Manuel Pérez Lourido
Incendios y salpicaduras
El derecho a acumular riqueza es mucho más respetado que el derecho a un trabajo digno. Al menos si analizamos la realidad, que debería ser nuestro referente en esta y otras muchas cosas. Durante esta larga crisis los beneficios de los económicamente poderosos se han incrementado mientras que el número de personas en paro también lo hacía. Uno diría que las crisis le vienen bien a los que le vienen bien. Esta forma de explicarlo con rodeos da la impresión de que no quieres señalar mucho con el dedo. Ja.
Es decir, que una crisis generada en el ámbito de las grandes finanzas, una crisis enraizada en las operaciones especulativas, en el desaforado ánimo de lucro, termina siendo aprovechada por aquellos situados en mejor situación económica. Blanco y en botella. Usted dirá, sobre todo si viene con genes gallegos de serie, que siempre llueve hacia abajo. Ese determinismo fatalista suele caracterizar a determinadas especies humanas, que luego también suelen utilizar el derecho al voto como medio de práctica masoquista. La vida está hecha de incongruencias y café con leche en el desayuno, pero en algunos lugares elevamos el disparate a categorías cotidianas y después nos metemos la manos en los bolsillos, rosmamos un poco y pedimos otra de orujo.
Conviene decir que esta tierra está ardiendo por los cuatro costados en el fragor de incendios provocados que nos pedirán que apaguemos con nuestro voto. Lo malo es que han salido a la palestra unas cuantas brigadas de bomberos respondones. Los bomberos a los que estábamos acostumbrados resultaron acoger en su colectivo a pirómanos diversos, a los que mantenían dentro de la organización porque eran generosos con ella. Además tenían miedo de que después contasen oscuros secretos sobre mangueras, sirenas de alarma, camiones y todo lo que rodea a un bien configurado parque de bomberos.
Los nuevos voluntarios se presentan con hacha afiladas dispuestas a demoler el antiguo orden. De hecho, en Grecia los han escogido a unos similares y los mandamases europeos les van a hacer la vida imposible (aún más) porque sólo faltaría que ahora controlasen esos bomberos de nuevo cuño los incendios que siempre han controlado ellos. Les cortarán el grifo y los bomberos griegos tendrán que convencer a una gran parte de la población para que meen todos al unísono y así no les escalden las llamas que se alzan por doquier en aquella tierra. Cuánto le gustaría a uno que fuese así, y que aunque quedase media chamuscada, la nación griega dejase de arder y los mandamases europeos tuviesen que llevar al tinte sus trajes,ensuciados por las salpicaduras.