Se paró y giró levemente la cabeza hacia mí, llevando la mano siniestra al mentón con cierto aire detectivesco y una calculada parsimonia. Deshaciendo el gesto dubitativo, metió la mano en el bolsillo del mismo lado de la chaqueta de donde sacó un pequeño bloc con tapas de hule verde oliva, cerrado por un corchete que abrió, jugando las yemas índice y pulgar, haciendo un ruido metálico característico. Apoyó la libretita con holgura en la palma de su mano derecha. Extrajo, de entre la espiral metálica del muelle lateral, un diminuto bolígrafo plateado que llevaba anclado en pinza. Abrió el bloc por una hojita en blanco y se puso a escribir con firmeza. Dirigí mi mirada hacia lo que estaba escribiendo, en la seguridad que, dada la conversación que traíamos, ello me incumbía, pero, por la posición zurda de su escritura y la brevedad del acto, me fue imposible leer nada. Terminó de escribir en pocos segundos. Arrancó lentamente la hojita haciendo un ruido como de tableteo que, pese al pequeño tamaño del papel librándose de las espirales metálicas, se me hizo eterno. Al terminar la parsimoniosa tarea, con la misma lentitud, arrancó, uno a uno los pedacitos de papel que habían quedado en la nota como resultado del desprendimiento. Luego extendió la mano ofreciéndome la pequeña nota al tiempo que me decía:
-No creas. No es tan difícil. Mnemotecnia. Eso lo solucionas con mnemotecnia. En ocasiones, no tienes más que acudir a recursos de aproximación, o incluso engaño. Si algo se te resiste, tiras de los procedimientos de contraposición o de semejanza. Entonces lo difícil pasa a ser fácil. Son los recursos más naturales y efectivos. A veces tienes que recurrir al absurdo. Otras debes entregarte por completo a la creencia de tu superioridad. Fíjate – pregunta -¿qué pasa con los placebos? Sugestión, analogías, acercamientos hacia lo que persigues utilizando caminos laterales. Piensa en la lectura rápida que te permite una selección de contenidos en poco tiempo a modo de barrido. Por ahí se puede llegar al éxito. Mentaliza una palabra común como, por ejemplo, arboleda. Si la repites muchas veces notas como va perdiendo el sentido que tenía en un principio y llega a desvirtuarse hasta que suena absurda. Los caminos aceptados en un principio pueden llegar a ser auténticos laberintos, por lo que, en ocasiones, puede ser necesario salirse de lo conocido y coger rutas alternativas.
Casi no entendía nada de lo que decía. Cogí la hojita que me ofrecía y leí una absurda palabra escrita en mayúsculas:
RETICLAORFAES
La leí para mi interior y acto seguido la pronuncié en alta voz, deletreándola despacio para no equivocarme. Le miré, dubitativo.
-Repítela, me dijo - Léetela varias veces hasta que te resulte familiar y mañana hablamos.
Metí la nota en el bolsillo junto el llavero repitiendo aquella palabra la cual martilleo mi cerebro durante el resto del día como una de esas canciones que, por veces, se te mete en la sesera y no acabas de tararearla mentalmente durante horas o incluso días y que llega a preocuparte al no poder librarte de ella.
Por la mañana del siguiente día vi la nota encima de la mesilla. Volví a leerla y comprobé que me iba siendo más familiar y conocida. Un par de horas más tarde nos vimos de nuevo. Me pregunto si la había memorizado. Asentí y comenzó a su explicación.
-Mira -me dijo -son las primeras sílabas de una de las taxonomías aplicadas al estudio de los seres vivos. Así, RE, significa Reino. TI, significa Tipo. CLA, significa Clase. OR, orden Fa, Familia y Es, Especie. Ahí tienes tu taxonomía, pero yo aprovecharía para introducir también un valor y quitar aspereza científica al tema. Te abrirá camino.
-Tú dirás- le contesté.
- ¿Recuerdas aquel librito de nuestra infancia en el cual aprendimos a leer? Hay una historia que podría servirte a modo de introducción. Búscala y aplícala, si así lo crees conveniente.
Ni que decir tiene que eso fue lo que hice. Los dos disponíamos de aquel preciado librito que habíamos recuperado en una feria del libro hacía algún tiempo. Solíamos aprovechar sus historias como acompañamiento de alguno de los temas de Ciencias Naturales. Enseguida encontré la historia que buscaba, la cual refería la anécdota del soberano de un país, de visita por sus dominios, que entra en la escuela de una aldea donde el maestro trataba un tema de naturaleza. El rey pregunta a una niña de cuántos reinos disponía la Naturaleza
- Tres, señor -responde la niña, - animal, vegetal y mineral.
-¿Y yo? ¿A cuál de los tres pertenezco? -preguntó el rey poniendo en un compromiso a la pequeña.
-Vos, señor - respondió la niña -pertenecéis al reino de Dios.
Entendí mi colega al aconsejar aquella introducción en el tema y reflexioné en el esfuerzo terrible que tenemos de catalogarlo todo.