Bernardo Sartier
"¡Chupa mi vida!"
En precampaña parecemos el adolescente de Fellini en "Amarcord", que iba al estanco por cigarrillos y se encontraba con que la estanquera le dejaba caer el tetamen mientras lo urgía: "¡chupa mi vida!". ÿl gritaba "me ahogo" y, en vez de chupar, soplaba. Lo mismo yo. Sin saber qué hacer con la teta del análisis. Incluso a veces soplándola, esfuerzo inútil porque ya dijo el presidente de la sociedad española de senología que intentar inflar una teta no mueve más que a frustración y desengaño. Pero tengo la sensación de que las Mareas, Lores, Moreira y Biempica andan más o menos así, dubitativos entre succionar o inflar la prognosis. Las Mareas gotean prohombres pontevedreses talludos y sus detractores dicen que andan saqueando sarcófagos, y que cualquier día dan una rueda de prensa con Ramsés y Tutankamón criticando los columbarios de San Mauro. Y luego le recuerdan a Luis Rey que Paquiño Franco también sacaba de vez en cuando en procesión el brazo incorrupto de Santa Teresa como saca él de la chistera ilustres, hoy uno, mañana otro (En realidad, Franco utilizaba la reliquia más como compañera de cama que para procesionar; Franco se ponía el camisón, se calcetaba el gorro de dormir y le decía al brazo "hasta mañana, churri, que descanses", y en esto el brazo que se giraba y roncaba. Que se sepa, fue el único brazo con apnea de la historia de las reliquias).
La Marea, con los prohombres vintage anima a votarlos, pero luego ves a Lores en el "Acuña" comprando el pan y esa incursión del alcalde mueve a la reflexión, porque un alcalde que compra el pan es mucho alcalde de dios, que usted no se imagina a Ana Botella agenciando el pan. A Ana Botella usted se la imagina diciendo que una pera y una pera dan otra pera, pero que una pera y una manzana nunca darán una manzana ni una pera, que es la pedagógica manera que tiene Botella de explicarle a usted y a mí que los gays no pueden procrear entre ellos y también, y de paso, la manera en que usted y yo nos damos cuenta de que Ana Botella no es Einstein y que a lo mejor una división con comas se le empina.
Y cuando andaba pensando en las bondades de Lores (de las maldades ya tengo hablado) me cruzo con Abal, Abeigón y José Luis Martín. Buenos rapaces a quienes comento que los números 2 y 3 de la lista representan gremios y familias y que eso no los conecta con el pueblo, que el pueblo respeta la prohibición de escupir en las paredes pero que lo represente una directora y un médico se le atraganta. El pueblo quiere gente normal. Martín me mira: "¿Qué es para ti gente normal?", y entonces le digo que esa candidatura no resiste la ausencia del payaso Pimpón. Y añado que aunque hay que reconocer el esfuerzo de Jacobo confeccionando la lista, que ya decía Churchill que prefería pasar una tarde de zoo en la jaula de los leones antes que hacer las listas del partido, no comparto que se relegue a los currantes a puestos que no sean el dos, el tres y el cuatro, que deberían cubrir César, Teso y Ana. Y luego, si quieren, la profe y el "Doc". Estos chavales tienen ganas y han trabajado mucho. Creen en un cambio para Castroforte, que era como llamaba Torrente a Pontevedra en "La Saga-fuga". Pero tienen que creérselo y transmitirlo, porque saber ya saben qué quieren ser de mayores. Con lo del Gafos descubierto dan ganas de votarlos. Y, si solo fuese un señuelo electoral, también darían ganas de cortarles los huevos.
Luego veo a María Biempica con su tabla de surf, que a lo mejor debería ser de picos como esas en las que duermen los faquires y me enternezco. En época electoral, más que esa pose praxiteliana, cadera ligeramente flexionada y pelo a lo vigilante(a) de la playa hubiera venido bien una foto con una amiga mía mariscadora de Campelo, sachando en busca de almeja babosa, que el pueblo, María, mira con simpatía baixar o lombo más que surfear. Al pueblo surfear se le hace cosa pijota. A María le ganó por la mano la ministra Tejerina sachando en Cambados con Aragunde.
¿Saben? A lo mejor gana Lores. Que me recuerda a aquel paisano da Terra Cha que aseguraba su infalibilidad adivinando la hora exacta con la simple palpación de las ubres de su vaca. Palpaba y decía "las seis menos cuarto". Y esa era la hora exacta que marcaba el reloj. Se hizo popular. Y asediado por tan repentina como incómoda fama se dispuso a ponerle fin. Y se explicó: "Confésolles que eu non sei a hora palpando as ubres; eu, o que fago é levantalas un pouquiño, apartar os tetos e ver por debaixo de vaca o reloxo da iglesia". Tal que así Lores. Un tío sencillo. Un tío que tiene un Vespino y compra el pan. Me soplan que Lores palpó las ubres, apartó los tetos y le salen 13 concejales, que es la mayoría absoluta. Ya veremos.