y pensarán "es que es la capital, hay más gente". Aquí hay tanta gente como una sola ciudad, solo que en una comunidad entera, y que necesita moverse con la misma frecuencia y necesidad que ellos. Basta de tratarnos como ganado y meternos en trenes super poblados.
Basta de tratarnos como ciudadanos de segunda que debemos dar gracias al todo poderoso Renfe por dejarnos un hueco en sus trenes.
Tenemos derechos, tenemos necesidades y es hora de que se cumplan.