Manuel Pérez Lourido
Pensando un rato
"Rodrigo Rato solicita la suspensión temporal de militancia del partido". Este ha sido el titular, más o menos. Podría haber sido "Rodrigo Rato tiene los huevos cuadrados" o alguno similar, y obedecerían igualmente a la realidad, cierto que con un enfoque metafórico.
Luego está el hecho de que el sr. Rato parece que sólo se adelantó a lo que su partido iba ya a hacer. Ya se sabe como se las gastan ahí: la de collejas que debe tener encima la Mato por sus meteduras de pata, y no digamos el Consejero de Sanidad de Madrid... pues nada, que antes de que la tremebunda disciplina del PP cayera con puño de hierro sobre mister Rato para suspenderlo de militancia, ya se ha suspendido él solito, en un extraordinario ejercicio de autocrítica que sin duda revela un carácter forjado en la adversidad, dispuesto a soportar un castigo de semejante magnitud antes de emprender la batalla de luchar por su honorabilidad (aquí suena "Abuelito, dime tú..." de Heidi y queda niquelao).
Los que nunca hemos estado afiliados a ningún partido político, y por lo tanto no sabemos qué significa la militancia, no podemos ni imaginar lo terrible que debe ser estar suspendido de la misma. Temporalmente, además, con lo que eso angustia.
Rato, el hombre que pudo ser califa en lugar del califa pero que despreció el califato y que cuando lo quiso ya estaba Rajoy allí. El hombre al que le dieron una Caja de Ahorros y la fusionó con otras seis para dar luz a Frankestein, digo a Bankia, ese fistro de entidad que, auditado por Deloitte en 2011, presentó un desfase patrimonial de 3.500 milloncejos de nada...
Rato, que dice haber actuado "dentro de la legalidad" en el tema de las tarjetas opacas y que será capaz de demostrar, ya lo verán, como 3.475 euros en bebidas alcohólicas, 1.392 en una ferretería, 2000 y pico en clubs, salas de fiestas, pubs y discotecas, etc, etc, son gastos imprescindibles y absolutamente vinculados a su función en la presidencia de la entidad. Dirá que, mientras esta se hundía, él tenía que darse cierto tren de vida para disimularlo. O que apenas llegaba a fin de mes con su sueldo.
Lo peor no es que este tipo de personas despeguen tanto de la realidad como para sobrevolarla directamente, lo peor es que este tipo de personas puedan llegar a presidir el gobierno de un país.