Siempre me gustó Pontevedra. Siempre me he sentido atraido por el encanto íntimo de esta ciudad pequeña, hermosa, tranquila y feliz.
Pontevedra se me aparece en los recuerdos viva y palpitante. Una tarde de toros con jolgorio de peñas. Una cena con José Tomás en Casa Román, toreando cigalas y centollas. Un helicóptero festivo con la radio de Joaquín Prat en el cielo de la ría. Una mañana de palabras gallegas en los viejos estudios de mi querido Hermida. El bullicio de aquel Pasarón verde y granate, cuando el ⿿Hai que roelo fue santo y seña de un equipo que se ganó un lugar en la historia. El fervor de fiesta y Peregrina que enciende la Plaza de la Leña y esos soportales donde la vida aún guarda los secretos.Y esa misma Pontevedra, que se acerca a Poio con fe de monasterio y manteles eternos de Solla. La que busca O Grove con voracidad de octubre, cuando el marisco se viste de etiqueta. La que entra en Sanxenxo como si entrase en la capital veraniega del mundo. La que llega al Salnés de Meis, de Ribadumia, de Cambados, en simbiosis perfecta de mar y Albariño. La que aún tiene Vilagarcía para pedirle paz a Santa Rita. La que se acerca a Caldas de Reis a recordar las tazas del Muiño y los ríos revueltos del invierno.
Esa es la Pontevedra que tengo viva a estas alturas de mis sueños. Es la que a convertirse en palabra digital cuando Octubre presuma de ser Libra y el otoño bendiga nacimientos. Desde este Madrid de calores y morriñas pongo mi libertad sobre este folio. La libertad que pide PontevedraViva para ser periódico digital por muchos años. Las tierras de mi Pontevedra y la de todos vivirán desde hoy con letra nueva.
Yo sólo he puesto en orden mis recuerdos. Que PontevedraViva haga el resto.
Pepe Domingo Castaño. Tiempo de Juego, Cadena Cope.