Manuel Pérez Lourido
Las tostadas
Estará de acuerdo conmigo, apreciado lector/a, en que el que tema que vamos a abordar es bastante plano, poco espinoso. Si le parece espinoso un asunto como este de las tostadas le recomiendo que visite a un facultativo competente. Esto no quiere decir que el tema no tenga su jugo, que procederemos a exprimir ante sus ojos para su información y disfrute.
Para empezar: le comunicamos, tras el pertinente asesoramiento ante las autoridades competentes, que las tostadas se pueden tomar e incluso ingerir a cualquier hora del día. Usted no infringe ley alguna si no las toma específicamente como desayuno. Así es como venimos haciendo desde tiempo inmemorial.
Concretamente cuando llegó la televisión a este país y, más concretamente, cuando llegaron las series y telefilmes norteamericanos. Así se promovió la invención del tostador (o tostadora: existe un amplio debate de género sobre el particular) con el único y exclusivo fin de que apareciese en dichas series y telefilmes.
Probablemente de ahí la cosa dio el salto a la vida real. Dijeron: ya puestos, vamos a fabricar tostadores (o tostadoras) para todo el mundo y haremos que todo el mundo tome tostadas. Dicho y hecho. El ingenio escupía láminas de pan perfectamente tostado tras haberlo depositado en su interior. Luego estas láminas se untaban con mantequilla, margarina, mermelada, miel o un producto similar. Los americanos solían emplear crema de cacahuete, un producto legendario y probablemente inexistente: se lo inventaron para parecer más especiales, seguramente traumatizados por no tener reyes y reinas (que son por si mismos bastante traumatizantes, pero la vida es así).
En el proceso de manipulación de las tostadas, con frecuencia alguna de ellas terminaba en el suelo. Esto dio lugar a la aparición de un hombre llamado Murphy que, careciendo de mejores cosas que hacer, dio en inventar una ley que reza: "la tostada siempre cae por el lado de la mantequilla".
Dirá usted: normal, pues por ese lado pesa más. Pues no, porque, dependiendo de la altura de la mesa, la tostada puede tener tiempo de darse la vuelta en el aire y caer del otro lado. Amigo. Luego hubo quién amplió esta ley (porque otra cosa no habrá, pero ociosos...) y sentenció que la probabilidad de que caiga del lado de la mantequilla es directamente proporcional al precio de la alfombra. Los enemigos acérrimos de ambas leyes se dedicaron a extender la costumbre de untar las tostadas con cualquier cosa menos mantequilla y de retirar las alfombras de las cocinas y de los lugares donde se untan tostadas.
Ahora vamos a explicar la frase "se olió la tostada", seguro que usted se lo estaba imaginando. O sea, que se estaba oliendo la tostada. ¿Vio qué fácil?. Sobre ella se abren diversas incógnitas: ¿es cierta la teoría de que la pronunció por vez primera un ayudante de cámara de Orson Welles durante el rodaje de "Campanadas a medianoche?. Imposible: me lo acabo de inventar. Sólo con el fin de ilustrar lo sencillo que resulta poner en circulación una leyenda urbana.
Otro día seguiremos con el tueste, o sea, con el tema.
NOTA: Durante todo el texto se denomina "americanos" a los norteamericanos con el único fin de insertar esta nota al final.