Manuel Pérez Lourido
Dimisiones
Leo que a un hombre le quedó atrapado un testículo en una silla con agujeros de Ikea. Me lo creo, si es de Ikea, me lo creo. La banqueta agarrahuevos solo podía ser cosa de Ikea. Algo parecido le ha sucedido a Rajoy con el nombramiento de Soria. ¡Cacho en Soria! rosmaba el bandido Fendetestas en "El bosque animado". Y con el bosque incendiado y los árboles que no dejan verlo y todo eso, va Rajoy y despacha a Soria hacia el Banco Mundial. Se armó la idem, claro.
"Desproporcionados ataques" han dicho. Este Soria nos salió poeta. O sea cantor: un canario cantor. Ya dio el cante (jondo) con su presencia en los papeles de Panamá, lo que provocó su dimisión tras un duro forcejeo con el sentido común. Por lo menos salió vencedor este último, y ahora por segunda vez. A José Manuel Soria, experto dimisionario, es el político que mejor y más veces dimite por kilómetro cuadrado. Claro que incluso sus compañeros sospechaban en voz alta de la idoneidad de su nombramiento. Mariano no. Rajoy no sospecha nada, tiene esa cara de no sospechar, esa pose entre pánfila y torpe que acaba engañando a algunos. Rivera pidió su cabeza (ahora volverá a la carga), Sánchez pidió la cabeza y el corazón en una bandeja e Iglesias... Iglesias habría llamado a un taxidermista.
En cuanto a las medias verdades y las mentiras completas con las que el partido del gobierno en funciones (tan disfuncional en estos asuntos) quería enmendar la metedura de pata: que si concurso de candidatos, que si curriculum... bueno, estamos más acostumbrados a despidos en diferido que a nombramientos vía concursooposición, de modo que pensaron que igual colaba.
La cosa esta de la política hace tanto que se parece a un vodevil que casi voy a buscar en un diccionario qué rayos es en realidad un vodevil. Que descansen.