Manuel Pérez Lourido
Limpieza general
Mientras la mano de Dios empujaba a Rodrigo Rato dentro de aquel coche, otras muchos manos procedían a un autolavado con agua y jabón. Así sucede. Nos ponemos a mirar hacia otro lado y borramos los sms comprometidos y los discos duros sospechosos sin que se nos caiga ni un trocito de pestaña al suelo. Ahora resulta que, desde hace un rato, el exministro es sólo "un particular".
Otra forma particular de escurrir el bulto, de huir hacia adelante, de esperar que las olas no te lleven en volandas y te despiertes en la orilla, empapado de inmundicias y con las verguenzas al aire.
Los ciudadanos de a pie, los "particulares", tendremos pronto la palabra. Esa boca que el asombro y la indignación nos han abierto tantas veces que las caries han cogido gripe, podremos cerrarla para decir algo mediante una papeleta. Será nuestro tiempo, nuestra hora. Y esa hora nunca ha sido tan decisiva. Tenemos que decidir si nos vale esta democracia de tebeo, este mercadeo de voluntades, este cinismo de maletines y corbatas o si tocaremos a rebato para que haya una limpieza general. Hay tanta gente a la que mandar a casa que es difícil saber por dónde empezar, pero nadie podrá decir que no se le ha consultado. ¿Les vale esto? Adelante, beban el cáliz hasta las heces, que total a esto último ya estamos acostumbrado.
En cualquier desempeño profesional hay que rendir cuentas a instancias superiores que pueden ponerle a uno en su sitio o en la puta calle si se hace el cafre con la suficiente eficacia. Pero a ciertos empleados públicos es la población la que tiene esa potestad, visto que sus agrupaciones políticas se rigen por otros principios que tienen más que ver con los de las mafias que con los del sentido común.
Desde que Piero Manzoni enlatara su propia mierda, no nos sorprende la circulación cotidiana de esta y las pretensiones de hacerla pasar, ya no por arte, sino por alimento. Tragar es una maniobra que aprendemos bien pequeños sin sospechar que nos va a resultar tan imprescindible el resto de nuestra vida. El banco que te estafó cuando lo de la hipoteca luego te estafó con un producto diseñado al efecto. Y luego el dinero de todos ha de acudir en rescate de esa fábrica de basura, que después inyectará dinero para las campañas del partido político que luego hará las leyes que le faciliten la impunidad a esas entidades. "Encuentros con entidades" es un disco de Los Planetas que sirve tanto para la vida marciana del espacio exterior como para la de los bancos del país. Resulta fácil confundir lo uno con lo otro.
Convertir la indignación en votos es muy sencillo: sólo hay que repasar las noticias para reactivar el impulso. Por eso se escancian los escándalos con pulso de cirujano y calendario en ristre. Todo se fía a la cualidad resbaladiza de la memoria y al sempiterno escalofrío del miedo: el mismo cuento del hombre del saco sirve para reducir voluntades en la primeria infancia y en las posteriores; los aventadores del temor saben de la eficacia de sus métodos, aunque ellos mismos sientan vértigo cuando imaginan el fracaso. Cuando imaginan esa mano en su propia cerviz, esa gigantesca mano invisible privándoles de las coartadas y echándoles de los escaños.