Los bebés robados y el alzhéimer luchan contra el olvido en la temporada teatral
Por Mónica Patxot
Una ovación en la que los aplausos se prolongaron durante diez minutos. Fue el broche final al último estreno dramático de la temporada de abonos de teatro de la Fundación Galicia Obra Social (Afundación) en Pontevedra, Una vida robada, protagonizada por Asunción Balaguer, Carlos Álvarez-Nóvoa, Ruth Gabriel y Liberto Rabal.
La obra compuesta por Antonio Muñoz de Mesa y dirigida por Julián Fuentes Reta captó la atención de los espectadores abordando uno de los dramas que ha consternado a parte de la sociedad española en los últimos tempos, el de los bebés robados, pero también la crueldad del alzhéimer y la forma en que esta enfermedad condiciona la vida de quien la padece y de las personas que le rodean y cuidan.
La obra llenó prácticamente todas las butacas con un público eminentemente femenino que únicamente formulaba una queja al término de la función, el sonido.
La interpretación y la voz de Carlos Álvarez-Nóvoa llegaron a toda la sala sin dificultades, pero en las intervenciones del resto del elenco surgieron, en determinados momentos de la obra, ciertas dificultades para escuchar todo el contenido del diálogo.
Un desenlace inesperado y las aplaudidas intervenciones de los actores de trayectoria más dilatada, Asunción Balaguer y Carlos Álvarez-Nóvoa, fueron los platos fuertes de una obra que ofrece el drama de los bebés robados desde la visión de una niña dada en adopción al nacer en una clínica madrileña (Luz, interpretada por Ruth Gabriel) que acude al médico que asistió el parto (el doctor Nieto, al que da vida Carlos Álvarez-Nóvoa) haciéndose pasar por una trabajadora para sonsacarle información.
El alzhéimer avanzado del ginecólogo y la intervención de su cuidadora (Olvido, Asunción Balaguer) y su hijo (Julio, Liberto Rabal) dificultan su búsqueda de respuestas.